Aniversarios

26/4/2007|989

Las “Jornadas de Abril”

Fracasa el primer golpe de la burguesía contra la revolución

En la última semana de marzo de 1917, Estados Unidos entra en la guerra, del lado de la alianza de Gran Bretaña, Francia y Rusia. En ese mismo momento, Pavel Miliukov, ministro de Negocios Extranjeros del Gobierno Provisional y notorio dirigente del partido de la burguesía liberal (kadete), anuncia el plan oficial de avanzar sobre los Dardanelos 1 , en dirección a Turquía, para repartirse, con sus aliados, Austria, Armenia, el Imperio Otomano (que incluía Medio Oriente, desde Siria a Arabia Saudita) y Persia (la actual Irán). La cuestión suscita un debate en el Soviet de Petrogrado, en cuya cúpula los partidos conciliadores protestan por semejante franqueza y reclaman una retractación de semejantes propósitos. Le pedían a la burguesía que disimulara sus objetivos con mentiras.


La “discusión” transcurre durante más de veinte días entre bambalinas hasta que, a mediados de abril, una nota del mismo Miliukov, dirigida esta vez a los gobiernos aliados, vuelve a replantear el apoyo del Gobierno Provisional a los planes de conquistas junto a las democracias “amigas”. El 19 de abril el Soviet llega a la conclusión de que el mensaje de Miliukov era algo más que una simple formalidad: se reclamaba que el propio Soviet contribuyera, mediante el voto de un empréstito, al funcionamiento del Gobierno Provisional. En “aquel ajetreo habitual del doble poder vino a terciar inesperadamente una tercera fuerza: las masas se echaron a la calle con las armas en la mano. Entre las bayonetas de los soldados brillaban las letras de los cartelones: ‘¡Abajo Miliukov!’...”. 2 El 20 de abril, los trabajadores y soldados movilizados ocupan las principales arterias de la capital.


La irrupción de las masas en la escena política implicaba un giro en toda la situación. El 23 de marzo, el día en que el gobierno norteamericano declaraba la guerra a Alemania, las multitudes se habían lanzado también a las calles para enterrar a los muertos de la Revolución de Febrero. El clima era totalmente distinto al de Febrero: reinaban un orden y una calma completos; era el fervor de la unidad, parecía que la sociedad se manifestaba como un todo, con sus clases antagónicas en aparente armonía, los partidarios del gobierno burgués, los de los Soviets, codo a codo. Poco después, el 18 de abril (día en que en los países occidentales se celebraba el 1° de Mayo), las conmemoraciones del día de los trabajadores no alteraron el registro: no hubo violencia, las masas volvieron a movilizarse en un clima de total tranquilidad.


“La fiesta del Primero de Mayo —observa Trotsky—, lo mismo que el entierro de las víctimas (...) transcurrió como una solemnidad de carácter nacional. Sin embargo, un oído atento hubiera podido ya percibir, sin dificultad, en las filas de los obreros y de los soldados, notas de impaciencia y hasta de amenaza. La vida se hacía cada vez más difícil (...) los precios subían de un modo aterrador, los obreros exigían un salario mínimo, los patronos se resistían, el número de conflictos en las fábricas aumentaba sin interrupción. Empeoraba la situación desde el punto de vista de las subsistencias; se reducía la ración de pan, todo se racionaba, hasta el arroz. Crecía también el descontento de la guarnición; el mando de la región sacaba de Petrogrado a los regimientos más revolucionarios (....) Pero la raíz de todas las calamidades era la guerra, cuyo fin no se veía. ¿Cuándo la revolución traerá la paz? (...) Las masas prestaban un oído cada vez más atento a lo que decían los bolcheviques, les miraban de reojo, en actitud expectante, unos en tesitura medio hostil, otros con confianza ya. Bajo la solemne disciplina de aquel día de fiesta, el estado de espíritu se hallaba en tensión y las masas fermentaban. Sin embargo, nadie (...) suponía que los dos o tres días siguientes desgarrarían ya de un modo implacable el ropaje de la unidad nacional de la revolución.” 3 Así fue.


“Dos mundos se enfrentan”


El precario equilibrio se rompió ante la tentativa de la burguesía rusa de replantear la guerra como un expediente para disciplinar a las masas, impedir que se terminara de quebrar el viejo ejército zarista y asegurar de este modo su dominio, sus mercados y sus negocios. Contaba con participar del botín resultante de su alianza con Inglaterra y Francia. El ingreso de Estados Unidos en la guerra, con sus gigantescas reservas, acicateaba a la burguesía rusa, que buscaba asociarse a lo que se anunciaba como una victoria segura.


El gobierno capitalista pretendía esgrimir el carácter “defensivo” de la guerra, para conseguir la aceptación de los trabajadores (en defensa de la revolución que derrocó al zar y como un recurso para obtener la mejor paz posible). Pero el tono belicista y de ofensiva que rezumaba en la nota de Miliukov a los gobiernos aliados fue la gota que rebalsó el vaso. El clima se enrareció.


