Aniversarios

24/5/2007|992

Trotsky ingresa al Partido Bolchevique

El recibimiento de Trotsky al llegar a Petrogrado en los primeros días de mayo, así como la inmediata y febril actividad en la cual se sumerge, eran un lazo tendido sobre la propia historia. Porque Trotsky había presidido el Soviet de Petrogrado en la primera revolución rusa (1905). Trotsky fue detenido, juzgado, encarcelado, enviado a Siberia y luego exiliado. Ahora, el que estaba liquidado era el régimen del zar. Volvían los Soviets, retornaba su más notorio líder. La aparición de los Soviets obreros en una revolución que debía cerrar el ciclo de las revoluciones burguesas formaba parte de un viraje histórico. Ponía fin a una época que se había extendido durante tres siglos, desde las revoluciones holandesa e inglesa (siglos XVI y XVII).


1789, 1848, 1905


Con la mención de estas tres fechas, Trotsky había escrito un texto memorable en 1906. Hasta el siglo XVIII y en la Revolución Francesa de 1789, señaló, la burguesía había acaudillado a la nación entera en la movilización para acabar con los representantes del pasado monárquico y precapitalista. En los episodios revolucionarios de 1848 de Europa, en cambio, la burguesía se había mostrado cobarde y temerosa, porque el proletariado protagonizaba sus primeras luchas y comenzaba a construir sus organizaciones. A mediados del siglo XIX, la burguesía ya no quería una revolución y el proletariado todavía no podía completarla. En 1905, el surgimiento de los Soviets planteó una nueva posibilidad.


En las palabras de Trotsky, “La clase obrera rusa del año 1906 no se parece en absoluto a la clase obrera (…) del ’48. Y la mejor prueba de ello es la experiencia de los Soviets de diputados obreros (…) órganos creados metódicamente por esta misma masa en orden a la coordinación de su lucha revolucionaria. Y estos Soviets, elegidos por las masas y responsables ante ellas, estas organizaciones incondicionalmente democráticas, practican una política de clase enormemente decisiva en el sentido del socialismo revolucionario (…) Es posible que el proletariado de un país económicamente atrasado llegue antes al poder que en un país capitalista evolucionado”. Es que “los ásperos conflictos internos que consumen gran parte de sus energías y privan a la burguesía de la posibilidad de desempeñar el papel principal, empujan a su antagonista (el proletariado) hacia adelante, le dan en un mes la experiencia de décadas, lo colocan en el frente más avanzado y le entregan las riendas tendidas, ocasión que él aprovecha para, decididamente y sin vacilaciones, dar a los acontecimientos un ímpetu poderoso”. 2


Trotsky fue el único de los líderes revolucionarios de la época que afirmó tan audazmente las conclusiones de la experiencia de 1905. El punto de vista de Trotsky se oponía por el vértice al planteo de los mencheviques que se negaban a cualquier otra cosa que no fuera a actuar a remolque de la burguesía. Con relación a la fórmula de Lenin de la época (la conocida consigna de “dictadura democrático-revolucionaria de obreros y campesinos”), Trotsky valoraba el hecho de que, a diferencia del menchevismo, traducía una clara conciencia sobre el carácter contrarrevolucionario de la burguesía y la nueva etapa histórica.


El planteamiento de los bolcheviques tenía, sin embargo, una limitación. En lo que el propio Trotsky consideró su definición más polémica y más dura al respecto, escribió en 1909 en un periódico que dirigía Rosa Luxemburgo: “Si los mencheviques, partiendo de la abstracción ‘nuestra revolución es burguesa’, llegan a la idea de la adaptación de toda la táctica del proletariado a la conducta de la burguesía liberal hasta la conquista del poder por esta última, los bolcheviques, partiendo de una abstracción no menos vacía (‘dictadura democrática no socialista’), llegan a la idea de la autolimitación burguesa democrática del proletariado, en cuyas manos se halla el poder. Claro está que la diferencia que los separa ante este problema es muy considerable: mientras que los aspectos antirrevolucionarios del menchevismo se manifiestan ya con toda su fuerza en la actualidad, los rasgos antirrevolucionarios del bolchevismo sólo significan un peligro inmenso en caso de triunfar la revolución”. 3


Ironías de la historia


Notablemente, quien enfrentó en la práctica, en el debut mismo de la nueva revolución de 1917, el rasgo “antirrevolucionario” de la fórmula de 1905, fue el propio Lenin, en contraposición a sus propios compañeros, los “viejos bolcheviques” que, como Kamenev y Stalin, pretendían una política de compromiso con la burguesía y su Gobierno Provisional. Todo indica que Trotsky no tuvo un conocimiento directo de esta polémica. Su retorno no fue en verdad nada tranquilo: expulsado de España en diciembre de 1916, fue embarcado a Nueva York, donde dos meses después logró iniciar el viaje de retorno a Rusia, cuando estalló la revolución y cayó el zar. Un viaje que, sin embargo, fue violentamente interrumpido porque en el puerto canadiense de Halifax, Trotsky fue recluido por orden del Ejército inglés, en acuerdo con… el Gobierno Provisional ruso, durante un mes. Sus escritos de los días previos a la partida de Estados Unidos fueron ya notablemente similares a los que en ese mismo momento, en el centro de Europa, publicaba Lenin.


La revolución, decía Trotsky, “no era un acontecimiento puramente ruso (…) era un eslabón del desarrollo de la guerra imperialista… (que) ponía a la orden del día no sólo la caída del zarismo sino también el fin de la guerra, una aspiración ampliamente compartida por los pueblos de Europa (…) la tarea más urgente (es) desenmascarar al Gobierno Provisional y luchar por un gobierno obrero revolucionario”. 4 Al regresar a Rusia saluda, como lo había hecho Lenin un mes antes, con la revolución en marcha, al principio de la revolución socialista internacional.


