Aniversarios

8/3/2021

Aniversarios

La legislación del primer gobierno obrero

A 150 años de la Comuna de París; su aporte al programa revolucionario

Mientras Francia atraviesa la guerra y la rápida derrota, estalla la revolución obrera en París. Después de ser derrotado el “emperador” Napoleón III y el acuerdo de paz con el invasor alemán, fracasa el intento de desarme de los obreros por su resistencia y, el 18 de marzo de 1871, el gobierno burgués escapa a Versalles. París queda en manos del proletariado. Comienza la Comuna de París que duró dos meses y días. Es la primera vez en la historia que los obreros se atrevieron a construir un gobierno revolucionario, contra las clases explotadoras.

El primer gobierno obrero de la historia crea nuevas instituciones  y lleva adelante una importante legislación en la dirección de crear un nuevo tipo de Estado, y en la orientación del internacionalismo proletario. Las leyes votadas defienden a los trabajadores e incluso a los sectores medios contra la gran patronal. Esta legislación también llevó adelante reformas en la educación, defendiendo la educación pública, laica y gratuita; en sintonía con el laicismo, resolvió una política de separación de la iglesia del estado.

Toda esta gran obra legislativa se llevó adelante con sesiones diarias, en 54 reuniones, mientras la Comuna tenía que enfrentar una sangrienta guerra civil, con bombardeos cotidianos y la amenaza de la intervención de las tropas alemanas que sitiaban París.

Estos obreros se daban cuenta de la fragilidad de su situación, sabían que en el cuadro de aislamiento en el que se encontraban una gran parte de la legislación que estaban llevando adelante, podría llegar a no ser utilizada por la Comuna -que se la pasó la mayoría del tiempo organizando su defensa- pero que se iba a constituir en un programa de lucha para las futuras generaciones.

La conformación de la Comuna, los decretos principales y la educación

“Los proletarios de París, en medio de los fracasos y las traiciones de las clases dominantes, se han dado cuenta de que ha llegado la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de los asuntos públicos… Han comprendido que es su deber imperioso y su derecho indiscutible hacerse dueños de sus propios destinos, tomando el Poder”. Así reza la declaración del Comité Central de la Guardia Nacional, la milicia popular que se hace cargo del gobierno de París el 18 de marzo de 1871 (Prensa Obrera,19/3/2016).

La Comuna fue electa por sufragio universal, a través de consejos municipales de los diversos distritos de la ciudad, todos los cargos eran revocables y tenían un sueldo similar a un obrero. La misma estaba constituida por una mayoría de obreros o representantes de la clase obrera; París en esos años ya se había convertido en una ciudad industrial. No era un cuerpo parlamentario común, sino una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo.

Uno de los primeros triunfos de la Comuna fue poder mantener los servicios básicos para una ciudad de 2.000.000 de personas. El primer decreto de la Comuna, fue suprimir la conscripción y el ejército permanente y sustituirlo por el pueblo armado organizado en la Guardia Nacional, en la que debían enrolarse todos los ciudadanos capaces de empuñar las armas. Si la Comuna pudo resistir del 18 Marzo al 28 de mayo, fue por llevar adelante este decreto.

La Comuna suspendió todas las asignaciones a la Iglesia, llevando adelante la separación total respecto al Estado. Todos los bienes de la Iglesia pasaron a ser propiedad nacional y dispusieron el retiro de todas las imágenes religiosas de las escuelas y oficinas públicas.

El 1 de abril se acordó que el sueldo máximo que podría percibir un funcionario de la Comuna, y por tanto los mismos miembros de ésta, no excedería los 6.000 francos. Ningún funcionario podía cobrar más que el salario de un obrero calificado.

Al suprimir el ejército permanente, cualquier restauración monárquica, las asignaciones al clero y gran parte de la burocracia del estado, la Comuna logro el anhelo de las revoluciones burguesas de lograr “un gobierno barato”. La forma política que adopta la Comuna se relacionaba con la necesidad de la clase obrera de emanciparse de la clase expropiadora.

