Los soviets con la contrarrevolución


Luego de las “jornadas de julio”, cuyas alternativas tratamos en las entregas anteriores de esta serie, Lenin consideró que la consigna de “Todo el poder a los soviets”, que había sido el caballito de batalla de los bolcheviques desde abril de 1917, había perdido vigencia.


El poder se concentraba en el nuevo jefe de gobierno, Kerensky, que lanzó una represión contra los dirigentes bolcheviques y la vanguardia obrera. Kerensky conspiraba para organizar un golpe que liquidara a los soviets, reducidos a la impotencia bajo el liderazgo de los centroizquierdistas, socialrevolucionarios y mencheviques.


Según el propio Lenin, luego de las “jornadas de julio”, cuando Kerensky asume la jefatura del Gobierno Provisional, “tenemos ante nosotros el carácter fundamental del bonapartismo: un poder estatal apoyado en el militarismo (en los peores elementos del ejército) que hace equilibrios entre dos clases, dos fuerzas enemigas más o menos niveladas entre sí” 1 . Era una nueva situación.


Desde la clandestinidad, Lenin plantea que la primera etapa de la revolución estaba cerrada. Las consignas claves de la política bolchevique no podían seguir agitándose como si nada hubiera pasado. En el artículo denominado precisamente “A propósito de las consignas”, explica por qué no corresponde mantener en pie la consigna de “Todo el poder a los soviets”, y señala las condiciones en que eventualmente podría volver a cobrar actualidad. Este formidable pronóstico se presentará más rápidamente de lo que el propio Lenin suponía, menos de dos meses después.


Mientras tanto, Lenin no formula ningún planteo alternativo a la fórmula de “el poder a los soviets”, como consecuencia del repliegue de la revolución. Es lo que explica Trotsky en su propia versión del asunto (ver recuadro).


En “A propósito de las consignas” se examinan las condiciones creadas por el retroceso de las masas luego del levantamiento del 3 y 4 de julio. Lo que sigue son extractos de este artículo, menos conocido que otros textos clásicos de Lenin, apenas separados por subtítulos para su mejor comprensión.


Desaparece la “dualidad de poder”


“Hasta el 4 de julio —afirma en un inicio Lenin— regía en el Estado la llamada dualidad de poder, fenómeno que expresaba, material y formalmente, el carácter indefinido y de transición del poder del Estado. No olvidemos que el problema del poder es el problema cardinal de toda revolución. Durante ese período el poder se mantenía en un equilibrio inestable. Lo compartían, en virtud de un pacto voluntario, el Gobierno Provisional y los soviets, los cuales estaban formados por delegaciones de las masas de obreros y soldados armados y libres, es decir, no supeditados a ninguna violencia exterior… tal era el fondo de toda la cuestión. Esto era lo que abría y garantizaba a toda la revolución una senda pacífica para su desarrollo. La consigna de “Todo el poder a los soviets” señalaba el paso inmediato, el paso de realización directa en esta senda de desarrollo pacífico. Era la consigna del desarrollo pacífico de la revolución que, desde el 27 de febrero hasta el 4 de julio, era posible y naturalmente, el más deseable de todos, pero que hoy es ya absolutamente imposible…”.


La contrarrevolución


“El viraje del 4 de julio consiste precisamente en que a partir de esta fecha ha cambiado bruscamente la situación objetiva. El equilibrio inestable del poder ha cesado; el poder ha pasado, en el punto decisivo, a manos de la contrarrevolución… El 27 de febrero todas las clases se hallaron unidas contra la monarquía. A partir del 4 de julio, la burguesía contrarrevolucionaria, del brazo de los monárquicos y las centurias negras (organización fascista surgida en el régimen zarista), ha encadenado a su servicio a los socialistas revolucionarios y los mencheviques pequeñoburgueses, apelando en parte a la intimidación y poniendo de hecho el poder en manos de los Cavaignac (el general francés que en 1848 comandó la sangrienta represión de la revolución de junio), en manos de una camarilla militar que en el frente fusila a los insubordinados y en Petrogrado persigue a los bolcheviques.


