Aniversarios
14/9/1988|241
Mes del 50° aniversario de la fundación de la IV° Internacional
El gobierno obrero y la dictadura del proletariado
El Programa de Transición II parte
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El Programa de Transición toma como punto de partida de su estrategia el estadio histórico alcanzado por la sociedad capitalista, que se caracteriza por la "madurez de las condiciones objetivas de la revolución socialista”.
En este marco, el Programa de Transición señala asimismo la contradicción “entre la madurez de las condiciones objetivas de la revolución y la falta de madurez del proletariado y de su vanguardia” Esta contradicción no puede ser resuelta por la sola acción de la propaganda en favor de la revolución socialista, toda vez que las masas maduran y evolucionan políticamente en el curso de su propia experiencia de lucha. De allí que el Programa proponga un “sistema de reivindicaciones transitorias” que sirva de “puente” entre “las reivindicaciones y la conciencia actual de amplias capas de la clase obrera y que conduzca invariablemente aúna sola y misma dirección: la conquista del poder por el proletariado”. El Programa de Transición señala que “cualquier reivindicación serla del proletariado y hasta cualquier reivindicación progresiva de la pequeña burguesía, conducen invariablemente más allá de los límites de la propiedad capitalista y del Estado burgués”.
Con esto el Programa supera la oposición entre el programa reformista “mínimo" y el socialista “máximo” formulada por las comentes reformistas y por el stalinismo. Las reivindicaciones del Programa no constituyen un compendio de reclamos aislados para ejercer una “presión” determinada sobre las patronales o sobre los gobiernos burgueses “progresistas”. A la alianza de los partidos obreros con estos goteemos, el Programa la caracteriza como un recurso último del imperialismo contra la revolución proletaria. En este caso, los partidos obreros se integran al Estado para salvado.
No cabe entonces calificar al Programa como un Programa de acción, bien que todo él es un llamado poderoso a la acción revolucionaria. Su carácter de “transición” está determinado por todo su método político, que se propone elevar la conciencia de las masas, desarrollar al máximo su independencia de clase y prepararlas activamente para la toma del poder.
De esto se desprende que las consignas del “sistema de reivindicaciones transitorias” no pueden ser tomadas aisladamente del movimiento de lucha real de la clase obrera, de su condición real de “puente” o “transición” a la revolución socialista. Michel Pablo en su folleto “La IV Internacional, historia de sus ideas y sus luchas” (1958) ve un “éxito del Programa de Transición (en que) algunas de sus consignas (formen) parte hoy del programa oficial de varios organismos como la AFL-CIO en EEUU, la COB boliviana y la CUT chilena”. Esto, en lugar de constituir un “éxito” es toda una tergiversación, pues las burocracias dirigentes de esas organizaciones utilizan demagógicamente tal o cual reclamo extraído del sistema de reivindicaciones transitorias, no para ayudar a las masas a independizarse de la burguesía, sino para estrangular su movilización en el cuadro de la defensa del Estado burgués, como se denostó trágicamente en Bolivia. Pierre Frank, por su parte, en su “Historia de la IV Internacional" sostiene que “el Programa de Transición verifica su: validez cuando las organizaciones tradicionales se vieron obligadas por las circunstancias a adoptar una parte de las consignas que en él figuran”. También en nuestro país se da ese tipo de deformación, cuando se hace la apología a los programas dé Huerta Grande y La Falda. En ambos se encuentran algunas consignas extraídas —y convenientemente desfiguradas— del Programa de Transición, pero aisladas del objetivo de la conquista del poder por los trabajadores, pues el poder, para los inspiradores de Huerta Grande y La Falda, debía ser ejercido por el peronismo. En lugar de ser un factor para la evolución independiente de las masas contra la burguesía, sirvió para reforzar el sometimiento de las masas a las organizaciones dirigidas por corrientes burocráticas y nacionalistas, a través de la llamada izquierda del peronismo.