La Comuna resolvió que la educación sería laica, universal y gratuita, separando la injerencia del clero en materia educativa. Convoco a los mejores especialistas a fin de elaborar un plan de estudios con contenido científico. Proporcionó material escolar gratuitamente, llevo adelante una experiencia educativa nueva, puso en marcha a dos nuevas escuelas politécnicas, tenía la intención desarrollar una enseñanza integral, desde educación física hasta matemática y literatura.

Impulsó la igualdad de sexos, promoviendo la educación de la mujer. Proporcionó a los escolares ropa y comida gratuita. Frente al abandono de sus puestos de muchos profesionales de la clase dominante, obreros y representantes de los mismos, ocuparon estos puestos con gran desempeño: se las arreglaron para tomar las responsabilidades de administradores y especialistas.

Legislación internacionalista

Uno de los actos más importantes de la Comuna fue adoptar como símbolo la bandera roja, que fue utilizada circunstancialmente por los jacobinos, en la gran revolución francesa, como emblema de guerra revolucionaria contra el viejo régimen. También fue la bandera utilizada en la revolución de 1848 por el proletariado.

Marx, en su escrito “Lucha de clases en Francia 1848-1850”, al referirse a la represión sufrida por los obreros en dicha revolución (derrota de junio), afirma dramáticamente: “Solo empantanada en la sangre de los insurrectos de junio, pudo la bandera tricolor (la bandera de la republica burguesa), transformarse la bandera de la revolución europea, la bandera roja. Y nosotros gritamos: ¡La revolución ha muerto! ¡Viva la revolución!”.

La lucha de clases con sus batallas y derrotas había convertido a la bandera roja primero en el símbolo de la izquierda y luego símbolo mundial de los proletarios. Esta bandera roja, los últimos días de marzo de 1871, fue izada sobre el Hotel de Ville, ayuntamiento de París, edificio desde donde funcionaba la Comuna.

Otro acto de legislación internacionalista fue el nombramiento de un obrero húngaro como ministro de trabajo. Se colocaba la solidaridad internacional de la clase por encima del chauvinismo nacional. Esta era la concepción proletaria, impulsada por la Primera Internacional. En desagravio por las políticas imperialistas de Napoleón Bonaparte y su nieto Napoleón III; contra Polonia, nombró a polacos revolucionarios en puestos estratégicos de la Comuna. El 30 de marzo fueron confirmados en sus cargos los extranjeros elegidos para la Comuna, afirmando: “la bandera de la Comuna es la bandera de la República mundial”.

“El 5 de mayo, la Comuna ordenó la demolición de la Capilla Expiatoria, que se había erigido para expiar (repudiar) la ejecución de Luis XVI” (ejecutado por los jacobinos en la revolución francesa). El día 6 de mayo un Batallón de la Guardia Nacional sacó a la calle la guillotina y la quemó públicamente en medio de la aclamación popular. El 12, la Comuna acordó que la Columna Triunfal de la plaza Vendôme, fundida con los cañones tomados por Napoleón después de la guerra de 1809 contra Alemania, se demoliese por ser un símbolo de chovinismo e incitación al odio entre naciones. Esto fue cumplido el 16 de mayo. (F. Engels, Londres, en el vigésimo aniversario de la Comuna de París, 18 de marzo de 1891). Posterior a la caída de la Comuna, el  presidente de la Comisión de Bellas Artes nombrado por la Comuna fue detenido, acusado de ser el promotor de esta acción, embargado y encarcelado.

La legislación laboral, alquileres y casas de empeño

La Comuna decretó la abolición del trabajo nocturno para los panaderos impuesto por los patrones para aumentar sus ganancias.

La Comuna decidió la prohibición de que los patrones aplicaran multas a los trabajadores. Era usado arbitrariamente (si los obreros cometían algún error, rompían alguna herramienta, etc.) con el objetivo de bajarles los salarios.

Al mismo tiempo cerraron las casas de empeño, suspendiendo los remates y devolviendo sin costo de rescate las herramientas o bienes de pequeño monto empeñados por los trabajadores. Una medida fundamental fue la de reabrir las fabricas cerradas por los patrones por la crisis y/o porque decretaban lock outs y se fugaban a Versalles y ponerlas a funcionar bajo control de los trabajadores. Un paso hacia la expropiación de los expropiadores capitalistas para enfrentar el fuerte aumento en la desocupación.

