Aniversarios

29/5/2017

“¡Viva el alzamiento obrero-popular de Córdoba!”

Publicado en Política Obrera N°52, 4 de junio de 1969.

Política Obrera


Como homenaje a la gesta obrera del Córdobazo, en su 48° aniversario, a continuación reproducimos integralmente la cobertura que brindó Política Obrera a pocos días de los hechos. 


 


Los acontecimientos cordobeses han introducido un nuevo protagonista, un protagonista decisivo en la historia nacional: el proletariado revolucionario. Córdoba alumbró la semana pasada la huelga política da masas más extraordinaria del país de los últimos cincuenta años. Más aún, todo el cuadro de la movilización cordobesa fue el cuadro de una movi­lización anticapitalistas todas las fuerzas políticas burguesas desaparecieron dando paso al "mando protector" de la represión militar abierta. La iniciativa política y organizativa de las manifestaciones multitudi­narias del jueves y viernes pasado no recayó en ningún partido tradicional, no recayó en el peronismo, no recayó en ningún sector de la burocra­cia sindical. Toda la colosal energía desplegada por los trabajadores cordobeses fue estimulada por la iniciativa de los obreros mecánicos y metalúrgicos, por los activistas de base y los delegados antiburocráticos. La huelga política de las masas cordobesas ha puesto a luz el fenómeno fundamental de todo el proce­so político y social futuro del país: el nacimiento de una vanguardia revolucionaria obrera.


 


Los que no quieren reconocer que este es el hecho nuevo decisivo de la política nacional, y latinoameri­cana, son los misinos que no han que­rido reconocer el lento proceso de maduración política del activo obre­ro que se viene operando en el país desde hace más de diez años, y que ha producido su primera eclosión la semana pasada en Córdoba. Es el mismo error en que han caído quienes atribuyeron el origen de las movilizaciones actuales a Corrientes y no a la misma Córdoba el miércoles 14 de mayo frente al local del Córdoba Sport; es decir, quienes atribuyeron la iniciativa combativa actual al estudiantado y no al proletariado. Las calles de Córdoba fueron ocupadas en un 70$ por obreros cuya edad promedio era de 25 años. Lo que todos los militantes deben retener como dato fundamental es que el 60$ de las consignas de poder que se vivaron en las calles se concentraron en "gobierno obrero y popular"; un 30$ en "gobierno popular"; pero ninguna de ellas casi hizo referencia a Perón.


 


La movilización cordobesa careció de una dirección política revolucio­naria, pero no fue una movilización espontánea. Hace dos años por lo menos que los activistas de mecánicos vienen discutiendo la necesidad de una movilización política y la forma organizativa para garantizarla.


 


El año pasado el gremio mecánico es­tuvo envuelto en importantes movili­zaciones, no solo propias sino en apoyo de luchas estudiantiles. El 28 de junio del año pasado, la planta de Pedriel salió por su cuenta a la huelga y participó en las luchas callejeras en el barrio Clínicas. El 16 de agosto, los obreros de Santa Isabel por su propia iniciativa, defendieron un paro de actividades a tiros contra la represión policial. El 20 de octubre más de mil obreros vivaron la línea de un paro regional, en apoyo a la huelga da los pe­troleros de Ensenada. En los primeros cuatro meses de este año arreciaron las medidas de fuerza de las distintas secciones contra los pla­nes de superexplotación de la patronal. Desde diciembre el gremio me­talúrgico viene cumpliendo paros exitosos por la quita zonal, y aun el gremio del transporte, desorganizado, hizo paros efectivos. Pero lo fundamental, es que se discutió mucho en las principales fábricas la necesidad de una huelga antidic­tatorial con manifestaciones calle­jeras capaces de rebalsar a la policía. El triunfo antipolicial en Córdoba el miércoles 14, la extraordinaria huelga del jueves y viernes y el triunfo antipolicial en Rosario el miércoles 21 puso todas las idees a la orden del día, y una barra de activistas mecánicos muy numerosa se las impuso al plenario de delegados del jueves 22. Aprobado este curso de acción el entusiasmo cundió entre la gran masa de obreros, al mismo tiempo que se discutía, ahora que clase de gobierno debía reemplazar a la dictadura derrocada. No se esperaba derrocarla con una maní festación, pero la perspectiva poli, tica era claramente discutida, aunque confusamente resuelta. Los consejos de guerra en Rosario no atenuaron sino que acrecentaron el entusiasmo de salir.