El sistema de reivindicaciones de transición ya había sido planteado por la III Internacional, en 1921, en relación con sus tesis sobre el Frente Único proletario. Las reivindicaciones transitorias están unidas a la lucha por el frente único de los explotados, pues plantea los reclamos comunes del proletariado contra el capital. “El coronamiento del programa de reivindicaciones transitorias” —dice el P. de T. — es “la consignado los soviets”, la expresión más acabada del frente único. “La dualidad de poder — agrega —esa la vez el punto culminante del periodo de transición. Dos regímenes, el burgués y el proletario se oponen hostilmente uno al otro. El choque entre ambos es inevitable... En caso de victoria, el poder de los soviets, es decir, la dictadura del proletariado y la reconstrucción socialista de la sociedad”.
Gobierno obrero y campesino
El lugar central de la consigna “gobierno obrero y campesino” está definido en el propio Programa de Transición: “cada una de nuestras reivindicaciones transitorias debe conducir a una sola y misma conclusión política: los obreros deben romper con todos los partidos tradicionales de la burguesía para establecer en común con los campesinos su propio poder”.
El Programa es así un sistema político de preparación de las masas para la lucha revolucionaria por el derrocamiento de la burguesía y el poder proletario.
¿Cuál es la naturaleza exacta de esta reivindicación del “gobierno obrero y campesino”? Dice el Programa: “La fórmula de “gobierno obrero y campesino” ... fue definitivamente admitida después de la Insurrección de Octubre. No representaba en este caso más que una denominación popular de la dictadura del proletariado, ya establecida... La consigna de “gobierno obrero y campesino” es empleada por nosotros, únicamente, en el sentido que tenía en 1917 en boca de los bolcheviques, es decir como una consigna antiburguesa y anticapitalista, pero en ningún caso en el sentido ‘democrático’ que posteriormente le han dado los epígonos (los stalinistas), haciendo de ella que era un puente para la revolución, la principal barrera en su camino”.
En efecto, no existe un estadio intermedio entre la dictadura de la burguesía y la dictadura del proletariado. Uno de los mayores atentados teóricos que se lanzaron contra el Programa de Transición, y que fuera ejecutado por declarados trotskistas de todas las corrientes que se reclaman de la IVa Internacional, ha sido precisamente concebir a esta consigna como diferente a la dictadura de la clase obrera. De esta tergiversación nace el seguidismo a las organizaciones tradicionales reformistas o nacionalistas o, más bien, esta tergiversación corona ese seguidismo a las burocracias.
Últimamente se le ha dado a esta consigna un carácter directamente democratizante, por ejemplo, el Mas, que combina su consigna de “Gobierno obrero y popular” con la “democracia con justicia social”, con la defensa de la “democracia” en general y hasta con el “socialismo en democracia”. Como decíamos en la serie de artículos sobre el Congreso del Mas, “Todos estos slogans tienen el denominador común de plantear que los explotados o “los de abajo” pueden ejercer su dominación política a través de los Instrumentos estatales de la burguesía” (Séptima parte, gobierno obrero y asamblea constituyente). En sus tesis sobre el gobierno obrero, la III Internacional, ya había alertado contra semejante macaneo, al señalar que “no debe perderse de vista que si todo gobierno burgués es al mismo tiempo un gobierno capitalista, no es cierto que todo gobierno obrero sea un gobierno verdaderamente proletario, es decir un instrumento revolucionario de poder del proletariado”, para pasar inmediatamente a denunciar a los gobiernos “obrero-liberales” o “socialdemócratas” como gobiernos obrero-burgueses, pues no cumplían con el “programa más elemental de un gobierno obrero que debe consistir en armar al proletariado, en desarmar las organizaciones burguesas contrarrevolucionarias... y en destruir la resistencia de la burguesía contrarrevolucionaria”
Dictadura del proletariado
En conversaciones que León Trotsky mantuvo con dirigentes del SWP de EEUU durante la etapa de elaboración del Programa, le fue formulada a Trotsky la pregunta de si la consigna del gobierno obrero y campesino debía ser “planteada como un programa de transición o es un seudónimo de la dictadura del proletariado?” Trotsky respondió: “En nuestra Idea conduce a la dictadura del proletariado”. Es decir que al agitaren favor de un gobierno propio de las masas explotadas “nosotros” propugnamos el establecimiento de una verdadera dictadura del proletariado. En otro diálogo de la misma serie, Trotsky añadió: “amplias masas lo entenderán en un sentido democrático parlamentario, pero nosotros intentaremos explicarlo en un sentido revolucionario". Para llevara las masas a darle a esta consigna su verdadero contenido hay que desarrollar sistemáticamente las reivindicaciones “que deben constituir, en nuestra opinión, el programa del ‘gobierno obrero y campesino”’ (P. de T.). El Programa de Transición retoma así las tesis de la III, para quien la “consigna de ‘gobierno obrero‘ (eventualmente obrero y campesino) es una consecuencia inevitable de toda la táctica de frente único”.
