El boicot al Mundial de 1978

La Copa Mundial de Fútbol en Argentina, en 1978, había sido acordada con los sectores internacionales que alentaron el golpe. El 26 de marzo aterrizó el alemán Hermann Neuberger, un ex SS, quien la ratificó en nombre de la Fifa. El entonces titular de la Federación Internacional, Joao Havelange, declaró (28/3): "Argentina está ahora más apta que nunca para organizar el Mundial".


La dictadura ‘preparó’ el Mundial


La dictadura se preparó para emular a Mussolini y a Hitler, quienes aprovecharon la Copa de 1934 y los Juegos Olímpicos de 1936 para una gran operación de propaganda. En un correo de lectores del entonces clandestino periódico Política Obrera (8/6/78), "un lector de Rosario" caracterizaba "que la selección argentina está en condiciones de hacer un buen papel (hasta quizás estar en las definiciones). Esto, entonces, reflejaría que acá también se ha tirado la casa por la ventana". Ese ‘lector’, el cual se iniciaba en sus análisis sobre fútbol y política, era Juan Ferro, un obrero metalúrgico que se transformó en dirigente del Partido Obrero. "Argentina es el único equipo del mundo -proseguía- que desde hace cuatro años se prepara para el Mundial, con el mismo técnico y con casi los mismos jugadores".


Efectivamente, César Menotti, director técnico de la Selección desde 1974, fue ratificado por la dictadura (a pesar de su condición de afiliado semi-secreto del PC). La campaña por el Mundial significó un gran negociado: el presupuesto inicial valuó los costos en unos 70 millones de dólares, los que se convirtieron en más de 700 millones. Para que Argentina saliera campeón, hacían falta otras ‘ayuditas’. El mítico 6 a 0 frente a Perú fue un resultado 'imprescindible'. La dictadura había consentido que el gobierno peruano expulsara a la Argentina a una docena de militares, sindicalistas y dirigentes de izquierda. Entre ellos se encontraba Hugo Blanco, líder campesino trotskista, entonces candidato del Frente Obrero, Estudiantil, Campesino y Popular (Focep). En Política Obrera (8/7/78), en un reportaje exclusivo, Hugo Blanco manifestó que con los antecedentes existentes ("Torres, Prats y los exiliados paraguayos, uruguayos y chilenos asesinados en Argentina"), ellos serían probablemente asesinados o desaparecidos. Hugo Blanco se negó a salir a la calle, prefirió estar en prisión para no ser 'desaparecido'. Finalmente, habiendo sido expulsado a Francia, fue electo (en ausencia) en Perú para la Constituyente.


El movimiento internacional por el boicot


En Europa venía creciendo el movimiento de solidaridad con la lucha del pueblo argentino contra la dictadura. Desde Europa partió la campaña del boicot al Mundial. Hubo manifestaciones frente a las embajadas, se desarrollaron decenas y decenas de comités populares en numerosas ciudades. "No al fútbol entre campos de concentración", decían los afiches. Miles de intelectuales, personalidades, sindicalistas y políticos se pronunciaron contra el Mundial de los genocidas. La dictadura lo denunció como una "campaña antiargentina".


La represión se profundizó para evitar las protestas. Esto no lo menciona ninguno de los charlatanes que nunca olvidan mencionar una complicidad popular con el festejo de la dictadura. Las masas argentinas no participaron de la campaña ‘en defensa de la Argentina’ y tuvieron que sufrir la presión inmensa de los ‘barras’ en el Mundial. Las Madres de Plaza de Mayo cuentan que "en el Mundial (…) la represión se hizo tan fuerte que decidimos ir a las iglesias a encontrarnos, para ver qué cosas íbamos a seguir haciendo… En el Mundial sufrimos mucho. Sufrimos la indiferencia del pueblo" (conferencia de Hebe de Bonafini, 6/7/1988). Los políticos de la oposición y Montoneros se habían sumado a la ‘euforia’ del Mundial.


Montoneros propone una tregua


"Estimamos que el boicot no es una política realista en las circunstancias presentes. A todos, nosotros les decimos: ¡vayan!" Esto lo declaró el dirigente montonero Rodolfo Galimberti a la revista francesa L'Express (10/4/78). Montoneros se sumaba, así, al coro de la 'unidad nacional'. Agregaban: "los Montoneros no desarrollarán ninguna operación que pueda poner en peligro a los jugadores y a los periodistas. No habrá, de nuestra parte, ningún recrudecimiento de la lucha armada durante ese período. Nosotros vamos más lejos: proponemos una tregua a la dictadura militar del general Jorge Rafael Videla. Que una respuesta sea dada a esta proposición y los contactos necesarios serán establecidos…" (ídem). La "tregua" propuesta no se refería a la acción operativa de Montoneros, la cual había sido fuertemente quebrada, sino a un acuerdo político con la dictadura para combatir el boicot. Montoneros se opuso con todo a las acciones que estaba organizando el Comité del Boicot a la Organización de la Copa Mundial de Fútbol por la Argentina (Coba), que se había constituido en París. Los Montos se empeñaron, como nunca, contra el boicot. Sus militantes exiliados -mayoría de los argentinos participantes en los comités de solidaridad organizados en Europa- votaron en contra y se aislaron del fuerte movimiento de masas que se puso en pie en torno al boicot. El Jornal do Brasil (11/5/78) informaba que los diarios brasileños habían recibido un folleto de Montoneros contra el boicot. Lo que no pudieron evitar fueron las declaraciones contra la dictadura por parte de Michael Platini, el ídolo de la selección de Francia, la que en su presentación le dio la espalda a la Junta Militar.


