Stalin decapitó a la flor y nata del Ejército Rojo

Stalin decapitó a la flor y nata del Ejército Rojo

Hace cincuenta años, el 11 de junio de 1937. el mariscal Tujachevsky, viceministro de Defensa, fue sometido a un juicio secreto, condenado a muerte y ejecutado cuarenta y ocho horas más tarde, junto a otros 7 generales que constituían la flor y nata del Ejército Rojo. Pocos días antes, el general Gamalrik, comisario general del Ejército, se había “suicidado”. Los generales fueron acusados de espionaje en favor de la Alemania Nazi y de preparar un complot junto a Hitler para favorecer una derrota soviética. Los acusados eran todos ellos héroes de la guerra civil: Yakir, comandante de Leningrado, Uborevich comandante del distrito occidental, Kork comandante de la Academia Militar, y el jefe de la caballería Primakov. El mariscal stalinista Voroshilov, ministro de Defensa, los acusó pocos días más tarde, de estar en connivencia con Trotstky.

“El Ejército Rojo fue decapitado”, declaró León Trotsky, al enterarse de las ejecuciones. Formados junto a él durante las guerras civiles, los consideraba, al margen de no tener con ellos afinidad política especial, como los mejores cuadros del Ejército Rojo y, de lejos, los más populares y capaces.

El proceso de los generales fue, con todo, solo la parte visible de una impresionante purga que desangró a las fuerzas armadas soviéticas. “En agosto de 1937, cuenta Leopold Trepper (creador de la red de espionaje soviética durante la segunda guerra, conocida como la Orquesta Roja), Stalin reunió a los dirigentes políticos del Ejército para preparar la depuración de los ‘enemigos del pueblo’ que pudieran existir en los medios militares. Aquella fue la señal para iniciar la matanza: trece de los diecinueve comandantes de cuerpo de ejército, ciento diez de sus ciento treinta y cinco comandantes de división y de brigada, la mitad de los comandantes de regimiento y la mayor parte de los comisarios políticos fueron ejecutados. El ejército rojo, así desangrado, quedó fuera de combate por algunos años” (El Gran Juego, p. 79). Se calcula en más de 35 mil a los oficiales asesinados.

Los “procesos de Moscú”

La purga del Ejército Rojo formó parte de los grandes “procesos públicos de Moscú”. Entre los más importantes se cuentan el de los “dieciséis” (Zinoviev, Kamenev y otros) en agosto de 1936; el de los “diecisiete” (Piatakov, Radek y otros), en enero de 1937; y el de los “veintiuno" (Bujarin, Rykov y otros) en marzo de 1938. En oleadas sucesivas fueron ejecutados todos los

sobrevivientes del comité central que condujo la revolución de octubre a excepción de Stalin y de Trotsky. Este último, el gran acusado de todos los “procesos" fue asesinado en Méjico en agosto de 1940 por un agente stalinista. La mayoría de estos dirigentes había formado parte durante la década del ’20 y comienzos de los años ’30 de; diversas oposiciones a la fracción stalinista, pero con excepción de Trotsky habían acabado capitulando y sometiéndose a los dictados de Stalin. Una impresionante purga recorrió a todo el aparato político y social soviético. Cientos de miles de opositores o sospechosos de. serlo fueron ejecutados, al igual que sus familias y allegados. Muchos más fueron enviados a los campos de concentración en Siberia, donde la mayoría encontró la muerte.

Las grandes purgas del 36-38 culminaron un largo proceso de usurpación política del Estado obrero por parte de la burocracia, a cuya cabeza se encontraba Stalin, gracias al enorme reflujo del proletariado mundial y soviético a partir de 1923. Aplastadas las oposiciones dentro del partido, las tensiones se trasladaron al interior de la fracción stalinista. El punto de partida de las depuraciones y purgas dentro de la fracción stalinista, fue el asesinato el 1o de diciembre de 1934 de Kirov, el líder stalinista de Leningrado, que gozaba de mayor popularidad que el propio Stalin, tanto dentro de su fracción como en los medios opositores. El asesinato fue llevado adelante por un grupo de jóvenes antistalinistas, pero la mano de la GPU (la policía política) estaba detrás.

A partir del asesinato de Kirov, las ejecuciones que hasta entonces habían sido un recurso excepcional de la represión stalinista, se hicieron cada vez mayores e impresionantes. Los propios jefes de la policía política fueron sucesivamente ejecutados, al igual que los fiscales que actuaron en la primera fase de los “Procesos”. También dos de los cuatro mariscales que avalaron las ejecuciones de Tujachevsky y los generales fueron luego, a su vez, ejecutados. Esta “renovación de cuadros”, como la llamó Stalin afectó también las estructuras de la Tercera Internacional. Direcciones de partidos enteros fueron ejecutadas. Cuenta Trepper, por ese entonces alumno de la Universidad para extranjeros en Moscú, que perecieron el 90 % de los militantes comunistas residentes en Moscú.

