Aniversarios
15/11/2007|1017
Más que un llamamiento…: “El comienzo de un nuevo régimen estatal”
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Luego de la retirada de los conciliadores, se cerraba la primera batalla política del Congreso. Ahora había que seguir adelante, avanzar con las medidas del poder. Pero el Palacio de Invierno seguía en manos del gobierno. Se convocó entonces un cuarto intermedio, que duró menos de una hora.
Cuando el Congreso se reanudó, la situación había cambiado. Kamenev leyó el telegrama que acababa de enviar Antonov: el Palacio de Invierno ha sido tomado; todo el Gobierno Provisional, excepto Kerensky, ha sido detenido. Mientras Kamenev intentaba leer la lista de los personajes detenidos, la euforia se apoderó del Congreso de los Soviets. Era la victoria.
Durante varias horas se sucedieron todavía las mociones de orden y los telegramas de apoyo al nuevo régimen por parte de todos los destacamentos y fuerzas militares revolucionarias. Casi a las cinco de la mañana, finalmente, Lunacharsky subió a la tribuna para leer un llamamiento del Congreso al pueblo. Escrito por Lenin, la proclama era mucho más que una declaración. Según las palabras de Trotsky, “no es un simple llamamiento (sino) el comienzo de un nuevo régimen estatal”1.
Este es el texto del llamamiento:
“Obreros, Soldados, Campesinos,
El segundo Congreso de los Soviets de Diputados obreros y soldados de toda Rusia comienza sus tareas. Representa a la gran mayoría de los soviets. Toma parte en él, asimismo, cierto número de delegados de los soviets campesinos.
Apoyándose en la voluntad de la inmensa mayoría de los obreros soldados y campesinos y en la victoria de los obreros y la guarnición de Petrogrado, el Congreso toma en sus manos el poder.
El Gobierno Provisional queda derrocado; la mayor parte de los miembros del Gobierno Provisional ha sido ya detenida.
El poder soviético propondrá una paz democrática inmediata a todas las naciones y un armisticio inmediato en todos los frentes. Procederá a entregar a los comités campesinos los bienes de los terratenientes, de la Corona y de la Iglesia. Defenderá los derechos de los soldados y llevará a cabo la total democratización del ejército. Implantará el control obrero sobre la producción, asegurará la convocatoria de la Asamblea Constituyente en la fecha fijada, tomará todas las medidas necesarias para abastecer de pan a las ciudades y a los pueblos de géneros alimenticios de primera necesidad. Asegurará a todas las nacionalidades que vivan en Rusia el derecho absoluto a disponer de su propia existencia.
El Congreso decide que el ejercicio de todo el poder en las provincias sea conferido a los Soviets de Diputados obreros, campesinos y soldados, quienes deberán asegurar una disciplina revolucionaria perfecta.
El Congreso hace un llamamiento a la vigilancia y firmeza de los soldados en las trincheras. El Congreso de los Soviets está persuadido de que el ejército revolucionario sabrá defender la revolución contra los ataques imperialistas, hasta que el nuevo gobierno haya podido concertar la paz democrática que va a proponer directamente a todos los pueblos. El nuevo gobierno tomará las medidas necesarias para cubrir todas las necesidades del ejército revolucionario, mediante una política firme de requisición e imposición a las clases poseedoras y para mejorar la situación de las familias de los soldados.
Los kornilovistas, Kerenski, Kaledin y otros se esfuerzan por lanzar tropas contra Petrogrado. Varios regimientos engañados por Kerenski han pasado ya al lado del pueblo insurrecto.
¡Soldados! ¡Oponed una resistencia activa al kornilovista Kerenski! ¡Manteneos en guardia!
¡Ferroviarios! ¡Detened todos los trenes de tropas enviadas por Kerenski contra Petrogrado!
¡Soldados! ¡Obreros! ¡Funcionarios! ¡El destino de la revolución y de la paz democrática está en vuestras manos!
¡Viva la revolución!"
El llamamiento estaba firmado por el Congreso de los Soviets de Diputados obreros y soldados de toda Rusia y delegados de los Soviets campesinos:
“La lectura de este manifiesto histórico fue interrumpida una y otra vez por tormentosas olas de ovaciones y gritos (…) Finalmente, a las 5 de la mañana del 26 de octubre el manifiesto que legitimaba la creación de un gobierno revolucionario fue votado y aprobado por un margen abrumador, con sólo dos votos en contra y doce abstenciones. Despuntaba una mañana gris y brumosa, típica del otoño de Petrogrado, cuando los delegados salieron lentamente del Smolny. En los pisos de arriba, los líderes exhaustos del Comité Militar Revolucionario se tiraban en el piso de sus oficinas repletas para tratar de dormir un poco, algunos por primera vez en varios días. Lenin se había ido al cercano departamento de Bonch-Bruevich para descansar y preparar un decreto sobre la reforma agraria para la siguiente sesión del Congreso. Los bolcheviques habían llegado al poder en Petrogrado y una nueva era en la historia de Rusia y del mundo acababa de comenzar”2.
1. León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa.
2. Alexander Rabinowitch, The Bolsheviks come to Power.