Primera crisis en la IV Internacional: la polémica en el SWP

Frente a la guerra imperialista

El pacto de Stalin con Hitler (Molotov-Ribbentrop), de agosto de 1939, abrió el camino para la invasión alemana de Polonia, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial. El ejército alemán acabó con la resistencia polaca en cuatro semanas. La URSS, por su parte, aprovechó este derrumbe para ocupar Polonia oriental que incluía territorios bielorrusos y ucranianos ocupados por Polonia desde la Primera Guerra. Estos hechos desencadenan críticas muy fuertes contra la URSS en los medios occidentales, como no había sucedido mientras el Kremlin llevaba adelante la política de los frentes populares y de alianza con los imperialistas democráticos (ni tampoco, acotemos, mientras se desarrollaron los atroces juicios de Moscú entre 1936-38). Especialmente en los ambientes “progres” de la época, que establecían una diferencia cualitativa entre el imperialismo “democrático” y el imperialismo nazi-fascista. Esto se dio muy fuertemente en los medios liberal-democráticos, los “progres” de Estados Unidos.


Este clima tuvo su impacto en el Socialist Workers Party (SWP, Partido Socialista de los Trabajadores), el partido trotskista de Estados Unidos, el más numeroso en ese entonces de la recién fundada IV Internacional. Una minoría de la dirección (Burnham y Shachtman) y un amplio sector de la juventud cuestionaron la política de defensa incondicional de la URSS, cuya conducta y acciones calificaban de “imperialista”. Y, por lo tanto, se oponían a la defensa de la URSS. Estos planteos terminaron cuestionando si la URSS podía seguir siendo considerada un Estado obrero. El bloque que defendió este planteo era heterogéneo y se va a quebrar a poco de su ruptura con el SWP. 


El trasfondo del debate remite a una caracterización de la guerra, y cuál debía ser la estrategia que debían adoptar los revolucionarios, la IV Internacional, frente a ella. Una de las cuestiones que Trotsky más va a destacar en las intensas polémicas de esos meses es que la oposición en el SWP trataba de fijar posiciones frente a tal o cual ataque o escaramuza bélica tratándolas en forma aislada y unilateral, sacando conclusiones políticas diferentes frente a cada una de ellas. Por el contrario, Trotsky destacaba la necesidad de tener una caracterización de la guerra y una estrategia frente a ella y no dejarse confundir por tal o cual fenómeno considerado aisladamente. La oposición cuestionaba la ocupación de Polonia y poco después la invasión de Finlandia por tropas rusas en noviembre de 1939, pero que podrían llegar a defender a la URSS si ésta fuera atacada. Es decir en lugar de un análisis de clase de las fuerzas en pugna en la guerra mundial, posiciones empíricas oscilantes que, en realidad, mostraban su absoluta falta de visión estratégica de lo que estaba en juego en la guerra mundial.


Como ejemplo, veamos cómo caracterizaba el rol de los pequeños Estados en la guerra. Señalaba que “tratar el destino de los pequeños Estados desde el punto de vista de la ‘independencia nacional’, ‘neutralidad’, etc., es permanecer en el terreno de la mitología imperialista” y agregaba “En lo que se relaciona con los Estados pequeños y de segunda categoría, no son sino peones en manos de las grandes potencias. La única libertad que les resta, y aún en una extensión limitada, es la libertad de elegir entre los amos”1. 


La guerra y la defensa de la URSS


Trotsky había previsto la posibilidad del acercamiento de Stalin a Hitler. En una breve nota del 7 de octubre de 1938, poco después del pacto de Munich (por el cual los imperialismos democráticos -Inglaterra y Francia- cedían a Hitler una porción de Checoslovaquia, que la dejaba indefensa frente a Alemania) señalaba que “el colapso de Checoslovaquia es el colapso de la política internacional de Stalin de los últimos cinco años. La idea de Moscú de una ‘alianza de las democracias’ para luchar contra el fascismo es una ficción perimida… el terrible golpe a la posición internacional de la URSS es el resultado de las sangrientas purgas que descabezaron al ejército, desorganizaron la economía y revelaron la debilidad del régimen stalinista. El origen de la política derrotista está en el Kremlin. Podemos ahora aguardar con certeza un acercamiento de la diplomacia soviética a Hitler al costo de nuevos retrocesos y capitulaciones”2.


