Aniversarios

21/8/1990|311

50 Aniversario de su asesinato

León Trotsky: Un crimen contra la clase obrera mundial

Hace exactamente 50 años, el 20 de agosto de 1940, León Trotsky caía asesinado en su exilio mexicano por al agente stalinista, Ramón Mercader.

Stalin logró eliminar así al hombre que representaba la experiencia histórica del movimiento obrero mundial y, al mismo tiempo, a la cabeza política capaz de dotar a una nueva generación de la vanguardia obrera de un programa revolucionario. En la persona de León Trotsky, Stalin intentó asesinar a la revolución proletaria internacional.

Culminación de una etapa

El asesinato del creador del Ejército Rojo fue preparado políticamente durante años.

En los llamados “Procesos de Moscú” (1936/38) Stalin liquidó a la vieja guardia bolchevique que dirigió la Revolución y la Guerra Civil. Al mismo tiempo, Stalin hacía asesinar a los familiares y compañeros de Trotsky que se encontraban en el exilio o que militaban en el movimiento obrero de sus países. Con alcance de genocidio, hizo matar a sus opositores, especialmente trotskistas, que tenía confinados en los campos de concentración.

Estos asesinatos fueron posibles por la victoria de la reacción mundial y las grandes derrotas de la clase obrera. Primero en Alemania, donde el PC se rindió sin lucha ante Hitler, un crimen de dimensiones históricas aceptado alegremente por una Internacional Comunista completamente degenerada. Luego en España, donde el stalinismo ahogó en sangre la revolución en nombre de la “república democrática”, algo que se repetía en Francia donde su proletariado era entregado a la colaboración con la burguesía liberal imperialista. Finalmente el pacto Hitler-Stalin, que fue un golpe brutal a la clase obrera mundial y permitió a los nazis lanzar la guerra en Europa.

León Trotsky libró una batalla implacable contra cada uno de estos crímenes en nombre de los intereses de la clase obrera internacional y de la defensa del socialismo revolucionario. El asesinato del hombre que encarnaba, en sus ideas y en su acción, al internacionalismo proletario era una “necesidad” impostergable —que el mismo Trotsky pronosticó.

Escuela de asesinos

El asesinato fue confiado a expertos en la materia, los “comisarios políticos" de la GPU staliniana en la guerra civil española.

España fue el escenario de una lucha política fundamental entre la revolución y la contrarrevolución. En las retaguardias republicanas, la burguesía “democrática" y sus aliados stalinistas libraron una verdadera “guerra sucia” contra los “comités” que levantaron los trabajadores españoles para defender su revolución. Los “comisarios” de la GPU fueron los jefes de los “grupos de tareas" que asesinaron a miles de revolucionarios, anarquistas, poumistas y trotskystas. Asesinando la revolución proletaria, el stalinismo abrió el camino a la victoria de Franco.

Fueron estos hombres, asesinos profesionales de revolucionarios, los reclutados para asesinar a Trotsky. Su arquetipo era el italiano Vittorio Vidali, “comisario” del tristemente célebre "5° Regimiento”, y responsable del secuestro, tortura y asesinato del dirigente del POUM y ex-presidente de la Internacional Sindical Roja Andrés Nin. Hicieron también su carrera dirigiendo la represión en España hombres como Palmiro Togliati y Victorio Codovilla, secretarios generales “vitalicios" de los PC de Italia y Argentina. Ramón Mercader, el asesino de Trotsky, también “sirvió” en España.

España fue la verdadera “prueba de fuego” que entrenó y “formó" a estos hombres que alguna vez habían sido sinceros comunistas. Allí también se forjaron los hombres que entrarían en Europa del este con los tanques soviéticos para formar las “democracias populares” de Europa del este: entre el sangriento aplastamiento de la insurrección obrera de Barcelona y la brutal represión de los levantamientos de los trabajadores de Berlín, Budapest y Praga hay todavía un hilo conductor.