El 16 de abril la Comuna ordenó un registro estadístico de las fábricas cerradas por los patronos y la elaboración de planes para ponerlas en funcionamiento con los obreros que antes trabajaban en ellas, organizándolos en sociedades cooperativas, y que se planease también la agrupación de todas estas cooperativas en una gran unión.

Marx defendió a esta política, como un conjunto de medidas que de ser aplicadas en profundidad, llevaban a una organización comunista de la producción.

La Comuna condonó los pagos de alquiler de viviendas desde octubre de 1870 hasta abril de 1871, dejando los montos pagos en ese momento a cuenta de futuros meses de alquiler. Los alquileres se dispararon en una suerte de ajuste posterior a la capitulación del gobierno republicano frente al invasor. La Comuna defendía el derecho a la vivienda como un derecho inalienable, las mismas reivindicaciones que hoy levanta el Polo Obrero y el Partido Obrero en Argentina.

Deudas, impuestos y frente único de las clases oprimidas

La Comuna salvó de la ruina a los pequeños burgueses parisinos eximiéndolos de sus deudas, particularmente con los bancos. Por ello recibió el apoyo de estos sectores, forjando así una alianza con los sectores medios contra el gran capital.

Después de la revolución del 4 de septiembre de 1870 (caída del imperio e instauración de la república) esas deudas con los bancos fueron suspendidas. Pero firmada la paz con Alemania, Thiers y su nueva Asamblea Nacional deciden el 10 de marzo suprimir la moratoria sobre letras de pago, alquileres y deudas que han de pagarse casi inmediatamente.

La Comuna rechaza esta política de hacer pagar la crisis nacional al pueblo y a la pequeño burguesía. Esos sectores pequeños burgueses que fueron usados, por los burgueses, en las masacre de junio de 1848 contra los proletarios, ahora eran abandonados a la voracidad de los bancos.

La Comuna abrazó las reivindicaciones de los sectores medios (al mejor estilo de los piqueteros argentinos en las jornadas anteriores y posteriores al argentinazo).

Al mismo tiempo beneficiaba a los campesinos que tendrían que pagar con mayores impuestos la indemnización negociada por Thiers con los alemanes, en lugar de hacerlo los banqueros y todas las oligarquías que se habían beneficiado bajo el Imperio. Frente al aislamiento de la Comuna era fundamental tender una alianza con las otras clases oprimidas para ganarlos a la causa de la Comuna.

La legislación frente a la guerra civil

El 28 de enero de 1871, el gobierno de Thiers capituló ante los alemanes. De forma inmediata el supuesto gobierno proclamado de la “Defensa Nacional” se transformó en un gobierno rabiosamente burgués que llevo adelante una política de guerra civil contra la Comuna y los oprimidos en su conjunto.

El 18 de marzo, intenta robar los cañones en manos de los obreros. Es el inicio de una guerra civil del gobierno contra los trabajadores. Desprotegido frente al alzamiento que provocó, el gobierno burgués huye a Versalles, a 20 kilómetros de la capital. El 26 de marzo es electa la Comuna y asume el 28. El 30 de marzo la Comuna desarma al ejército y la corrupta policía imperial.

El día 5 de abril, en vista de que las tropas de Versalles fusilaban diariamente a los combatientes de la Comuna que eran capturados, de forma absolutamente cobarde e inmoral; se dictó un decreto ordenando la detención de rehenes, pero éste nunca se puso en práctica.

El 7 de abril, los versalleses tomaron el frente occidental de París, el 11 fueron rechazados, en el frente sur, pero París estaba bajo fuego constante de tropas francesas. Desde comienzos de mayo, la devolución gradual de las tropas francesas prisioneras, por los alemanes dio una superioridad decisiva a las fuerzas de Versalles.

Ese mismo 7 de abril, la Comuna, decretó llevar adelante represalias y declarando que tal era su deber “para proteger a París contra las hazañas canibalescas de los bandidos de Versalles, exigiendo ojo por ojo y diente por diente”. La política de los comuneros no podía ser otra, frente al avance de los versalleses a fuerza de fusilamiento, torturas, masacres y asesinatos por la espalda. Pero esta política casi no llego a aplicarse.