”En estas condiciones, la consigna del paso al poder a los soviets podría parecer una quijotada o una burla. Mantenerla equivaldría, objetivamente, a engañar al pueblo, a infundirle la ilusión de que todavía hoy bastaría que los soviets quisieran tomar el poder para que el poder fuese a parar a sus manos; la ilusión de que en el soviet seguían actuando unos partidos no manchados todavía por su complicidad con los verdugos…


”…la esencia del problema es que hoy ya es imposible adueñarse del poder por la vía pacífica. Hoy, para llegar a él, hay que derrotar, luchando con resolución, a los verdaderos poseedores del poder, a la camarilla militar, a los Cavaignac que se apoyan en las tropas reaccionarias trasladas a Petrogrado, en los cadetes y en los monárquicos. La esencia del problema consiste en que estos nuevos poseedores del poder sólo pueden ser vencidos por las masas revolucionarias del pueblo, para cuyo movimiento es condición previa que esas masas se hallen dirigidas por el proletariado, y no sólo eso, sino que vuelvan sus espaldas a los partidos social revolucionario y menchevique que han traicionado la causa de la revolución.”


La cuestión clave


“El problema fundamental de la revolución es el problema del poder… es importantísimo que los obreros conscientes enfoquen serenamente el problema central de la revolución… El pueblo debe saber, ante todo y en primer término, la verdad; debe saber en manos de quién reside, en realidad, el poder del Estado. Al pueblo hay que decirle toda la verdad: hay que decirle que el poder está en manos de una pandilla militar de Cavaignac (de Kerenski, de ciertos generales, oficiales, etc.), apoyados por la burguesía como clase, con el partido de los kadetes a la cabeza, y con todos los monárquicos, que actúan a través de la prensa ultrarreaccionaria…, etc. Hay que derrocar ese poder. Mientras no lo hagamos, todo lo que sea hablar de lucha frente a la contrarrevolución no será más que palabras hueras, no será más que engañarnos a nosotros mismos y engañar al pueblo.


”Hay que dar a todas nuestras campañas de agitación en el pueblo un nuevo giro, teniendo en cuenta, precisamente, la experiencia concreta de la actual revolución y principalmente las jornadas de julio, es decir, haciendo ver al pueblo con toda claridad que sus verdaderos enemigos son la camarilla militar, los cadetes y las centurias negras y desenmascarando específicamente a todos los partidos pequeñoburgueses, a los partidos socialista revolucionario y menchevique que han desempeñado y desempeñan el papel de los verdugos. Hay que dar un nuevo giro a todas las campañas de agitación, haciendo ver a los campesinos que es totalmente inútil que confíen en obtener las tierras mientras no se liquide el poder de la pandilla militar… Bajo las circunstancias ‘normales’ del desarrollo capitalista, este proceso sería muy largo y difícil, pero la guerra y la ruina económica lo acelerarán extraordinariamente. Con estos ‘aceleradores’, un mes y hasta un año pueden igualarse a un año entero…”


Una nueva oportunidad


“…Es indiscutible que la batalla decisiva sólo podrá darse cuando la revolución vuelva a prender con impulso ascensional en lo más profundo de las masas. Pero no basta con hablar en general del impulso ascensional de la revolución…, la consigna que se desprende es la de dar batalla decisiva a la contrarrevolución que se ha adueñado del poder…


”En esta nueva revolución podrán y deberán surgir los soviets pero no serán los soviets actuales, no serán órganos de una política de pactos con la burguesía, sino órganos de una lucha revolucionaria contra ella. Es cierto que también entonces nos pronunciaremos por un Estado edificado enteramente según el tipo de los soviets. Pero no se trata del problema de los soviets en general sino de la lucha contra la contrarrevolución actual y frente a la traición de los actuales soviets.


”La sustitución de lo concreto por lo abstracto es uno de los pecados capitales, uno de los pecados más peligrosos que pueden cometerse en una revolución… En la actualidad, los soviets son como ovejas conducidas al matadero…, débiles e impotentes frente a la contrarrevolución, que marcha de victoria en victoria. La consigna de entrega del poder a los soviets podría ser interpretada como un ‘simple’ requerimiento para que esos soviets, los que hoy existen, se hagan cargo del poder. Pero decir eso equivaldría a engañar al pueblo.


”En Rusia comienza un nuevo ciclo… habrá todavía, naturalmente, toda una serie de etapas diversas hasta llegar al triunfo definitivo… Pero de esto podrá hablarse únicamente más tarde, cuando se vaya perfilando cada una de esas etapas por separado”.


1. Vladimir Lenin: "El comienzo del bonapartismo", 29 de julio de 1917.