El 16 de diciembre de 1993, en una rebelión de características inéditas, el pueblo y los trabajadores santiagueños ocuparon e incendiaron las sedes de los tres poderes públicos y las mansiones de los principales políticos oficialistas y de la oposición.

Como caracterizó el Partido Obrero en su momento, aquella irrupción popular fue el “Cordobazo” de los 90. El santiagueñazo inauguró una nueva etapa de puebladas y luchas en la Argentina, que decantaría más tarde en la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre de 2001.

El santiagueñazo mostraba el temprano agotamiento del régimen democrático surgido tras la dictadura militar. La frase “con la democracia, se come se educa y se cura” está siendo desmentida por la realidad.

La UCR había sido la lista más votada en las elecciones provinciales de 1991, pero el peronismo le birló la gobernación con fraude electoral y una ilegítima ley de lemas. Esta ley de lemas había sido gestada por un pacto entre la propia UCR y el peronismo (Gerardo Zamora fue unos de los principales operadores políticos de su elaboración, ver “el Santiagueñazo” de Raúl Dargoltz) como reacción ante el fraude.

En 1993, los negociados con la obra pública, los desfalcos con los fondos estatales y el endeudamiento público inaudito, hicieron estallar el déficit fiscal. En diciembre, por ejemplo, se adeudaban tres meses de pago de salarios. La “salida” fue una ley ómnibus que declaró en disponibilidad a todos los empleados estatales, hubo despidos para quienes tenían un año de antigüedad, y a quienes tenían dos años de antigüedad se les disminuyeron los salarios; esto precipitó la reaccion de los trabajadores y se produjo la rebelión.

A 29 años del santiagueñazo, estamos nuevamente ante un ajuste capitalista que está destruyendo salarios y jubilaciones, y que ha llevado la pobreza a niveles altísimos. Con el régimen de Zamora se mantienen en el poder los mismos intereses que gobernaron con los Juárez, los de los grandes terratenientes, los del grupo ICK, dueños del BSE, y los de los principales medios de comunicación.

El Estado sigue siendo, como en los tiempos del santiagueñazo, el número 1 en materia de trabajo en negro y precarizado, el defensor de los apropiadores de la tierra contra las comunidades campesinas. Es el Estado que garantiza la impunidad de gravísimos crímenes contra el pueblo.

En este nuevo aniversario mantenemos firme, desde el Partido Obrero, la lucha contra este régimen político oligárquico incapaz de dar salida a las aspiraciones de los trabajadores. Luchamos por la formación de un nuevo movimiento popular con banderas socialistas, que luche por un gobierno de los trabajadores, que supere al peronismo y a todas las fuerzas patronales. Tratamos de hacer honor y dar continuidad a la lucha del Santiagueñazo, y superar los límites de aquella enorme rebelión popular.

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