Mientras tanto la Comuna intentaba canjear al arzobispo de París y a una serie de clérigos retenidos como rehenes, por Auguste Blanqui, que en dos ocasiones había sido elegido para la Comuna, pero que estaba preso. En ese momento Thiers cortó relaciones con la Comuna mostrando su intención de eliminarla sin contemplaciones.
Cuando Thiers abandonó París a las apuradas el 18 de marzo, el Comité Central desistió de marchar sobre Versalles, que entonces carecía de la más mínima defensa. La vacilación en este punto fue decisiva para su corta vida. Algunos historiadores plantean que inclusive una parte de los comuneros suponían que la “defensa nacional” abriría la posibilidad de un acuerdo con el líder de la Francia burguesa. “La combinación de estas tareas contradictorias -el patriotismo y el socialismo- fue el error fatal de los socialistas franceses” resumió Lenin en 1908.

A pesar de vivir bajo ataque, la Comuna transformó París, que desde el comienzo del segundo imperio se había convertido en una especie de aguantadero de rufianes, burgueses ingleses, ex esclavistas norteamericanos, estafadores, ex dueños de siervos rusos, etc. En las calles abundaba la prostitución, los asaltos y los asesinatos. Bajo la Comuna la policía imperial fue disuelta e intervenida. En el París obrero reinaba el orden, pero no un orden represivo sino un orden de mayorías organizadas, se terminó con las zonas liberadas y las calles eran usadas por las familias trabajadoras para trabajar, intervenir en política y dirigir la Comuna. Los comuneros decían que todos los criminales se habían retirado a Versalles con la policía y el gobierno burgués.

A 150 años ¡viva la Comuna, su lucha y su obra!

La Comuna se constituyó en un gobierno obrero, pues la clase obrera era mayoría, la forma que adquirió ese gobierno fue la dictadura del proletariado, una dictadura revolucionaria de la mayoría contra la minoría explotadora. Para las masas la más absoluta democracia, con comuneros que cobraban el salario de un obrero y revocables; un gobierno para asegurar los intereses de las mayorías trabajadoras y las otras clases oprimidas aliadas.

Una dictadura contra los criminales burgueses que conspiraban y atacaban desde el palacio de Versalles. Su legislación ha servido para orientar a generaciones de luchadores revolucionarios. Las grandes conclusiones de la experiencia de la Comuna fueron utilizadas por los Bolcheviques para garantizar la victoria de la Revolución de Octubre en 1917.

Sus decretos de anulación del ejército, de la policía y la separación de la iglesia del estado; el armamento popular y sus nuevas instituciones, se han constituido en modelo de lo que debe hacer el proletariado para poner en pie su gobierno. Su defensa del internacionalismo proletario, la bandera roja, su frente único contra la clase patronal; son partes fundamentales del programa que hoy es levantado por luchadoras y luchadores en todo el mundo; y partes fundamentales del programa del Partido Obrero.

Su defecto fue no haber profundizado la dictadura revolucionaria del proletariado. Tomar el Banco de París les hubiera ayudado para defenderse del ataque brutal de los versalleses, también a extender la agitación revolucionaria a toda Francia y hasta podrían haber obligado a la burguesía a negociar. Al mismo tiempo la implementación de detenciones de los contrarrevolucionarios les hubiese permito que los mismos no se reagrupen; una cantidad de represarías, frente a las fechorías de los versalleses, habría hecho retroceder a una cantidad de cobardes contrarrevolucionarios.

Su legislación demostró, que la clase obrera era y es la clase revolucionaria, la clase que empuja al progreso de la humanidad para liberarse de la explotación capitalista, frente a una patronal que se volvió contrarrevolucionaria para defender su propiedad sobre los medios de producción.
La gran experiencia de la Comuna, como la de la Revolución Rusa y todas las revoluciones posteriores, nos servirán de experiencia a nosotros y a las próximas generaciones para llevar el socialismo a la victoria.