Aniversarios

15/3/2021

La Internacional y la Comuna: la cuestión del Partido y el Frente Único

A 150 años de la Comuna de París; las características de su dirección revolucionaria.

El concepto de Partido Obrero revolucionario y sus características específicas son el resultado de una larga experiencia del movimiento obrero, que van teniendo un desenvolvimiento como sujeto político independiente y revolucionario. Nos interesa desarrollar en esta nota cuál fue el lugar histórico de la Comuna de París en ese desenvolvimiento y en qué medida su experiencia, con sus luces y sombras, sus logros y sus fracasos, formó parte sustancial en esa elaboración. El desarrollo del programa revolucionario, y el propio desarrollo del Partido como el instrumento adecuado para llevar adelante ese programa son el resultado de la experiencia del movimiento obrero y especialmente de la crítica a esa experiencia, que es lo que nutre al marxismo revolucionario. Éste no deduce su programa de preconceptos, sino que lo basa en la experiencia de la lucha de clases y de la crítica de esa experiencia. Una frase reiterada es que el proletariado, como clase oprimida que tiene que remontar esa condición para constituirse en sujeto político y ejercer su protagonismo político, aprende mucho de sus derrotas, a condición de sacar las conclusiones adecuadas.

La revolución de 1848-50 y la fundación de la I Internacional

En el balance de la Revolución de 1848, Carlos Marx en su conocida Circular a la Liga de los Comunistas formulaba tres conclusiones íntimamente relacionadas entre sí. 1) El aparato estatal, que es el resultado de siglos de opresión clasista y que fue adaptado y perfeccionado por la burguesía para su dominio de clase, no puede ser simplemente utilizado para sus fines por el proletariado revolucionario como se intentó tras la revolución de febrero de 1848. 2) El proletariado debe impulsar las tareas de la revolución democrática que están planteadas, pero no limitarse a ellas, como pretenderá la burguesía y pequeña burguesía democráticas. Por el contrario, el grito de guerra del proletariado debe ser la “revolución permanente” y 3) El proletariado debe intervenir en la lucha revolucionaria como clase políticamente independiente, esto es con un partido obrero independiente.

Este balance crítico delineaba las principales tareas que el proletariado tenía por delante, formuladas de un modo general. La lucha de clases a desarrollarse iría ajustando la forma concreta en que se iban a desenvolver.

En relación a la cuestión del partido: la Liga fue disuelta en 1852, y recién hacia 1864 se va a fundar la Asociación Internacional de Trabajadores, conocida como Primera Internacional. Agrupó a las principales organizaciones obreras de masas del momento, especialmente de Inglaterra y de Francia pero también se fue extendiendo al resto de Europa y llegó a Estados Unidos. Su composición fue amplia y heterogénea, confluyendo distintas corrientes de pensamiento que participaban en el movimiento proletario. No llegó a confluir en un programa común. Marx, que participó activamente de su dirección y redactó gran parte de sus principales resoluciones, en su Manifiesto fundacional colocó dos de sus ideas fundamentales, que “La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos” y “Proletarios de todos los países, uníos”.

La Primera Internacional desenvolvió una vasta acción política, realizando 4 Congresos anuales entre 1866 y 1869. En el III, realizado en Bruselas, la primera cuestión abordada fue la amenaza de guerra europea que se habían intensificado después del triunfo de Prusia sobre Austria en 1866. Y se pronunció contra toda aventura guerrerista de las potencias europeas.

Francia era uno de sus principales baluartes de la Internacional y su acción política allí fue muy intensa. Por todo el país se multiplicaban los clubes obreros, las Cajas de Socorros mutuos, los Sindicatos y toda forma de organización proletaria. Hacia 1870 se calculaba en cerca de 250 mil distribuidos por toda Francia, desde París, Lyon y Marsella hasta numerosas ciudades de provincia.

El gobierno francés a cuya cabeza se encontraba el emperador Napoleón III, descargó sobre la Internacional una dura represión que no logró debilitarla sino que por el contrario amplió el campo de su agitación y propaganda. Los juicios públicos llevados adelante entre 1868 y 1870 (en vísperas de la guerra) en los que invariablemente se condenaba a los acusados por pertenecer a la Internacional y se decidía “disolverla” eran seguidos por miles de espectadores, ampliando el alcance de su influencia (ver La Comuna de París, historia y recuerdos, Louise Michel, 1898).