El asesinato

La ejecución fue cuidadosamente planificada. En setiembre de 1939, los “enviados de Moscú” acusaron a algunos de los dirigentes del PC mexicano de “debilidad ante Trotsky”. En el congreso celebrado en los meses siguientes, se formó una comisión especial, secreta, encargada de planificar “la lucha contra Trotsky", dirigida realmente por Vidali, pero presidida “nominalmente”, según Pierre Broué, por el argentino Victorio Codovilla, que de acuerdo al mismo autor, era un agente de la GPU desde fines de la década del 20.

El 24 de mayo de 1940 se produjo el primer atentado: un nutrido comando de la GPU y el PC mexicano, vestidos de policías, penetró en la casa de Coyoacán disparando con ametralladores y arrojando bombas molotov. Milagrosamente, Trotsky y su esposa salvaron sus vidas. La prensa stalinista lanzó la acusación de un “auto-atentado” pero en menos de un mes el cuento se desplomó al comprobarse la autoría de prominentes figuras del PC mexicano. Uno de ellos era el muralista David Alfara Siqueiros, viejo dirigente stalinista y “veterano" de la GPU en España Siqueiros pasaría un breve período en la cárcel, en 1941, aprovechando los permisos nocturnos para salir de parranda con el stalinista Pablo Neruda y la compañera de Vidali, Tina Modatin (ex-compañera de Juan Antonio Mella y probable corresponsable de su asesinato).

Paralelamente, la GPU trabajaba con un plan alternativo: infiltrar a uno de sus agentes en las cercanías de Trotsky. Ramón Mercader, con el nombre falso de Frank Jackson, cumplió esa tarea. Agente de la GPU en España, era hijo de una agente stalinista conocida en Cataluña por su ferocidad contrarrevolucionaria.

En 1937, Mercader fue enviado a Moscú; a su regreso se instaló en París donde se relacionó con una militante trotskysta estadounidense, lo cual al cabo de un tiempo le permitió llegar a Trotsky. El 20 de agosto de 1940, ocultando bajo su impermeable un pequeño pico de alpinista, Mercader entró en la casa de Coyoacán con la excusa de presentarte un texto a Trotsky. Cuando éste se inclinó a leerlo, Mercader le clavó el pico en la cabeza. Al día siguiente fallecía León Trotsky. Durante dos días después del asesinato, una impresionante muchedumbre de más de 300.000 personas se acercó al cuerpo sin vida del viejo revolucionario.

La vinculación del asesino con la GPU es irrefutable. En su decadencia, y para echar lastre, las herederas de Stalin han debido reconocer que la orden del asesinato partió del Kremlin.

¿Pero podían los servicios secretos yanquis (FBI) desconocer los planes del asesinato, en un país que forma parte de su “Área de seguridad” y donde sus agentes circulan libremente? La burguesía yanqui odiaba a Trotsky en una medida sólo comparable a su terror por la revolución. El Departamento de Estado le negó asilo político en 1933; la prensa yanqui hostilizó a México por haberle brindado refugio; en 1938, la cancillería rechazó su ingreso temporal aun cuando había sido invitado por una Comisión parlamentaria. Muerto Trotsky, el Departamento de Estado prohibió el ingreso de sus cenizas, solicitado por los trotskystas norteamericanos para realizar un acto de homenaje. La negativa del Departamento de Estado yanqui a permitir hasta el ingreso de las cenizas de Trotsky revela que la mano asesina de Stalin asumió la representación de la burguesía mundial, que, como Stalin, veía en Trotsky al representante de la revolución mundial.

Las últimas palabras de León Trotsky fueron “estoy seguro de la victoria de la IV° Internacional, ¡adelante!”. Cincuenta años después del asesinato, el stalinismo es un cadáver pestilente y la bandera de la revolución proletaria mundial encuentra en la figura y en la obra de León Trotsky su programa y su ejemplo.