Aniversarios
25/7/1995|457
Ernest Mandel
(1923-1995)
Seguir
Acaba de fallecer, en Bruselas, a los 72 años, Ernest Mandel, dirigente histórico del Secretariado Unificado de la IVª Internacional, víctima de una larga enfermedad (Mal de Parkinson). Mandel nació en 1923, en Bélgica, hijo de un dirigente socialista, y desde muy joven participó del movimiento revolucionario.
Adolescente, se incorporó a la sección belga de la IVª Internacional, que poseía militantes de la talla de León Lesoil y Abraham León (que sería asesinado por los nazis cuando era responsable por el trabajo obrero en la región minera de Charleroi). Mandel fue hecho prisionero por las tropas nazis y enviado a un campo de trabajo, del que logró huir todavía durante la Segunda Guerra Mundial.
Mandel participó de la reorganización de la IVª Internacional en Europa durante el período final de la Segunda Guerra y la “Liberación”. En el Segundo Congreso Mundial le cupo la redacción de algunos de los documentos que caracterizaban a los países de Europa oriental ocupados por las tropas rusas, y en los que había sido expropiado el capital, como “Estados Obreros deformados”, lo que provocó fuertes debates y la salida de algunos sectores (Tony Cliff y la actual Lutte Ouvrière).
En el III Congreso Mundial, el principal dirigente de la IVª (Michel Pablo) impuso la concepción de la burocracia soviética como un “factor revolucionario objetivo”. Mandel, a pesar de haber presentado un documento sobre el stalinismo (las “10 tesis”) en el que afirmaba que éste sólo podría ser revolucionario nacionalmente, no internacionalmente, concluyó alineado con la fracción pablista mayoritaria (su propia posición centrista lo llevaba a ello) que provocó la crisis y dispersión de la IVª Internacional, a partir de 1953.
En los años siguientes, Mandel se destacaría como el principal teórico y dirigente de esa corriente, que adoptaría los nombres sucesivos de Secretariado Internacional y (a partir de 1963) Secretariado Unificado. Fue responsable por la teorización de un nuevo período de desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas (“neocapitalismo”) y por la política de apoyo y/o formación de grupos foquistas en América Latina, que llevaría al SU a fracasos espectaculares, como la ruidosa desafiliación del PRT-ERP argentino del SU, en 1973. En ambos casos (las “nuevas vanguardias” en Europa o los EE.UU., o las “vanguardias guerrilleras” en América Latina) se trataba del abandono de la concepción del proletariado como la única clase consecuentemente revolucionaria: el “mandelismo” no consiguió superar al pablismo. Poco después de la huelga general francesa de mayo-junio de 1968, a Mandel le fue prohibido ingresar en territorio francés durante largos años.
Escritor prolífico, Mandel produjo libros que circularon el mundo entero, y entre los que se destaca El Capitalismo Tardío, tanto por ser una expresión concentrada de sus ideas como por la celebridad que conquistó en medios intelectuales y académicos.
Mandel siempre reivindicó a Trotsky y a la IVª Internacional. Este mérito no impidió que cada viraje de la lucha de clases mundial pusiera de manifiesto las limitaciones de sus planteos. Esto se hizo latente a mediados de los años 80, cuando Mandel apoyó la “glasnot”, como posibilidad de autorreforma de la burocracia, y paso a defender la progresividad de perestroika: el título de su principal libro al respecto (Más allá de la Perestroika) es todo un programa político. Las tentativas reformistas de la burocracia, sin embargo, tenían un carácter pro-capitalista y no podrían dejar de provocar una crisis revolucionaria que dejaría cara a cara a sus protagonistas fundamentales: el imperialismo mundial (que está por tras de los planes ahora descaradamente capitalistas del burócrata Yeltsin) y la clase obrera soviética. Merece destacarse la posición del grupo mandelista alemán, que se opuso al planteo de unidad de Alemania (so pretexto de defensa del “socialismo” de la RDA), lo que, con la caída del Muro de Berlín, decretó la bancarrota del “mandelismo”.
Esto se hizo evidente en el propio Secretariado Unificado, que evolucionó rápidamente hacia una descomposición y degeneración política imparables, llegando a abrazar, en su XIIIº Congreso, la idea del fin (o de la “postergación sine die”) del socialismo, y otros planteos francamente burgueses. El propio Mandel fue sorprendido por esa derechización, y quedó en minoría en el Comité Ejecutivo del SU, donde llegó a calificar como “frentepopulista” la política de una sus secciones principales, la brasileña, que actuaba como verdadera policía política de la burocracia pro-burguesa del PT.
Saludamos la memoria del militante y del pensador cuyo nombre y acción estuvieron entre los que más marcaron la frustrada y pendiente tarea central de nuestra época histórica: la construcción de la IVª Internacional.