En Francia los afiliados y simpatizantes de la Internacional tenían la heterogeneidad propia de la organización, había una mayoría de proudhonianos de orientación anarquistas, y sectores más cercanos a las ideas de Marx y Engels. También había otras corrientes en el campo de los trabajadores, como la lideradas por Luis Augusto Blanqui, protagonista de las revoluciones de 1830 y 1848, partidarios de una acción más de tipo putchista, insurreccional, basado en grupos reducidos y altamente centralizados y clandestinos.

La Internacional llevó adelante una amplia agitación contra la guerra. Impulsó documentos tanto de las organizaciones francesas como alemanas que se complementaban, siendo un hecho que ocurría por primera vez y que mirado retrospectivamente muestra una diferencia enorme con los grandes y poderosos partidos socialdemócratas que se reclamaban “marxistas” al comenzar la primera guerra mundial en 1914 y que apoyaron servilmente, socialpatrióticamente a sus gobiernos burgueses imperialistas.

La derrota francesa y la caída del Imperio

La guerra declarada por los franceses en julio ya estaba prácticamente decidida a principios de septiembre con el triunfo prusiano en Sedán y la caída como prisionero del emperador. La repercusión fue inmediata y el 4 de setiembre se derrumbó el castillo de naipes en que se había convertido el Imperio, se instaura la república, y asume un gobierno compuesto por sectores monárquicos y republicanos de derecha que asume con el declarado objetivo de la “defensa nacional”. Es de resaltar que el Manifiesto emitido por la Internacional apenas declarada la guerra, redactado por Marx anticipaba la inminente caída del Imperio francés.

El pueblo de París se enlistó masivamente en la Guardia Nacional para defenderse del previsible ataque prusiano. Pero el pueblo de París estaba ya mayoritariamente compuesto por obreros y artesanos. Y la Guardia Nacional replicó esa conformación social. En poco tiempo la Guardia Nacional llegó a contar con cerca de 300 mil efectivos. La actitud de las distintas corrientes en los primeros meses de la nueva “república” no fue homogéneas. Los sectores más vinculados al liderazgo de Blanqui impulsaron las jornadas semi-insurrecionales del 31 de octubre de 1870 y del 22 de enero de 1871, en las que participaron importantes sectores populares que mostraban la desconfianza de las masasen el gobierno de la “defensa nacional” que en enero pactaba la capitulación ante los prusianos, que nada tenía que ver con el estado de ánimo popular. El período de setiembre a marzo fue de una intensa deliberación popular y fue preparando las condiciones para la emergencia de la Comuna.

La Comuna, el Frente Único

Ya podemos formular una primera conclusión. Toda la agitación y propaganda de los agrupamientos de la Internacional como de los demás sectores que militaban en las filas del proletariado francés y especialmente el de París, fueron preparando las condiciones de los sucesos que se van a desencadenar a partir del 18 de marzo de 1871 y que van a alumbrar a esa gran creación histórica que fue la Comuna.

Y un primer rasgo a subrayar que no siempre es resaltado. Con toda sencillez, la Comuna que estaba compuesta por todas las corrientes y agrupamientos que militaban entre los trabajadores, con la enorme diversidad que señalamos, a los que debemos agregar los sectores más democráticos de la pequeña burguesía republicana y hasta sectores de los francmasones, puso en marcha una obra política y social revolucionaria de alcance histórico. En palabras de Marx, el primer gobierno obrero de la historia., la fórmula al fin hallada de la dictadura del proletariado.

Es decir que aun en medio de debates y diferencias, el frente único de clase se impuso en ese período de poco más de dos meses que duró la Comuna para abrir una nueva dimensión en la experiencia de la clase obrera mundial.

La cuestión del Partido

Al analizar la cuestión del Partido revolucionario durante la experiencia de la Comuna debemos evitar una mirada desde nuestra experiencia actual, o como solemos decir “con el diario del lunes”. La Comuna venía de la experiencia de la revolución del 48-50 y vaya que la superó. La Internacional, como primera experiencia de partido del proletariado internacional había cumplido un rol fenomenal y en ese avance histórico. Pero era una clase obrera que recién estaba haciendo su primera experiencia con un gobierno propio y las corrientes políticas no estaban naturalmente a la altura de la enorme y novedosa tarea planteada.