Es que como dice el Programa de Transición, “La tarea central de la Cuarta Internacional consiste en liberar al proletariado de la vieja dirección... que no quiere apartarse del semicadáver político de la burguesía”. El reclamo dirigido a esas viejas organizaciones para que rompan con la burguesía y luchen por un gobierno obrero tiene la función educativa de mostrar a las masas la incapacidad y la traición de su vieja dirección. La consigna de “gobierno obrero y campesino” establece la línea de la ruptura con la burguesía de un modo general y es. un llamado a los trabajadores que siguen a diversas organizaciones políticas a luchar por el poder. Los trotskistas subrayamos que esta ruptura no será real ni definitiva sin destruir al estado burgués y sin sustituirlo por el proletariado en armas, por la dictadura del proletariado. Esa ruptura conduce, además, a la dictadura del proletariado.
El Programa de Transición fórmula de este modo: “Nosotros exigimos de todos los partidos y organizaciones que se apoyan en los obreros y campesinos, que rompan políticamente con la burguesía y tomen el camino de la lucha por el poder obrero y campesino. En este camino les prometemos un completo apoyo contra la reacción capitalista. Al mismo tiempo desarrollaremos una agitación Incansable alrededor de las consignas que deben constituir, en nuestra opinión, el programa del ‘gobierno obrero y campesino”. Naturalmente, señala Trotsky en las “conversaciones", nosotros seguiríamos en la oposición, pero este gobierno sería para nosotros un paso hacia la dictadura del proletariado”.
Si la posición liquidacionista consiste en negar que el gobierno obrero y campesino sólo puede ser la dictadura del proletariado, el sectarismo se manifiesta en la negativa a tomar la consigna de gobierno obrero como un punto de apoyo para facilitar y acelerar el pasaje a la dictadura del proletariado. De aquí la naturaleza puramente propagandística, profesoral y discursiva que tiene la dictadura del proletariado para los sectarios. Tanto las tesis de la IIIa como el programa de la IV° dejan bien claro que, precisamente por el retraso de las condiciones subjetivas de la Revolución, es que, la agitación política debe hacerse con la consigna de gobierno obrero, es decir de un gobierno de las masas y de sus organizaciones inde-pendiente de la burguesía, que para los verdaderos comunistas debe ser una dictadura proletaria. La IIIa deja establecido en forma brillante lo siguiente: el gobierno obrero no es una transición necesaria hacia la dictadura del proletariado, pero es un punto de apoyo para facilitar el pasaje hacia ella. La IV° dirá no solamente que no es una transición necesaria, sino que es muy improbable que se llegue a formar ese tipo de gobiernos obreros, no obstante b cual es una consigna enormemente educativa.
La comprensión de esta cuestión es la viga maestra de la comprensión del programa revolucionario.
