Aniversarios

6/6/2019

Un revolucionario del PO en el Cordobazo

A 50 años de la muerte de Marcelo Martín (Ernesto Foix), fallecido en un accidente nunca esclarecido el 7 de junio de 1969.

(nota) , (copete)

Foto: Facebook de María Cecilia Foix (hermana de Ernesto Foix)

La nota que presentamos fue escrita por Christian Rath, compañero de militancia de Marcelo Martín (pseudónimo militante de Ernesto Foix), desde su temprana juventud en los grupos de origen católico que, influidos por la Revolución Cubana, se orientaron a una búsqueda revolucionaria. Fue publicada en el periódico Prensa Obrera del 9 de abril de 2009, cuando el XVIII Congreso del Partido Obrero había designado como presidente honorario a Marcelo Martín y tomado su nombre.


Marcelo se incorporó a Política Obrera a principios de 1965 junto a los militantes que provenían del catolicismo (Christian Rath y Silvia Amorín entre ellos) y un grupo que provenía de Vanguardia Revolucionaria (desprendimiento de la Federación Juvenil Comunista), que venían discutiendo entre ellos el camino para la construcción de una organización revolucionaria en Bahía Blanca. El vínculo surgió de los compañeros de VR que nos habíamos incorporado hacia octubre de 1964 en Buenos Aires y significó una derrota política del morenismo, que también los había contactado previamente. La crítica al entrismo del morenismo en el peronismo fue decisiva para las incorporaciones que dieron nacimiento a la primera regional de Política Obrera fuera de Buenos Aires.


Marcelo lideró la regional de Bahía Blanca combinando un esfuerzo personal de formación (leyó El Capital durante el proceso de debates para definirse por el marxismo), una gran capacidad de organización y una empatía personal que lo acompañó toda su vida, no exenta de rigor principista. La regional orientó rápidamente su trabajo político hacia el movimiento obrero y logró una importante influencia en el gremio de la construcción, con fuerte peso entre los politizados trabajadores chilenos. Varios obreros de la construcción se incorporaron a Política Obrera.


Tras el golpe de Onganía y siguiendo la política de extensión territorial y proletarización de la organización, se mudó a Córdoba junto a su compañera (también se trasladó Christian Rath) e ingresó en la fábrica automotriz Transax, donde trabajó hasta su muerte.


Fundador de Vanguardia Obrera Mecánica (VOM), orientó su intensa agitación en las plantas automotrices y logró un fuerte vínculo con los trabajadores de su fábrica. Anticipó el Cordobazo. El viernes 23 de mayo de aquel explosivo 1969 viajó a Buenos Aires con un informe detallado de cómo los trabajadores estaban preparando la jornada del 29. Con su rigor habitual había traído el informe escondido entre las medias para prevenirse de cualquier retén represivo que pudiera interponerse.


Su muerte el 7 de junio en un accidente “poco común”, como lo definió un obrero de VOM, privó a nuestra organización de uno de sus cuadros más valiosos. Sus escasos cuatro años en Política Obrera dejaron una huella imborrable, mostrando de qué madera están hechos los militantes revolucionarios que construyeron nuestra organización.


¡Marcelo Martín, hasta la victoria!


El XVIII Congreso: ‘Congreso Marcelo Martín’


El 7 de junio de 1969 moría en Córdoba Ernesto Foix (Marcelo Martín, para sus compañeros de lucha y de partido) en "un accidente de características poco comunes, pero terriblemente fatal". La frase es de Adán Vega, un luchador incansable de IKA Renault, fundador de una de las primeras agrupaciones que en el país enarboló con orgullo la palabra "clasista": Vanguardia Obrera Mecánica-VOM.


Casi cuarenta años después, Ernesto es el presidente honorario del XVIII Congreso de nuestro partido.


La militancia política de Ernesto comenzó en la Universidad del Sur, Bahía Blanca, en la Liga de Estudiantes Humanistas. Nacida a instancias del clero, la Liga había sido parte del movimiento nacional de apoyo a la creación de "universidades libres", privadas y confesionales, impuesta por el gobierno de Frondizi. En la década del '60, sin embargo, la radicalización provocada por la Revolución Cubana produjo una crisis profunda en el seno de la juventud católica, base militante del Humanismo. Se puso en discusión el apoyo del clero a la Libertadora. En Bahía Blanca, los curas jóvenes y los seminaristas dejaron sus hábitos en masa y se volcaron apasionadamente a la búsqueda de un canal militante y al estudio de los clásicos del marxismo. Se pretendía realizar una síntesis entre la teoría de la evolución y el principio de Dios, esbozada por Theilhard de Chardin.


(En la vieja residencia para estudiantes en que vivíamos, dos enormes altoparlantes de cara a la Avenida Colón difundieron la Segunda Declaración de La Habana, proclamada por Fidel Castro en febrero del '62, durante días y días.)


Confusamente, la batalla contra el "reformismo" en las universidades nos había llevado (antes) al estudio de las obras de Trotsky y al vínculo efímero con Palabra Obrera (morenismo). En 1964, Ernesto tomó contacto con el núcleo fundador de Política Obrera, abrevamos en las primeras revistas teóricas y elaboramos nuestra primera definición política: el rechazo a la disolución política que significó el entrismo en el peronismo y en las 62 Organizaciones llevada adelante por el morenismo.


El marxismo era aún una batalla pendiente. Ernesto era, en ese entonces, "editor director" de un periódico inspirado en una de las vertientes del "social cristianismo", inspirada en Emmanuel Mounier, autor del Manifiesto Personalista, que vastos sectores del clero pretendieron oponer al Manifiesto Comunista.


