Aniversarios

11/12/2021

Memoria y lucha de clases, a 100 años de las huelgas de los obreros rurales de la Patagonia

Tribuna Docente, en el acto en memoria de los huelguistas asesinados.

La construcción de una interpretación del pasado es parte de la lucha de clases. La “memoria colectiva” supone la construcción de discursos anclados en un tiempo y un espacio, tiene una naturaleza política, y hay una relación estrecha entre memoria e identidad, personal y colectiva (Levín, 2009a, pp. 6).

La “memoria colectiva” implica la existencia de  diversos actores que elaboran diversas narrativas acerca del pasado, que tienen impacto en los mecanismos de creación identitaria de los grupos que componen una sociedad que, también, tienen demandas y reivindicaciones en relación con ese pasado. El campo de la memoria social, entonces, es un terreno de luchas simbólicas por los sentidos del pasado, en el que se enfrentan los intereses, valores e ideologías de diferentes grupos (Levín, 2009a, pp. 6).

Enzo Traverso afirma que la memoria, individual o colectiva, es una visión del pasado siempre mediada por el presente. Es decir, que son los valores, parámetros éticos e intereses del presente los que se ponen en discusión en la construcción de dicha memoria. ¿Son los intereses de los trabajadores los que se imponen cuando desde el gobierno se instituye el 7 de diciembre para conmemorar a los obreros “fallecidos”? ¿Dicha conmemoración es producto de la lucha de los obreros actuales? ¿Cuál es el objeto de la iniciativa política del gobierno en la institucionalización de la lucha de los obreros de la década del 20?

Eric Hobsbawm respecto de la memoria plantea que existe una “invención de la tradición”, un pasado real o mítico alrededor del cual se construyeron prácticas ritualizadas dirigidas a reforzar la cohesión social de un grupo o comunidad, a dar legitimidad a ciertas instituciones, a inculcar valores en el seno de la sociedad. En este contexto, resulta evidente que esta construcción de la memoria conlleva un uso político del pasado.

En este marco se desarrolla una importante lucha ideológica, en la cual los representantes e intelectuales de la burguesía intentan por todos los medios quitarle el componente reivindicativo a estas huelgas, intentan desvincular los movimientos de lucha actuales con aquellos que tiñeron de sangre los campos de la Estancia La Anita entre otros. Es más, el propio kirchnerismo pretende erigirse con total descaro como deudor de aquel proceso, como continuidad de estos ideales. Y entonces, aquellos obreros que fueron despojados de todo en su existencia, también son despojados del significado de su propia muerte.

En este punto es central la necesidad de disputar la construcción de esta memoria, de estas interpretaciones de nuestra historia, porque en esa memoria yace parte de la  experiencia histórica de la clase obrera de la región. La continuidad histórica de estos enfrentamientos sociales iniciados a principios del siglo pasado y cuyo principal hito es la denominada “Patagonia Rebelde” no está en los representantes del poder; no pueden porque ellos expresan los intereses de los fusiladores y no de los fusilados. Comprendamos que los sectores del nacionalismo burgués y el progresismo defienden los ideales y preceptos que garantizaron y garantizan la reproducción de las condiciones en las cuales los estancieros en particular, y propietarios en general perpetúan su explotación y opresión. Son estos sectores con representación parlamentaria en Santa Cruz, los que defienden las relaciones de propiedad y continúan protegiendo los intereses de los terratenientes. Para representar los intereses de los fusilados estos sectores políticos deberían volver a nacer sobre otros principios totalmente diferentes a su historia y su presente.

Pero esta disputa constante de significados no es nueva, no es patrimonio exclusivo del Estado argentino ni del kirchnerismo en particular.

Materialización y resignificación de la Memoria. A 100 años de la Patagonia Rebelde.

El gobierno de Santa Cruz emprende la tarea de construir e institucionalizar “La Memoria” sobre las huelgas y los obreros. En tal sentido sancionó la Ley 3056, en el año 2009, a través de la cual se creó el circuito histórico y turístico de las huelgas de 1921; y la Ley 3137, en el año 2013, mediante la cual se creó el Programa de Protección del Patrimonio Cultural, con objetivo de relevar el Patrimonio Histórico, Arquitectónico y Geográfico relacionado con los sucesos de las Huelgas Obreras de 1921.

