Aniversarios
4/7/1996|501
Cómo se hace un periódico proletario (2º parte)
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IV. Cómo expresar ideas (1)
Después de la brevedad y de la concisión, nada más interesante para el periodista que la forma de expresar sus ideas. Esto podrá parecer una simpleza, pero no todos saben expresar con propiedad las ideas, y muchos se creen incapacitados. ¿Qué es una idea? No vamos a contestar repitiendo la definición de un tratado de psicología. Esta es una sección popular. Una idea es para todos los compañeros la representación, la imagen de una cosa de la realidad que se la representan en su cerebro y desean expresarla por la palabra escrita o hablada. También pueden venir comentarios, deducciones, de acuerdo con sus conocimientos y experiencias anteriores, y que llamaríamos, no con mucha exactitud, ideas originales, porque las “produce” su cerebro. Las primeras serían ‘reales’ porque representan la realidad.
Pues bien, no hay un ser humano que no tenga ‘ideas’ y no las sepa expresar de algún modo. Algunos afirman que hasta los animales tienen ‘ideas’ y las expresan, como el perro que ladra ante un extraño. Todo el mundo está constantemente transmitiendo ‘ideas’ a sus amigos en las conversaciones. Nadie puede, por lo tanto, declararse incapacitado para “expresar sus ideas” en el periódico.
Es necesario, después de lo dicho, señalar algunas conclusiones:
1. Todo el mundo puede expresar ideas con sólo fijar bien en su mente lo que ha visto: la acción del patrón o del capataz, el atropello de los guardias blancos de los federales.
2. Debe ser expresada esta idea con la misma naturalidad y espontaneidad con que se habla a un amigo o se cuenta cualquier suceso familiar.
3. Debe huirse de todo lo artificial, es decir, de palabras huecas, “literarias”, “cursis”, párrafos inútiles, que no son comentarios naturales, ideas originales, sino “frases hechas” que se han quedado en nuestra cabeza, producto de la lectura de libros de otros autores. Esto es muy común, a veces sin darse cuenta el mismo escritor.
Los camaradas deben ensayar y escribir para ‘El Machete’ , que es el periódico para la defensa de sus intereses. Si algo no está bien, aquí se arreglará. Nadie nació sabiendo, y un obrero ni después de nacer puede aprender, como no sea por la práctica.
V. La estructura de los artículos (2)
Una vez conocido todo lo expuesto en esta sección en los números pasados, nada más importante que la estructura de los artículos. Sabemos ya cómo fundir el bronce, necesitamos ahora saber cómo hacer el molde. Para esto, como para las cosas anteriores, no puede haber una regla infalible, de hierro. Pero sí son útiles las sugestiones. Como tales se dan estas reglas:
Un artículo informativo, como los que escriben los corresponsales, debe tener un título que reúna estas condiciones: ha de expresar claro lo que es la parte fundamental, y expresarlo de una manera sugestiva, llamativa.
Debe entrarse inmediatamente en materia, diciendo lo ocurrido, el lugar, la fecha –si es importante-, etc. Hay que huir de hacer un “prólogo” para cada artículo. Este “prólogo” no debe ser ni literario ni filosófico, es decir, a los lectores no les interesa, por ejemplo, cómo “estaba el Sol”, cómo estaba “su alma” o “su corazón”. Tampoco interesa a los lectores que se les haga para cada información una síntesis de las doctrinas que el escritor sustenta.
Después de esta parte, que llamaríamos la ‘exposición’ de los hechos, debe venir el juicio propio del corresponsal sobre el asunto. Aquí tampoco es el lugar de lanzar maldiciones o lamentaciones. El juicio propio debe consistir en relacionar el asunto tratado —pero con datos exactos, no con divagaciones— con la política general del lugar, con los intereses y la política de los que mandan allí: el gobernador, el dueño de la fábrica, el cacique, el militar, etc. Un hecho no sucede aisladamente. Tiene siempre relación, si es contrario a los intereses de los trabajadores, con la organización social, política y económica en general. Enseñar esos hilos entre toda la tela de araña que nos cubre en la sociedad capitalista, es hacer labor de gran convencimiento revolucionario.
Finalmente, alguna sugestión práctica debe ser dada, según el pensar del corresponsal, para remediar la situación o luchar contra ella. Con esto basta. Así habrá lugar para todos los corresponsales.