El PC


Una de las oposiciones más fuertes al movimiento del boicot contra la dictadura fue establecida por el PC francés. Coincidencias (5/4/78), vocero oficioso del PC argentino, señalaba que lo fundamental era "que la imagen del país sea convincente, demostrativa de la vigencia de la libertad, la paz y el trabajo fecundo que el gobierno se empeña en mostrar a los turistas, los ‘hinchas’, dirigentes y periodistas que vengan con motivo del certamen, así como para quienes no lo hacen y siguen empeñados en algunos países en desalentar la concurrencia, porque insisten en querer demostrar lo contrario" (extraído de Política Obrera, 10/5/78). El PST también se opuso al boicot. "La campaña en el exterior -decía- en oportunidad del Mundial de Fútbol se caracterizó por la táctica equivocada y utópica del boicot y por las exageraciones (¡!) e imprecisiones sobre la realidad represiva que padecemos" (Opción, 7/78). Esta corriente se ilusionaba con participar en una apertura política de la dictadura. Así, creyó conveniente destacar que "la esposa del presidente Videla también participó de este hecho positivo y gran avance de la mujer. Ella también fue a la cancha" (ídem).


Las presiones por neutralizar cualquier forma de protesta popular partían de todos lados.


La conducta anti-boicotista llamó la atención de las organizaciones de derechos humanos de Europa, que han escrito extensos balances sobre el Mundial. De allí surge que sólo Política Obrera batalló incansablemente en el exilio para desarrollar este movimiento boicotista, uniéndose a millares de militantes obreros, juveniles y de la izquierda europea. El extenso análisis desarrollado en "Derechos humanos, Política y Fútbol" (Marina Franco y otros) se extraña de los pocos exiliados argentinos que participaron de los comités por el boicot a la dictadura, particularmente de los Montoneros, el ERP y el PC, "mientras que algunos grupos más pequeños, como Política Obrera, se declararon en su favor".


Un alud


El boicot al Mundial fue un movimiento reivindicativo amplio. Los detenidos en la Escuela de Mecánica de la Armada, a pocas cuadras del Monumental de River, escuchaban el eco de los goles mientras seguían siendo torturados y sacrificados. Los jugadores franceses y sus familiares traían un 'equipo paralelo': el reclamo por la aparición con vida y la libertad de 22 desaparecidos de origen francés, incluyendo a las monjas francesas secuestradas por Astiz. El crack holandés Johan Cruyff se negó a asistir al Mundial. La delegación holandesa también se negó a estrechar la mano y saludar a Videla; en su lugar, fue a dar aliento a las rondas de las Madres de Plaza de Mayo. Durante junio del ’78, la represión clandestina no se detuvo. En los documentos de la Conadep figuran casi 70 nuevos desaparecidos en ese mes. Por el contrario, ese período "fue el momento utilizado para llevar a cabo la 'solución final': el asesinato de muchos desaparecidos que aún estaban con vida" (Clarín, 23/3/06).


El internacionalismo proletario y democrático contra los crímenes de la dictadura dio un aliento fundamental a la resistencia obrera y popular en Argentina. Permitió sobrepasar la ‘borrachera’ futbolera. Filtró la existencia de campos, desaparecidos, presos y exiliados. Tres días antes de finalizar el Mundial era liberado Pérez Esquivel, quien dos años más tarde recibiría el premio Nobel de la Paz. A partir de este boicot, se incrementó notablemente el reclamo y la movilización internacional contra la dictadura, por la aparición con vida y la libertad de los detenidos-desaparecidos. Finalizado el Mundial, se organizó un boicot internacional contra el Congreso Mundial contra el Cáncer que se iba a realizar en octubre en Buenos Aires. Decenas de médicos y científicos renombrados se negaron a venir a la Argentina y/o reclamaron por los colegas médicos y científicos desaparecidos por la dictadura. En septiembre, Videla viajó a la coronación del nuevo Papa, Juan Pablo I (hijo de un socialista, que se presentó también como Papa "de los humildes", creó la expectativa de que se negaría a dar misa con Videla y otros dictadores presentes, lo cual obviamente no ocurrió). Videla fue recibido por fuertes manifestaciones de obreros y jóvenes: hubo 282 arrestados en una manifestación reprimida por los 'carabinieri'. La campaña por el boicot fue un jalón en la lucha de los trabajadores contra la dictadura.


Política Obrera contra la dictadura


"Mundial: cuando los milicos se engrupen", decía la tapa y el editorial de Política Obrera (8/7/78), finalizado el torneo. Denunciaba los intentos de Videla y Massera de usar el sentimiento deportivo para posar de adalides de la "unión nacional". Política Obrera caracterizó "superficial y transitoria la eufórica participación de una parte de la población en los éxitos del seleccionado", que había "que distinguir lo episódico de lo esencial", que "la crisis social y política se ha agravado". La Argentina había ganado también el Mundial de la inflación, con más de un 150% de aumento anual. Para volver a reeditar el clima de "unión nacional", la dictadura amagó una guerra contra Chile. El fin del Mundial inicia el declive: un año más tarde, las milicias sandinistas entraban en Managua y, en 1981, comenzaba la ola de huelgas que culminaría con la gran manifestación obrera de marzo del ’82. Videla estaba sentado en un inodoro desde entonces.