En este marco la memoria es una foto trucada de ese pasado, sin causas, sin conflicto, sin contextualización, sin relaciones sociales de producción y de propiedad, es decir sin historia. Se crea así una especie de fetiche de la Memoria. Esta construcción y evocación que realiza el gobierno no reconoce el conflicto, la lucha de clases y en todo caso son “los pobres obreros sin voz” pero en ningún caso se reconoce la actualidad de aquellas relaciones sociales de producción que dieron origen al conflicto y que aun hoy perduran, intentándose romper el vínculo histórico de esos obreros y sus reclamos con los obreros y sus reclamos actuales.

El circuito histórico es una política de turismo, su desarrollo implica promoción de visita a determinadas localidades de la provincia, junto a ello un impulso a la hotelería, la gastronomía y los negocios vinculados de los recuerdos. Esa preocupación por la Memoria es transformada así en un nuevo negocio, la Memoria cosificada y convertida en mercancía.  ¿Cuánta plusvalía más continuarán entregando esos obreros a quienes se plantea recordar? Si la memoria en cambio tuviera como objeto pensar, reflexionar, comprender y explicar, el circuito no debiera ser turístico sino, en todo caso, educativo.

Nótese por ejemplo que desde la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia, en la revista Empoderar, se publicita las acciones y actividades que el gobierno de Santa Cruz realiza tendiente a “dar voz a aquellos que ya no pueden decir”, o “en el camino de construcción de una memoria sobre las huelgas y los obreros protagonistas”. En el caso particular del circuito histórico y turístico de las huelgas no figura como sitio de visita la Sociedad Obrera ni la Sociedad Rural. Es decir que los sitios centrales para visitar, si la idea es comprender el conflicto, están fuera del recorrido.

Osvaldo Bayer planteaba en un artículo respecto de este proceso encarado por parte del gobierno de Santa Cruz y su impacto: “Triunfaron definitivamente. Acabo de volver a visitar todos los lugares que recorrí en la Patagonia para investigar las trágicas huelgas rurales del 21-22. Hice el mismo camino de aquel entonces. Puedo decir que los vencidos de ayer han triunfado definitivamente. Los humildes héroes tienen el recuerdo permanente de la población. Sus nombres están inscriptos en colegios, monumentos, calles, cañadones. Ya no podrá venir nadie a alejarlos del recuerdo popular” (Página 12, 2/12/2006).

Permítasenos disentir con el planteo de Bayer, porque si bien siempre es mejor recordar que olvidar, este recuerdo atado a un montón de olvidos solo permite ganar a la burguesía. Los fusiladores y sus defensores históricos son hoy los dueños de las estancias visitadas por este frenesí turístico sobre la Memoria. Que no sean olvidados es importante claro está, ahora bien, más importante aun es el significado que dicho recuerdo tiene; no es lo mismo el cómo y qué se recuerda en términos de la narración de nuestro pasado.

Siguiendo el razonamiento de Bayer, Lucero y Navas en su trabajo “Los procesos de construcción de una memoria oficial en torno a las huelgas obreras de Santa Cruz de 1920/1921” plantean que “en este proceso la colocación de los nombres de los huelguistas a las diferentes calles de los nuevos barrios que se van desarrollando en las localidades de la provincia. Todas estas representaciones que evocan el pasado de las huelgas se conjugan de formas diferentes interpelando a la memoria a diversos segmentos sociales, aunque en todos los casos se comprueba que las huelgas del 1921 han sido incorporadas, resignificadas a las políticas de la memoria oficial del Estado.”

Este concepto de resignificadas es medular en cualquier discusión sobre los recuerdos, la memoria y la historia. Resignificar es lisa y llanamente darle un nuevo significado a partir de los ojos y las pasiones del hoy. No hay objetividad ni neutralidad claro está, y en consecuencia es una lucha que los revolucionarios no debemos dejar de dar al revisionismo burgués.

El 8 de diciembre de 2021 participamos del acto organizado por la Comisión  por La Memoria de las Huelgas de 1920 – 1921, reivindicando la lucha de la clase obrera y repudiando el fusilamiento de los huelguistas por parte del Estado burgués Argentino.

Hoy venimos a reivindicar la luchas de nuestros compañeros y asumir la continuidad histórica de su lucha, por el fin de la explotación del hombre por el hombre.