El retorno de Perón en noviembre del ’72

Facundo Moyano, hijo del secretario general de la CGT y dirigente de la flamante Juventud Sindical Peronista ha exaltado, a 38 años, el regreso de Juan Perón el 17 de noviembre de 1972 “luego de 17 años de exilio y proscripción”. Un regreso que habría sido hecho posible por la “lucha incansable del conjunto del movimiento obrero y el pueblo”, el cual debe ser parte de la historia a reivindicar por “el nuevo sujeto político transformador”, los miles de jóvenes que se han logrado su primer empleo bajo los gobiernos K.

El día del retorno de Perón, el Aeropuerto de Ezeiza estuvo prácticamente sitiado por más de 35.000 efectivos de las fuerzas armadas. La CGT desalentó una movilización popular. Declaró, en la noche del martes 14, un “paro festivo” para el 17, “como expresión de júbilo por el regreso”. El gobierno militar, horas después, decretó un cese total de actividades. Según un protagonista de esas jornadas “…aún la combativa JP ha dado instrucciones precisas: hay que avanzar lo más que se pueda… eludiendo las provocaciones”1. Perón había declarado en forma reiterada que su retorno tenía como objetivo la “unión nacional” y la “pacificación”, y había concertado con la burocracia de la CGT una “tregua social” que ya tenía al menos un año de vida y que había atravesado incólume las violentas rebeliones populares del ‘72 -Mendozazo en abril, Rocazo en junio- y el fusilamiento de los 16 guerrilleros presos en la base de la marina en Trelew -agosto del ‘72- la peor masacre de todo el período y un adelanto de los métodos de la dictadura militar del ‘76 (sobre la que Perón guardaría un prolongado silencio).

A diferencia del intento de retorno en 1964, esta vez el operativo tuvo un amplio acuerdo internacional. Embarcó en Italia, luego de entrevistarse con representantes del gran capital y del clero, con el entonces secretario del Instituto para las Relaciones Internacionales de Roma (Licio Gelli, partícipe de la relación mafiosa con el cardenal que dirigía el banco del Vaticano) y con el entonces primer ministro de Italia, Giulio Andreotti. Es decir que emprendió su regreso con el acuerdo de la burguesía mundial y el imperialismo.

El Gran Acuerdo Nacional

El régimen militar estaba, en 1972, en una situación terminal a partir del levantamiento de la clase obrera de Córdoba en mayo del ‘69. Esto llevó a la burguesía y a los representantes del imperialismo a reconsiderar su actuación política. En estas circunstancias, surgió el proyecto del Gran Acuerdo Nacional (GAN). Lanusse (en marzo de 1971) había definido la decisión de convocar a elecciones y asegurar el traspaso “ordenado” del poder. Para el generalato, el “retorno de Perón” debía ser una pieza auxiliar para realizar este propósito.

La Hora del Pueblo

Podría decirse que el GAN tiene la autoría intelectual del propio Perón. En 1970 va a constituir con radicales, demócratas progresistas, socialistas argentinos y otros grupos menores. La Hora del Pueblo, que había actuado como apoyatura civil del golpe proelectoral de Lanusse, quien designó a un alto dirigente de la UCR como ministro del Interior.

Dos meses antes de su retorno, Perón había lanzado los “10 puntos”. Proponía una política económica en base al programa de la CGE y la CGT, elogiado previamente por Lanusse, a “un oficial superior de las Fuerzas Armadas” como ministro del Interior y un Consejo Económico y Social. Planteaba el levantamiento del estado de sitio y la libertad de “los presos políticos y gremiales” (la comisión asesora de las Fuerzas Armadas que estudia el texto repara que “queda por dilucidar qué entiende J.D. Perón por ‘presos políticos y gremiales'”).

El gobierno rechazó los diez puntos, porque pretendía la exclusión de Perón como candidato -había implantado el ballotage y especulaba con una victoria de la UCR en segunda vuelta.

El balance

Perón permaneció en el país hasta el 15 de diciembre. Apuntaló la política de “pacto social”. El 20 de diciembre dejó constituida la Mesa del Acuerdo Nacional junto a la UCR y todo el arco político patronal. En una reunión con los curas de las villas “advirtió contra la desunión de América Latina… que amenaza con hacer caer a Salvador Allende”. Extorsionaba con la posibilidad de un golpe al gobierno que surgiera de las elecciones.

Finalmente, al dejar el país dejó un “acta de renunciamiento a encabezar la fórmula presidencial”, que era lo que pretendía la dictadura -con el aval de la Corte Suprema de ese tiempo.

La JP pretendió que el retorno era la vía de acceso a la “patria socialista” y que la lucha debía ser dirigida contra el “cerco” que asfixiaba los supuestos afanes antiimperialistas de Perón. Para Juan Carlos Coral, del morenista PST, “la legalidad para Perón y su derecho a ser candidato puede ser la prenda de unidad de los trabajadores argentinos y su vanguardia revolucionaria” (Avanzada Socialista Nº 19, 13/9/72).