El espíritu de los trabajadores y soldados, que el 20 de abril (3 de mayo, según el nuevo calendario) se lanzan a las calles, fue de reacción ante el engaño: “¿Cómo, qué es esto? ¡Ah, de modo que esos señores no apoyan la paz, sino los fines que la guerra perseguía antes! ¡Entonces será inútil que esperemos! ¡Abajo!... Pero ¿abajo quién? ¿Es posible que tengan razón los bolcheviques? No, no puede ser. Pero ¿y la nota (de Miliukov a los gobiernos imperialistas)? Aquí hay alguien que quiere vender nuestro pellejo a los aliados del zar... (y) practicar una política de conquistas del brazo de Lloyd George y Ribot (los jefes de Inglaterra y Francia)” 4 . Este sentimiento se extendió como un rayo y “así estalló el movimiento” que se lanzó a las calles. 5


El 21 de abril las manifestaciones cobran mayor fuerza. Si el día anterior las calles habían sido tomadas por un movimiento desorganizado y espontáneo, ahora la manifestación era convocada por el Comité local de Petrogrado del Partido Bolchevique. Sus militantes agitaron los regimientos para imprimirle su propio sello a la movilización. El panorama general, con relación al estado de ánimo de las masas, no era homogéneo. El propio Trotsky, como cronista de este estallido, admite que algunos elementos exaltados del campo revolucionario exageraban las proporciones y la madurez política del movimiento. Se puede decir incluso que la burguesía buscó forzar una confrontación, entendiendo que no debía dejar progresar la marea revolucionaria. El 21, también los partidarios burgueses del gobierno bajan a la calle. Aparecen pancartas de apoyo a Miliukov y a favor del gobierno. Por primera vez se asiste a una movilización franca de las fuerzas contrarrevolucionarias.


El “viejo” clima de concordia de las manifestaciones del 1º de Mayo (18 de abril) se había esfumado. “No; la jornada no era precisamente un testimonio de la ‘unidad nacional’. Eran dos mundos los que se enfrentaban. Las columnas patrióticas, echadas a la calle por el partido Kadete contra los obreros y soldados, estaban compuestas exclusivamente por los elementos burgueses de la población, por oficiales, intelectuales, funcionarios públicos. Dos torrentes humanos, uno al grito de ‘¡Queremos Constantinopla!’ y otro al grito ‘¡Viva la paz!’, se derramaban sobre las calles partiendo de distintas partes de la ciudad, distintas por su composición social y por su aspecto exterior, con inscripciones hostiles en los cartelones y que, al chocar, recurrían a los puños, a los bastones y hasta a las armas de fuego”. 6 Se producen choques y refriegas.


Fuera Miliukov


La tentativa de la burguesía de proceder a un golpe contra la revolución se manifiesta cuando el general Kornilov —jefe de las tropas de la región militar de Petrogrado— se presenta al gobierno, que estaba reunido examinando el desarrollo de los acontecimientos, y plantea que está en condiciones de sofocar a los “grupos armados” revolucionarios. El gobierno vacila, temiendo hacer explotar el polvorín; el gabinete se divide. La provocación incluía alguna maniobra militar en el frente, con la conquista de posiciones en dirección a Turquía, en un plan que el propio Miliukov había trazado con los generales del Estado Mayor. Esta conquista insuflaría un aire patriótico a todo el asunto. Según admite el propio Trotsky, el plan “no estaba mal calculado (...) a condición de vencer (...) La empresa falló —añade con ironía— por una menudencia: la negativa de los soldados, dispuestos a defender la revolución pero no a atacar.” 7


Las “Tesis de Abril” comenzaban señalando la necesidad imperiosa de delimitarse absolutamente de la política guerrerista del Gobierno Provisional. Las “Jornadas de Abril”, que tuvieron lugar inmediatamente después, permiten constatar hasta qué punto los planteos de Lenin capturaban la realidad viva de la revolución.


El plan Miliukov-Kornilov fracasa miserablemente. En lugar de sitiar a la capital de los Soviets, los obreros y campesinos declaran una suerte de estado de sitio en los cuarteles pero bajo su propio control. Frente a las amenazas del alto mando, el Comité de los Soviets, obligado a actuar en defensa propia, envía un telegrama a todas las fuerzas militares de Petrogrado y sus alrededores para que no se permita la salida de ningún uniformado sin su autorización. El Soviet ordena, además, que esta directiva debe ser mantenida para el futuro. A los conciliadores que dirigen los Soviets, sin embargo, ni se les ocurrió tocar a Kornilov. Luego de poner a las tropas bajo su control, el Soviet planteó que por dos días cesasen todas las manifestaciones. La resolución fue votada por unanimidad, como si los actores de los acontecimientos se debieran a sí mismos una pausa frente al vértigo de la situación.


“Nadie dudaba, ni por asomo, de que todo el mundo se sometería a la decisión. Y, en efecto, ni los obreros, ni los soldados, ni la juventud burguesa, ni el barrio de Viborg, ni la perspectiva Nevski, nadie se atrevió a desobedecer la orden del Soviet. La pacificación se obtuvo sin que fuera preciso aplicar ninguna medida coercitiva. Hubiera bastado con que el Soviet se sintiera dueño de la situación para que lo fuera en realidad”. 8


La situación había cambiado tan rápidamente que Lenin salió a enfrentar como una aventura la propuesta de los bolcheviques más radicalizados de lanzarse al asalto del poder. 9 Kamenev, que hasta entonces rechazaba la política de ruptura con el Gobierno Provisional, hizo en estas jornadas una moción a favor del pasaje del gobierno a las manos del Soviet, y un pronunciamiento en el mismo sentido haría Stalin. Luego de las “Jornadas de Abril”, la delimitación de las fuerzas políticas actuantes será un factor clave en la evolución de todo el proceso que llevará a los obreros y campesinos al poder en octubre.


En los días siguientes, el provocador se irá: la renuncia de Miliukov abrirá una nueva fase del precario y débil equilibrio del doble poder.


1. Dardanelos: estrecho ubicado entre Europa y Asia; comunica el Mar Negro con el Mar Mediterráneo. En la Primera Guerra Mundial fue escenario de una sangrienta batalla en la que tropas británicas fracasaron en su intento de capturar Gallipolli, la principal ciudad de la región, en manos de los turcos.


2. León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa .


3, 4, 5, 6, 7, 8: ídem anterior.


9. Ver recuadro “Táctica y estrategia: La desviación izquierdista”.