Aniversarios

21/10/2020

El gremio de prensa el 20 de octubre del 2010

A 10 años del asesinato de Mariano Ferreyra.

El 20 de octubre, mientras llegábamos a las redacciones, empezó a circular la noticia de un ataque a un grupo de manifestantes en Barracas y finalmente las desgarradoras imágenes de la embestida y el peor desenlace: el asesinato de Mariano Ferreyra, el joven militante del Partido Obrero que cayó bajo las balas de la patota sindical de la Unión Ferroviaria de José Pedraza, junto a Elsa Rodríguez y otros militantes y activistas que realizaban una movilización y corte de vías contra la tercerización laboral en los ferrocarriles.

El gremio de prensa reaccionó de forma compacta con asambleas, paros de una hora, minutos de silencio, declaraciones y cortes de calle. Fueron acciones protagonizadas por los compañeros y compañeras, bajo la iniciativa de las agrupaciones integrantes del Frente de Unidad, que venía de enfrentar en las últimas elecciones a la burocracia que dirigía la gremial Utpba y fue el antecedente del posterior armado del SiPreBA. Además, distintas delegaciones de compañeros de empresas abandonaron sus lugares de trabajo para sumarse a la manifestación que repudió la masacre en Plaza de Mayo.

Los trabajadores de Página 12 abrieron el camino. A pocas horas de conocerse la noticia del asesinato, resolvieron que acompañarían la jornada de movilización del día siguiente con una hora de paro.

En Télam hicieron una masiva asamblea, que terminó en un corte de la calle Bolívar, donde se realizó un minuto de silencio por la muerte del joven asesinado. Allí plantearon que los subcontratados de la agencia eran hermanos de lucha con los tercerizados ferroviarios salvajemente reprimidos. Otros compañeros reivindicaron el rol de la juventud en las luchas estudiantiles secundarias, universitarias y fabriles y se resolvió pedir el fin de la censura y repudiar la cobertura que hizo del asesinato de Mariano la agencia -que, al inicio, planteó que se trataba de un tiroteo. Se votó, además, una moción de aplauso (que resultó estruendoso) a la movilera y al camarógrafo de C5N por la valentía que tuvieron al reflejar los hechos en Barracas. Los compañeros de la agencia armaron una nutrida columna para marchar desde las puertas de la agencia al encuentro de la movilización que copó la Plaza de Mayo.

En Perfil también hubo una masiva asamblea. Sus trabajadores repudiaron el brutal ataque de la patota y advirtieron que en la editorial la manifestación cobraba un sentido muy profundo, por el recuerdo de dos agresiones de la burocracia. Una de 2007, cuando uno de sus compañeros fue golpeado por matones a sueldo de la directiva de la Utpba, provocándole graves heridas hasta casi hacerle perder un ojo. La otra por parte de la UOM en Crónica, cuando los patovicas de los Olmos –gerenciadores con el dinero de los compañeros metalúrgicos de la obra social de la UOM–, tan sindicalistas empresarios como Pedraza, mandaron al hospital a los trabajadores que se encontraban haciendo un paro contra despidos masivos.

En Buenos Aires Económico (BAE) también pararon y se sumaron a la movilización cuando esta se dirigía a la Plaza. La decisión de concurrir fue tan masiva que se produjo un momento de duda respecto de cómo se garantizaba la salida del diario. Finalmente los compañeros decidieron que una parte mayoritaria iba a concurrir a la marcha y que una segunda parte iba a ir directamente a Plaza de Mayo cuando terminaran el diario.

En BAE y en Perfil, los trabajadores votaron un texto de repudio y resolvieron en asamblea pedirle a las respectivas empresas editoras de sus medios su publicación bajo la forma de una solicitada, un hecho extremadamente infrecuente bajo el monopolio patronal de la palabra y la expresión.

En El Cronista, en Revista Veintitrés y en otros medios hubo asambleas de repudio, que se sumaron al torrente de manifestaciones que ganaron la calle en las jornadas de miércoles y jueves. En las asambleas se reivindicó a los compañeros del gremio que arriesgaron sus vidas para que pudieran quedar registradas las imágenes de la masacre.

Es que la versión oficial de un enfrentamiento entre dos grupos violento fue imposible, porque en el lugar de los hechos estaba un equipo de C5N compuesto por la periodista Gabriela Carchak y los camarógrafos Marcelo Polito y Gustavo Farías, quienes realizaron la cobertura y tuvieron la firmeza para poner al aire esas imágenes, que constituyeron la prueba más clara de los hechos. Los periodistas llegaron al lugar alrededor de las trece horas y le realizaron una entrevista a una compañera del Polo Obrero que había sido herida por un piedrazo, esa compañera era Elsa Rodríguez. La corrida y el ataque a los trabajadores tercerizados del Roca y a las organizaciones que los acompañaban fue filmado por los camarógrafos y relatado por la periodista. Así quedó registrada la presencia de la patota convocada y organizada por el entonces líder de la Unión Ferroviaria, José Pedraza, para acabar con el reclamo que perjudicaría sus negocios.

Su situación en el lugar no fue fácil, ellos también fueron amenazados y corridos. Buscaron refugio en la empresa Chevallier, pero no dejaron de filmar: bajaron la cámara, pero la mantuvieron encendida para dejar testimonio de la jornada de lucha de los trabajadores y el artero y criminal ataque de los mandaderos de la burocracia sindical. Estas imágenes fueron cruciales para determinar la certeza y validez de cada testimonio. Por esas filmaciones fue posible identificar a Favale -quien realizó el disparo que dejó sin vida a Mariano- y la cantidad de disparos que se hicieron, que establecían la presencia de más de un tirador.

Más de dos años después Gabriela Carchak, con esa misma firmeza, contestaba en la sala de audiencias del Tribunal Oral Criminal Nº 21 al abogado defensor de la patota asesina cuando intentaba poner en su boca la palabra “enfrentamiento”, que “quedó claro que los manifestantes fueron cobardemente atacados por la espalda”.

La historia volvió a repetir la importancia de la acción valiente de los trabajadores gráficos y periodistas, que tuvieron como antecedente el testimonio visual del fotógrafo de Clarín, Pepe Mateos, quien había registrado las imágenes del asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillan, que dieron por tierra con los argumentos oficiales de que habían sido “heridos por fuego amigo”.

La actividad de los trabajadores de prensa, como registro de las luchas de la clase obrera, cumplió una vez más en la historia de la lucha obrera en Argentina un papel determinante para evitar la impunidad y lograr la condena de todos los responsables. La cobertura de estos sucesos, y la firmeza de los testimonios de los trabajadores de prensa en el juicio, formaron parte de la inmensa marea solidaria y de lucha que el asesinato de Mariano abrió en la historia de nuestro país.

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