Aniversarios

17/8/1988|237

Hace 20 años

Cuando el Gorbachov checoslovaco traicionó la revolución

Cuando veinte años atrás, el 20 de agosto de 1968, los aviones y blindados soviéticos cruzaron la frontera y ocuparon en pocas horas los centros neurálgicos de Checoslovaquia, no esperaban seguramente que el resultado inmediato de su acción fuera políticamente un fracaso. La resistencia y el boicot de las masas había dejado a los invasores en el más completo aislamiento, al punto que bs agentes del Kremlin no lograron articular un gobierno presentable ante el país y ni siquiera pudieron poner en funcionamiento bajo su control la radio y la TV. Comenzó entonces un proceso de confraternización del pueblo checo con las tropas rusas que amenazó desintegrar las filas de los ocupantes.

Mientras la dirección “renovadora” (Dubcek) se encontraba “detenida" en Moscú, los trabajadores de Praga tomaron la iniciativa y realizaron un congreso extraordinario de PC checo en la clandestinidad. Custodiados por bs trabajadores de la zona, más de mil delegados sesionaron en la fábrica CKD, eligieron un nuevo Comité Central, exigieron la reposición del gobierno y el retiro de las tropas extranjeras y resolvieron la realización de una huelga parcial de protesta

El significado histórico de este fenómeno es enorme. Por iniciativa de las masas, se sentaron los fundamentos para una nueva organización política de la clase obrera, sobre la base de la completa destrucción del viejo aparato stalinista (la mayoría del ejército y de la estructura partidaria fueron ganados para la resistencia al invasor). Este salto operado en el proceso checoslovaco del "68 va a ser posteriormente continuado en otro plano durante las jornadas de la resistencia polaca del '80 con la fundación del sindicato Solidaridad y nuevamente durante este año en Armenia, cuando se pusieron en pie los “Comités Karabaj”, como organización independiente de las masas en lucha.

A su vez, la resistencia política generalizada del pueblo desnudó las limitaciones de las tropas rusas para una acción represiva de largo aliento, sometidas ellas mismas a la posibilidad del contagio político.

Los burócratas de Moscú se vieron entonces obligados a pegar un viraje y apelar al auxilio imprescindible de la burocracia "reformista", en ese momento “detenida" en Moscú. Dubcek y compañía aceptaron un pacto por el cual fueron repuestos en sus cargos a cambio de la legalización de la invasión rusa (y del reconocimiento del poder de veto del Kremlin). Los "renovadores" ilegalizaron al Congreso partidario independiente celebrado en Praga y desconocieron sus resoluciones.

Lo que no lograron las tropas rosas lo consiguieron los “renovadores”: su prédica desmovilizadora terminó por desmoralizar a las masas permitiendo el estrangulamiento “pacifico" de la resistencia popular. El movimiento popular quedó políticamente desarmado y comenzó un profundo retroceso, que fue a la vez escuela para las nuevas generaciones y para el renaciente movimiento de la revolución política. El movimiento polaco del ’80 nada tuvo que ver ya con la oposición “reformista” dentro del partido stalinista para dar lugar a la puesta en pie de una nueva organización.

Los “renovadores’ mostraron en Checoslovaquia su verdadera naturaleza social y política contrarrevolucionaria. En la medida que el movimiento amenazaba quebrar al régimen burocrático jugaron el papel de traidor que tradicionalmente siempre han jugado las direcciones socialdemócratas o stalinistas.

La traición de los "renovadores” se produjo en momentos y en condiciones donde tenían todas las premisas a su favor. El congreso extraordinario de Praga los había colocado a la cabeza de una organización renovada que contaba con el apoyo de la clase obrera. Los agentes directos de Moscú eran una minoría insignificante y carecían de todo peso político, al punto que como dijimos fueron incapaces de montar un gobierno. Los “renovadores" contaron entonces con la "unidad del partido", claro que ya no stalinista, cuya carencia es presentada habitualmente como factor retardatario para la "democratización". Aquí no fueron las resistencias de los "conservadores" sino las propias limitaciones de los "renovadores" las que llevaron al proceso checoslovaco a la derrota. No puede sorprender, entonces, que pocos meses después, una vez cumplida la tarea sucia y desmoralizadas las masas, Dubcek y Cía. fueran a su vez desplazados por agentes más fieles a Moscú.

La revolución política checoslovaca profundas huellas en el proletariado mundial, y especialmente en el europeo, acentuando de manera colosal la descomposición de bs partidos comunistas. Varios partidos comunistas europeos (Italia, Francia y España) se vieron obligados a condenar la invasión rosa ante la imparable hemorragia de militantes que provocó.

El impacto también se sintió en el proletariado de bs Estados Obreros, en especial en Polonia y Yugoslavia y también en los soldados rusos que volvieron de la ocupación. La pequeña semilla de la revolución política que habían comenzado bs obreros de Berlín en 1953 ya era en Checoslovaquia del '68 una robusta planta. Hoy sus ramificaciones se extienden por toda Europa del Este y están socavando el dominio burocrático de la propia URSS.

Pero las lecciones de Checoslovaquia son también contundentes en relación a otra cuestión: la democratización de los Estados Obreros no será el resultado de la obra de los burócratas "renovadores" sino de la acción directa vigorosa de la clase obrera, para lo cual ésta requiere tener su propio programa, su estrategia y su organización, su propio partido revolucionario.