En un artículo, apenas comenzada la polémica en el SWP del 25 de setiembre de 1939, Trotsky sostenía que “Los malentendidos en torno del asunto de la defensa de la URSS nacen frecuentemente de una comprensión incorrecta de los métodos de ‘defensa’. Defensa de la URSS no significa aproximación a la burocracia del Kremlin, aceptación de su política o de sus aliados. En este tema, como en todos los demás, permanecemos totalmente dentro del campo de la lucha de clases internacional… El Comintern interpreta la ‘defensa de la URSS’, como ayer interpretaba la ‘lucha contra el fascismo’, en base a la renuncia a una política de clase independiente. El proletariado se ha transformado -por diferentes causas y bajo circunstancias diversas- en una fuerza auxiliar de un campo burgués contra otro. En contradicción con este hecho, algunos de nuestros camaradas dicen: como no queremos convertirnos en instrumento de Stalin y sus aliados, renunciamos a la defensa de la URSS. Pero con esto sólo demuestran que entienden ‘defensa’ igual que lo hacen los oportunistas: no piensan en términos de una política independiente del proletariado. Como cuestión de principio, defendemos la URSS como defendemos las colonias, como resolvemos todos nuestros asuntos, no apoyando unos gobiernos imperialistas contra otros, sino por el método de la lucha de clases internacional, tanto en las colonias como en las metrópolis”3.


Y más adelante señalaba: “Para conseguir la posibilidad de ocupar militarmente Polonia mediante un acuerdo con Hitler, el Kremlin ha decepcionado una y otra vez a las masas rusas y del mundo entero, y ha conseguido la total desorganización de su propia Internacional Comunista. Nuestro criterio político primordial no es el cambio de las relaciones de propiedad en tal o cual área, por muy importante que sea, sino el cambio en la conciencia y organización del proletariado mundial, el afianzamiento de su capacidad para defender sus conquistas y proponerse otras nuevas. Desde este punto de vista, los políticos de Moscú, en conjunto, constituyen el principal obstáculo para la revolución mundial”.


Y concluía: “Debemos formular nuestras consignas de forma que los trabajadores vean claramente lo que estamos defendiendo de la URSS (propiedad estatal y economía planificada) y contra quien dirigimos nuestra lucha sin cuartel (la burocracia parasitaria y el Comintern). No debemos perder de vista ni por un momento el hecho de que para nosotros la destrucción de la burocracia soviética está subordinada a la preservación de la propiedad estatal de los medios de producción en la URSS; pero que la cuestión de preservar la propiedad estatal de los medios de producción en la URSS está subordinada a la revolución proletaria mundial”. Como sintetiza Jean-Jacques Marie en su biografía de Trotsky: “En una palabra, la victoria de la revolución en los países avanzados es más importante que la preservación misma de la propiedad estatal en la URSS, porque sólo la victoria de la revolución en el mundo puede asegurar realmente su mantenimiento”.4


“Sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial”


Apenas culminado el debate dentro del SWP, con la separación de los opositores, se convocó a una Conferencia internacional extraordinaria de la IV Internacional que se reunió en Nueva York del 19 al 26 mayo de 1940 y que será la última en vida de Trotsky. De su pluma saldrá el Manifiesto que, por la amplitud de temas que aborda, puede ser considerado como una actualización o complemento del Programa de Transición.


Caracteriza que los llamados a defender la “patria” y la “democracia” son utilizados para engañar a las masas: “Lo que le interesa a la burguesía de los grandes Estados no es en absoluto la defensa de la patria sino la de los mercados, las concesiones extranjeras, las fuentes de materias primas y las esferas de influencia. Cuando estos sagrados valores se ven amenazados, la burguesía inmediatamente se vuelca al derrotismo”.


“No es menor el engaño de la consigna de la guerra por la democracia contra el fascismo. ¡Como si los obreros hubieran olvidado que el gobierno británico ayudó a subir al poder a Hitler y su horda de verdugos! Las democracias imperialistas son en realidad las mayores aristocracias de la historia. Inglaterra, Francia, Holanda, Bélgica se apoyan en la esclavización de los pueblos coloniales.”5

Como la guerra imperialista y la conducta de la burocracia ponen en peligro la URSS llama a su defensa delimitándose de la política del stalinismo. “Sólo la revolución mundial podrá salvar a la URSS para el socialismo. Pero la revolución mundial implicará inevitablemente la desaparición de la oligarquía del Kremlin”.


El Manifiesto le dedica varios capítulos a los problemas de los países coloniales y semicoloniales (China, India, Latinoamérica) denunciando la conducta frente a la guerra de los dirigentes y organizaciones stalinistas, socialdemócratas, pacifistas y centristas. Para la IV Internacional, “La lucha por la independencia nacional de las colonias es, desde el punto de vista del proletariado, sólo una etapa transicional en el camino que llevará a los países atrasados a la revolución socialista internacional […] Así como la única fuerza genuinamente revolucionaria de nuestra época es el proletariado internacional, el único programa con el que realmente se liquidará toda opresión, social y nacional, es el programa de la revolución permanente”.



1. León Trotsky: En defensa del Marxismo, El Yunque, 1972.

2. León Trotsky: “Después de Munich Stalin buscará un acuerdo con Hitler”, 7/10/1938, Escritos.

3. León Trotsky: “La URSS en Guerra”, 25/9/1939, Escritos.

4. Jean-Jaques Marie: “Trotsky, revolucionario sin fronteras”, FCE, Buenos Aires, 2009.

5. León Trotsky: “Manifiesto de la IV Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial”. Conferencia de emergencia IV Internacional, 26/5/1940, Escritos.