 


La fuerza enorme de la moviliza­ción cordobesa es la expresión avanzada de una colosal explosión de fuerzas populares a nivel nacional, la lucha callejera en Rosario el miércoles 21 fue de una envergadura desconocida. Al lado de mil o dos mil activistas estudiantiles y políticos participaron quince mil personas de todas las clases de la población oprimida; también aquí la solidaridad vecinal en el centro de la ciudad fue total. En Rosario el viernes 23 se dio el paso fundamen­tal de ruptura con el temor a la represión dictatorial: en pleno estado de emergencia el paro general fue unánime; en el entierro del compañero Blanco hubo diez mil asistentes y durante toda la jornada se improvisaron manifestaciones de repudio. Rosa­rio tuvo sobre Córdoba una influencia extraordinaria: dio impulso defi­nitivo a todas las decisiones en curso.


 


A esto hay que agregar la movili­zación del martes 27 en Tucumán, que desbordó por completo a la policía.


 


Al igual que en Córdoba y Rosario varias decenas de manzanas quedaron en manos de los manifestantes con amplia solidaridad del vecindario.


 


Un párrafo especial en esta conmoción nacional merece el paro nacional de 24 horas el viernes pasado. Es indudable que el proletariado y el es­tudiantado militante de Buenos Aires están muy por detrás de sus compañe­ros del interior. Favorece de forma decisiva esta situación el mayor dominio de la burocracia sindical, la mayor extensión de las ciudades, lo que inhibe el contacto rápido, la mayor fuerza represiva de la policía y la dispersión de los activistas en multitud de fábricas. Pero el paro del viernes fue extraordinario. Fue un paro abiertamente político, antidictatorial. Por esta razón, la ma­yoría de los obreros de los gremios participacionistas se adhirieron por encima de sus direcciones. En San Martín, los textiles pararon por decisión de los delegados, pero en la carne –La Negra, Anglo– el paro fue enteramente decidido el día anterior por los obreros en cada sección; en algunas fábricas aceiteras, Ebonoba, esto se logró con los piquetes que se formaron en el caucho –Pirelli– lo decidió una asamblea; en General Motors, San Martín, reuniones de seccionales en los baños ante la ausencia de los delegados; en Golorín, por iniciativa de los activistas; aún en Grafa, que no paró, el día viernes la tensión contra la patronal y los delegados fue brutal.


 


Esta gigantesca movilización nacional no fue un desborde puramente espontáneo. Lo prueban las consignas, lo prueban los métodos de lucha y la actitud consciente en la calle. Lo prueba el lugar ocupado por el proletariado en la movilización. Lo prueba la consistencia que guarda el movimiento a más de tres semanas de iniciado, a pesar de carecer de una dirección política reconocida. Esta gigantesca movilización nacional expresa la tendencia fundamental de la lucha, de clases contra la dictadura. Se revela en el carácter masivo del antagonismo democrático de la población explotada contra la dictadura. Se revela en el caudillaje obrero de las inmovilizaciones. Se revela en la reacción antipopular del conjunto da la burguesía. Se revela en la alianza combativa y militante de la clase obre­ra y las masas oprimidas en la calle en las consignas, al margen de todo acuerdismo oportunista de los parti­dos y grupos centristas y burocráticos. Se revela en la debacle de to­dos estos sectores y en la inconsis­tencia y oportunismo de todas las fracciones pro-ongaristas que han sufrido bajo el manto ideológico del socialcristianismo o del nacionalismo de "izquierda".


 


 


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