Al pisar el suelo de Petrogrado el 4 (17) de mayo, Trotsky verifica la completa sintonía de sus planteamientos con los de Lenin, que venía de corregir el rumbo del Partido Bolchevique. Al mismo tiempo, Trotsky toma conocimiento de una denominada “organización interdistritos”, que nucleaba a viejos revolucionarios internacionalistas, colaboradores suyos en el exilio, y que defendía la lucha por la dictadura del proletariado y estaba discutiendo su fusión con los bolcheviques.


La “organización interdistritos” reunía en Petrogrado a unos 3.000 obreros, una quinta parte aproximadamente de la militancia que congregaba el bolchevismo en esa misma ciudad. Trotsky explicará más tarde que desde que regresó estaba convencido de la necesidad de integrarse al trabajo político con los bolcheviques, objetivo que pospuso algunas semanas con el objetivo de colaborar con el ingreso del conjunto de la militancia de “interdistritos” al partido de Lenin; algo que efectivamente se concretará.


Pierre Broue da crédito a esta versión planteando que no encuentra pruebas de que, como señaló otro de los grandes biógrafos de Trotsky (Isaac Deustcher), fuera el “amor propio” lo que demoró su ingreso a las filas bolcheviques. Lo cierto es que, desde su regreso a Rusia y de las entrevistas prácticamente inmediatas que sostiene con Lenin (que le propone dirigir un nuevo periódico bolchevique) 5 , “Trotsky se compromete totalmente junto con Lenin y el Partido Bolchevique en el trabajo práctico (…) un partido cuyo crecimiento explosivo y autoridad sobre las grandes concentraciones obreras lo había transformado en una organización de masas, impresionando vivamente a quien había encabezado el Soviet de esa misma ciudad doce años atrás”. 6


Era, efectivamente, un lazo a la historia. Apenas Trotsky regresa a Rusia, los bolcheviques plantean que sea admitido en el Ejecutivo del Soviet. La moción bolchevique se basaba en el papel que Trotsky había jugado en 1905 como presidente del Soviet de Petrogrado. Pero resulta difícil creer que Lenin se limitara a reclamar un “reconocimiento” a la conducta pasada de Trotsky; por sobre todo, le importaban el presente y el futuro: Trotsky planteaba, como Lenin, la necesidad de la “segunda revolución” que llevara a los obreros y campesinos al poder. Con Trotsky en el Ejecutivo de los Soviets, los bolcheviques ganaban una voz poderosa y elocuente. Por las mismas razones, los mencheviques y socialistas revolucionarios recelaban del ingreso de Trotsky… pero les era imposible negarse. Por eso, “no es menos significativo que los mencheviques y socialistas revolucionarios hayan tenido que aceptar la propuesta aún con mala voluntad, precisando que Trotsky tendría voz pero no voto”. 7


Con su voz, de todos modos, alcanzaba. Como agitador inigualable, Trotsky se zambulló en el movimiento de la clase obrera. Era Trotsky en su salsa, y así lo describió con su propia pluma: “Aquello era un torbellino de mitines. De los oradores revolucionarios de Petrogrado, unos hablaban fogosamente y otros estaban completamente afónicos. La revolución de 1905 me había enseñado a administrar con cuidado mi garganta; pero no se crea que por ello abandonase ni por un instante el frente de lucha. Los mitines se celebraban en las fábricas, en las escuelas, en teatros y circos, en las calles y en las plazas públicas. Volvía a casa agotado después de medianoche, y en aquel estado de excitación nerviosa apenas dormía, cavilando entre sueños los argumentos más eficaces contra el enemigo político; hacia las siete de la mañana, y algunos días más temprano aún, ya sonaban en la puerta de mi cuarto aquellos golpecitos antipáticos e insoportables que venían a sacarme de la cama; unas veces, me llamaban a un mitin de Peterhof; otras veces, eran los de Cronstadt, que mandaban una gasolinera a buscarme, y así sucesivamente. No había vez que no pensase que iba a serme imposible llegar hasta el fin de aquel mitin. Pero no sé qué reservas nerviosas vendrían en mi ayuda, el caso es que me estaba hablando una hora, dos horas, y aún no había acabado de hablar cuando ya me rodeaban comisiones de otras fábricas o de otros distritos que venían a decirme que en tal o cual sitio estaban reunidos miles de obreros y que llevaban una, dos, tres horas esperándome. ¡Era increíble la paciencia con que en aquellos días la masa, ya despierta, estaba pendiente de cualquier palabra nueva de sus conductores!”. 8


Era Trotsky en su elemento, la revolución.


1. León Trotsky, Mi Vida.

2. León Trotsky, Resultados y perspectivas.

3. León Trotsky, La Revolución Permanente.

4. Pierre Broue, Trotsky.

5. La oferta que le hace Lenin a Trotsky de ser el director del nuevo periódico bolchevique no sólo tiene por objetivo resolver la crisis de la prensa bolchevique, que bajo la dirección de Stalin había jugado el penoso papel de apoyar condicionalmente al Gobierno Provisional. Es, también, un “reconocimiento” a la calidad de Trotsky como escritor y editor revolucionario. Como el propio Lenin y otros dirigentes bolcheviques reconocieron en más de una oportunidad, durante la revolución de 1905 el periódico editado por Trotsky tenía una circulación mucho más masiva y popular que el periódico de los bolcheviques.

6 y 7. Pierre Broue, ídem.

8. León Trotsky, Mi Vida.