La burocracia y el Ejército Rojo

En ese cuadro, el choque entre Stalin con su GPU y el Ejército flojo era inevitable. En 1937, los mandos del Ejército Rojo estaban formados por los cuadros surgidos durante la guerra civil. la mayoría de ellos bajo el comando de Trotsky, fundador del Ejército Rojo. Aunque no habían sido oposicionistas y se habían adaptado dócilmente al creciente control stalinista, la crisis permanecía latente. Los jefes del ejército tenían su autonomía y no debían sus cargos a Stalin. La popularidad de éstos era muy alta, en particular la de Tujachevsky, reconocido mundialmente como un modernizador que había colocado al ejército rojo en un muy alto nivel técnico y estratégico (mecanización, paracaidismo, etc.).

Tujachevsky y los mandos del ejército rojo veían con inquietud la evolución de la Alemania nazi y consideraban inevitable el conflicto militar. Aunque Tujachevsky y Kirov no eran líderes políticos comparables a Trotsky o Zinoviev, la autoridad de uno sobre el ejército y del otro sobre la propia burocracia stalinista los transformaban en rivales peligrosos para el dictador ruso.

Como una cruel burla del destino, los jefes del ejército rojo, que criticaban a Stalin por la escasa preparación frente a una inevitable guerra con la Alemania nazi, fueron condenados como espías alemanes, en una falsificación de documentos en la que participaron los propios jerarcas nazis. Los mecanismos de la falsificación fueron puestos a luz por el propio Trepper, quien como jefe de la Orquesta Roja estuvo detenido por la Gestapo, y su captor, Goering, le contó cómo había urdido con su jefe Heydrich, comandante de las SS, la falsa acusación. Para esto contaron con el aporte de un ex general ruso blanco, Skoblin (quien trabajaba a la vez para la GPU) quien aportó la "denuncia” de que Tujachevsky preparaba un complot. Rápidamente agregaron pruebas falsas e hicieron llegar el material así compuesto a Stalin a través del gobierno de Frente Popular checo, presidido por Benes. Luego de este “affaire”, Hitler proclamó: “Hemos neutralizado a Rusia por 10 años”. A partir de esto pudo preparar la conquista de Checoslovaquia y la guerra sobre su frente oeste.

La decapitación debilitó terriblemente al ejército rojo y preparó las condiciones para el pacto Hitler-Stalin de 1939. Cuando finalmente Hitler invadió Rusia en junio de 1941, infligió en los comienzos terribles derrotas al ejército rojo, el cual tardó muchos meses en reponerse, y esto a costa de millones de bajas y de prisioneros. Los nuevos mandos ascendidos después de las purgas se destacaban por su servilismo al gran jefe (nombrado generalísimo). Como Stalin opinaba que no habría ataque alemán, nadie podía prepararse para ello, aunque las evidencias en contrario fueran abrumadoras (tanto Trepper desde la Europa Occidental con su Orquesta Roja, como Sorge desde Japón, informaron con debida anticipación del inminente ataque alemán).

Las “Revelaciones”

Durante el período de Kruschev (1956-1964), la dirección de la URSS reconoció la absoluta falsedad de todas las acusaciones llevadas contra Tujachevsky y sus compañeros. Las men-tiras y falsificaciones fueron atribuidas al llamado “culto a la personalidad”. Tujachevsky y sus compañeros fueron “rehabilitados”, así como Kirov y otros miembros de la fracción stalinista. Kruschev, secretario del PC de Moscú desde 1935, pretendía poner un manto piadoso sobre la burocracia apelando a la “obediencia debida”: actuaron coaccionadas por un sistema tenebroso a cuya cabeza estaba Stalin, único culpable y además ya muerto. La misma burocracia autora de los “procesos” es la que hoy usurpa el poder en la URSS.

Para los escépticos y charlatanes, los crímenes del stalinismo son atribuidles al bolchevismo, en tanto único partidario de la “dictadura del proletariado”. Pero bolchevismo y stalinismo están separados nada menos que por los antagónicos intereses del proletariado y de la burocracia usurpadora, como lo probaron los “procesos de Moscú”.

Los oportunistas y los "amigos de la URSS” vieron en los “Procesos” pequeñas deformaciones en el “glorioso camino hasta el socialismo”. Las purgas revelaron que la burocracia era un cuerpo extraño a las fuerzas vitales de la sociedad soviética, por eso para imponerse tuvo que masacrar a millones, con la consecuencia de debilitar en grado extremo la capacidad de defensa de la URSS. Lo cual refuta la monumental estupidez de que el stalinismo fue un "mal necesario” para construir el “primer” Estado socialista.