Cualquier gobierno obrero y campesino es ya una dictadura del proletariado y es también “un breve paso hacia la verdadera dictadura del proletariado”. Cualquier gobierno que se apoya en el desarme de la burguesía y en el armamento del proletariado es expresión de la dictadura de éste, sin embargo, debe ganar aún la guerra civil contra los capitalistas y la guerra civil internacional contra el imperialismo. Esto requiere un partido firme y templado. Solo el programa de éste da respuesta a las tareas que se imponen como fundamentales aúna revolución victoriosa. Por este motivo, sólo excepcionalmente bs bolcheviques o trotskistas integrarán gobiernos obreros establecidos por las organizaciones tradicionales que rompan con la burguesía, aunque bs apoyarán contra el imperialismo y la burguesía. Desarrollarán una oposición crítica y buscarán ganar la mayoría para establecer “la verdadera dictadura del proletariado”.
El fracaso de la reciente revolución húngara de bs Consejos, de 1919, había advertido a la IIIa sobre cualquier tipo de ilusión en que un gobierno de “frente único” (como lo fue el húngaro), que no fuera una verdadera dictadura proletaria, es decir dirigida conscientemente por bs revolucionarios internacionalistas, pudiera acometer victoriosamente las tareas planteadas.
En su folleto, “Como hicimos la revolución rusa” (1924), Trotsky explica que si en julio de 1917 en Rusia, los esseristas y mencheviques hubieran derrocado a la burguesía, “roto el vínculo que los unía a la clase burguesa los demócratas de la clase media inferior serian el blanco de todos los ataques y tendrían que buscar una estrecha alianza con bs socialistas obreros, y así, tarde o temprano, el grupo amorfo e irresoluto sería dominado por las masas obreras, bajo el influjo de nuestra propaganda”. Es decir, ese “gobierno obrero” hubiera sido un punto de apoyo para la dictadura del proletariado. Pero la dictadura del proletariado se estableció finalmente en Rusia sin la necesidad de ese punto de apoyo, aunque para lograrlo fue necesaria la política de bs bolcheviques a favor de un gobierno obrero.
Es lo que dice el Programa de Transición: aunque los pequeños burgueses no tomaron el poder en el 17 “la reivindicación... tiene para las masas un enorme valor educativo. La negación obstinada de los mencheviques y de los socialistas revolucionarios a tomar el poder, que apareció tan trágicamente en las jornadas de julio, los perdió definitivamente en el espíritu del pueblo y preparó la victoria de los bolcheviques”.
Experiencia histórica
¿Cuál ha sido la experiencia histórica con relación a lo que estamos discutiendo, al cabo de cincuenta años?
Nahuel Moreno (“La dictadura revolucionaria del proletariado", 1979) y el Comité Internacional (Tesis, 1981) sostienen que Todas las revoluciones triunfantes se dieron a través de ‘gobiernos obreros y campesinos*. Dicho de otro modo: partidos pequeño burgueses y burocrático-stalinistas como bs de Mao, Tito, Enver Hoxa y Ho Chi-min o demócratas nacionalistas como el de Fidel Castro y el Che Guevara fueron los que rompieron políticamente con la burguesía y el Imperialismo, tomaron el poder y llegaron hasta la expropiación de todos los explotadores”. De aquí concluyen que fo que la IIIa caracteriza como una transición accidental ("no necesaria") a la dictadura del proletariado, y lo que la IVa calificó como “variante improbable”, fue la norma histórica. Las “tesis” del Comité Internacional (Moreno - Lambert) sostienen que “el más Importante de los problemas que el programa de transición no previó ni dilucidó" (fue que las) direcciones pequeño burguesas burocráticas, contrarrevolucionarias se vieron obligadas por la movilización de las masas a romper con la burguesía, expropiarla y tomar el poder."
El defecto original de estas posiciones consiste en que pretenden clasificar la realidad histórica dentro de los moldes fijos del Programa de Transición en lugar de desarrollar este programa a la luz de un estudio real de la experiencia histórica.