La burguesía, por el contrario, era ya una clase con una amplia experiencia política, que había pasado su propia revolución especialmente en Francia y que actuó con la perversidad, la simulación, las mentiras y la doblez de una clase que se sabe por primera vez amenazada por ese nuevo sujeto histórico en ascenso que es el proletariado parisino. Y apeló a todos sus recursos. No vaciló en prometer y anunciar lo que sabía que no cumpliría, en manipular los hechos a su favor, en utilizar el espionaje y la delación y tampoco dudó en entenderse con el comando alemán, con el canciller Bismarck, con quien pactó la liberación de los prisioneros del ejército en manos de los alemanes para poder rearmar sus contingentes y poder reprimir a la Comuna. Más aun, en las condiciones del acuerdo franco-prusiano se condicionaban su aplicación a que estuviera resuelta la “situación” de Paris, es decir la derrota y represión de la Comuna.

Frente a esta acción centralizada y despiadada del comando de la contrarrevolución, la Comuna mostró sus debilidades. Pero que eran el resultado de las condiciones históricas en las que le tocó actuar. Marx en tiempo real, en una carta a Kugelman de principios de abril de 1871 ya marcaba las vacilaciones en marchar sobre Versalles apenas producida la ruptura, cosa que sabemos la Comuna no llevó adelante perdiendo de ese modo un tiempo precioso. También Marx señaló el error de no tomar al Banco de Francia, al que por el contrario, entrando en el juego de los versalleses “protegió” de que no fuera saqueado. Y podríamos agregar con toda la documentación actualmente existente el enorme impacto que los sucesos de París tuvieron en toda Francia, desde las grandes ciudades a los más remotos pueblos, donde ya habían calado la propaganda de la Internacional y las corrientes que militaban en el movimiento obrero. Pronunciamientos, intentos de armar Comunas en distintas ciudades, solidaridad, nada de eso pudo ser concretado a partir del bloqueo que los versalleses impusieron y que la Comuna no pudo quebrar.

Pero todas estas debilidades ponían de relieve que la maduración política del proletariado, aunque había dado pasos enormes respecto a 1848, estaba aún en sus comienzos. La formación de verdaderos partidos era una tarea aún pendiente y que se va a acometer teniendo en cuenta la propia experiencia de la Comuna. Y no solamente en el terreno de una mejor organización centralizada en su acción sino también en términos programáticos. Es sabido que Marx y Engels solo consideraron necesario agregar al Manifiesto Comunista el balance sobre la Comuna de París y la forma finalmente encontrada del gobierno obrero y la dictadura del proletariado.

Al formarse el primer partido obrero en Alemania, Marx no va a dejar de señalar sus críticas al Programa de Gotha, que van a ser parcialmente superadas en el siguiente programa de Erfurt. Los grandes partidos obreros fueron una creación posterior a la Comuna y con un rasgo programático más firme que la Primera Internacional no alcanzó a tener. Y así surgieron grandes partidos obreros en Alemania, Francia, Austria y en el resto de Europa, conformando hacia 1889 la II Internacional, ya con un programa basado en los planteos de Marx y Engels. También hay que tener en cuenta que la propia burguesía “aprendió” de la experiencia de la Comuna y donde pudo y le fue factible abrió cierto espacio a la acción parlamentaria para poder asimilar los reclamos obreros sin quebrar su dominio del Estado.

El propio Engels, en su famoso prólogo al texto de Marx sobre la Comuna publicado en 1891, es decir poco después de fundada la II Internacional hace un balance político, criticando a los grupos que participaron en la Comuna porque su tarea en ese período era superarlos políticamente y fortalecer el programa revolucionario de los partidos obreros creados desde entonces.

Poco después, con el desarrollo de la corriente bolchevique dentro de la socialdemocracia rusa y con la experiencia de la revolución rusa, de febrero a octubre, se puso de relieve la necesidad de superar a su vez a los anquilosados partidos de la II Internacional que habían sido ganados por el social patriotismo y cooptados por el régimen burgués para sus fines imperialistas. Nuevamente la primera guerra puso de relieve los límites de los partidos obreros degenerados de la II Internacional y la diferencia con el bolchevismo. Los resultados disímiles de las revoluciones rusa y alemana, así lo demuestran. No faltó heroísmo a los proletarios alemanes en 1918-23, como no les había faltado a los comuneros de 1871. La diferencia estaba en la calidad de la dirección revolucionaria y el avance que se había dado sobre la base siempre de la asimilación crítica de la experiencia real recorrida por el movimiento obrero en la lucha de clases.

La construcción de los conceptos que identifican a un partido revolucionario, capaz de lograr destruir al Estado burgués y poder establecer una verdadera dictadura del proletariado, que es la gran experiencia de la Comuna es un proceso que debe ser asimilado críticamente a la luz de toda la experiencia de la lucha de clases en los 150 años que han transcurrido desde la Comuna de París.

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