Nadie como Ernesto para rechazar la ambigüedad. Convocó a la mejor propagandista de un grupo de jóvenes marxistas de Bahía Blanca, que había roto por la izquierda con la Federación Juvenil Comunista, para exponer sobre el mito de las religiones y de la idea de Dios. Luego de un plenario en que no quedó piedra sobre piedra de antiguas convicciones, la inmensa mayoría de los "personalistas" cristianos (¿25, 30?) abrazó el ateísmo y, en definitiva, el marxismo revolucionario.


Junto a otros compañeros, Ernesto Foix ingresó en Política Obrera el 1º de mayo de 1965. La primera regional del naciente partido se constituyó sobre tres vertientes: jóvenes de la Acción Católica, "social cristianos" y marxistas provenientes de aquella escisión de la FJC, que actuó por un breve período como Vanguardia Revolucionaria.


Bahía Blanca fue el primer gran escenario de Ernesto como dirigente. Empeñó la batalla por la conquista del proletariado industrial a través de la agitación constante y la proletarización. Es de aquel tiempo la penetración en la Carne (frigorífico Cuatreros) y, por sobre todo, en la Uocra, que dio origen a la primera agrupación orientada por el PO en la zona y a los primeros obreros (chilenos politizados en varios casos) que ingresaron en el partido.


Córdoba en las vísperas


En junio de 1966, las FFAA derrocaron al débil gobierno de la UCR e instalaron una dictadura militar que se propuso crear una Segunda República. Ernesto Foix se instala en Córdoba con la misión de fundar una regional en la provincia, donde se encuentra con el proletariado industrial más concentrado del país. Al poco tiempo, ingresa como operario en la fábrica Transax (actualmente VW), una de las siete plantas organizadas en el Smata. Estas fábricas van a constituir el laboratorio de lo que sería la huelga política de masas más importante de la historia argentina.


Ernesto lideró un inmenso proceso de preparación política del Cordobazo. Desde 1966, IKA (luego Renault) fue el centro de sucesivas batallas contra las patronales empeñadas en rebajar los "costos laborales" y aumentar la "productividad". Desde 1966 a 1968 el rendimiento hora del trabajador mecánico había aumentado entre un 60 y 80% por medio del incremento de los ritmos de producción. La agrupación VOM creció al calor de una agitación intensa contra la superexplotación. Un texto que quizá tiene la autoría de Ernesto, una semana antes del Cordobazo, informa sobre "la gigantesca influencia que ha alcanzado la agrupación clasista VOM en los últimos cuatro meses. Las principales secciones de la fábrica han seguido las orientaciones prácticas de la agrupación en el 90% de los conflictos, en especial en la lucha contra la ‘racionalización'…"; una influencia que "no es sindical sino también política", desde el momento en que para construir la agrupación "se discutieron los problemas tácticos del movimiento obrero y revolucionario, la lucha contra la represión, la unificación con el resto de las luchas… y la construcción del partido" (Política Obrera Nº 51, 21/5/69).


Bajo la dirección de Marcelo Martín, Política Obrera fue una corriente viva y actuante en el Cordobazo. En el periódico anterior al 29 de mayo, se vaticina la insurrección obrera y se traza una orientación: "Por un inmediato paro nacional… Ni recambio burgués, ni salida burguesa, ni planteos tácticos burgueses. Córdoba indica el camino: derrocar a la dictadura, imponer un gobierno obrero y popular que expropie a los monopolios y llame a una Asamblea Constituyente" (ídem anterior).


La jornada del 29 de mayo nace por mandato del plenario de delegados (con barra) del Smata Córdoba, que exige un paro de 48 horas con movilización, en primer lugar contra la derogación del ‘sábado inglés' (que permitía trabajar 44 horas y cobrar 48), y supera todas las previsiones de la dirección de la CGT. Al mediodía, los trabajadores han derrotado a la policía y son dueños de la ciudad sin que la dirección sindical (Torres, del Smata, bajo la dirección de la CGT de Vandor; Tosco y Ongaro, de la CGT de los Argentinos) atine a nada. Con el transcurso de las horas, sus emisarios llaman al repliegue. A las 15 horas, el Comité Regional Córdoba de PO se reúne de emergencia en el Hospital Rawson, en la Bajada Pucará, bajo la dirección de Ernesto y, a las 17 horas, se hace público el Comunicado Nº 1 "dado en territorio ocupado por el pueblo", que llama a organizar "comités de barrio y de barricada que junto a las CGTs se constituyan en el gobierno provisional, obrero y popular de Córdoba. Por el inmediato desarme de todas las fuerzas de la represión (a esas horas varios policías se habían rendido y entregado sus armas a los piquetes obreros concentrados en las barricadas), por el levantamiento inmediato del estado de emergencia en todo el país, por el armamento de los trabajadores, estudiantes y el pueblo, por el derrocamiento revolucionario de la dictadura y la implantación de un gobierno obrero y popular" (Política Obrera Nº 52, 4/6/69).


"Córdoba alumbró la semana pasada la huelga política de masas más extraordinaria del país en los últimos cincuenta años… se ha puesto a luz el fenómeno fundamental de todo el proceso político y social del país: el nacimiento de una vanguardia revolucionaria obrera" (ídem). Ernesto o Marcelo fue actor, no partenaire, de este alumbramiento.


Muchas cosas más podrían plantearse. "No conocí otro tipo que pudiera demoler literalmente una posición y, a la vez, lograr que el derrotado saliera con más empeño que nunca a su nueva batalla", fue el reconocimiento inmenso de uno de sus compañeros en Córdoba.


Ernesto fue "todo esto", en sólo cinco años. Una contribución enorme, valiosa, rica, pasional a la lucha por la emancipación humana. Hubo luego que asegurar la continuidad. Sin Marcelo Martín, fue mucho más difícil.