Correo de lectores
24/7/2004|861
Altamira y el movimiento piquetero
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¿Un programa realizable?
Jorge Altamira, en Prensa Obrera N° 858,' escribió un artículo titula´ do "El problema piquetero de la izquierda”1.donde polemiza con la izquierda acerca del movimiento piquetero y la necesidad de su existencia. El punto nodal de la posición de Altamira es la defensa del movimiento piquetero en todo sentido, tanto en el antirepresivo, como en la defensa de los cortes de ruta.
Según Altamira, la izquierda considera que el desarrollo del movimiento piquetero como tal (esto es cortando rutas) es perjudicial, y que la solución pasa por crear trabajo y no por la represión Altamira en oposición, considera tal postura como contrarrevolucionaria, ya que según su pensamiento, la desaparición del movimiento piquetero implicaría mayor desocupación, miseria, etc. La frase que podría resumir la posición política de Altamira es la siguiente: “más y más piquetes”.
Subjetividad y consenso
Es notorio que la posición de Altamira -y de todo el Partido Obrero- es de una profunda confianza en el movimiento piquetero, movimiento que ha tenido una errática relación con el resto de la sociedad. En el último tiempo, la relación se ha ido deteriorando, fenómeno identificable en el coro de voces que se ha sumado en contra de los piquetes, y de sus realizadores, los piqueteros. Aun así, Altamira insiste en la necesidad de que los piquetes vayan en ascenso:
De modo que en un escenario de saqueo sin límites de personas y de bienes por parte del capital financiero, se logra imponer a la izquierda una discusión que gira sobre la 'contención' de los piqueteros y no sobre los límites que habría que imponerte al capital y sobre los métodos para hacer valer esos límites efectivamente. Pero, ¿y el ‘límite' de los piqueteros? Interrogante falaz, pues la posibilidad de que el movimiento piquetero triunfe en la realización de sus objetivos depende, precisamente, de que, en lugar de ponerse límites, supere los propios constantemente.
Más adelante fundamenta por qué el movimiento piquetero deber superar sus límites:
La burguesía no tiene interés en suprimir la desocupación, pues necesita de un "ejercito de reserva" para disciplinar a la clase obrera Tampoco tiene condiciones para reducir realmente su carácter masivo; en toda la historia del capitalismo, la reversión de la desocupación en masa fue la consecuencia de güeñas y revoluciones de ningún modo del libre juego de las fuerzas del mercado, incluidas las timoratas Intervenciones" estatales.
Continuando con el razonamiento dice:
Para “crear trabajo’ es necesario, en definitiva, derrocar al capital, lo cual supone la victoria del movimiento piquetero (en el marco de una victoria histórica del proletariado) de modo alguno su eliminación.
Dejemos de lado el brutal deterninismo económico de corte catastrofista, sustentado en la afirmación de que el capitalismo no puede ofrecer capacidad de respuesta al problema de la desocupación, y apuntemos a dos cuestiones.
Pareciera que el escrito minimiza en demasía sobre la percepción negativa del resto de la población no piquetera, sobre el movimiento piquetero. Altamira construye formalmente. en la abstracción de su pensamiento, un antagonismo objetivo donde el retroceso del piquetero es mayor avance del capital, y viceversa. Aun si admitiéramos esta relación como válida nos queda un problema... el de la subjetividad de la población no piquetera. La subjetividad de gran cantidad de gente que percibe que el avance y crecimiento del movimiento piquetero los perjudica. Si acordamos entonces con la proposición que, sólo el triunfo del movimiento piquetero sobre el capital es capaz de terminar con la desocupación, tenemos que pasar a la consiguiente pregunta de ¿cómo el movimiento piquetero puede derrotar al capital?
Altamira al hablar de los métodos favorables a la imposición de límites al capital por parte de los piqueteros, olvida un problema crucial, el del consenso. La posibilidad para que la relación político-objetiva piquetero-capital favorezca más al piquetero, no puede obviar el apoyo de gran parte de la población al mismo. Hacerlo sería tener plena confianza en un movimiento que agrupa a una fracción activa, pero minúscula, de la población del país. De ahí que el desarrollo del movimiento piquetero deba ir en consonancia con el aumento de consenso con el resto de la población. Consenso que deberá atender a la relación subjetiva que prima en la cabeza de la gente: "mayor desarrollo del movimiento piquetero mayor perjuicio para mí". Si mayor bienestar implica más piquete y más piquete, implica mayor rechazo por parte de la gente al movimiento piquetero, más piquete puede implicar entonces, en un futuro, menos piquete y más miseria. Subjetividad de la población no piquetera y consenso con ésta por parte del movimiento piquetero, son dos puntos olvidados en el escrito de Altamira.
¿Un método define a una clase?
Altamira, en su afán por prodigar panegíricos al piquete, llega a equiparar la utilización del método, con la existencia de la clase obrera encamada en ese método. Quién realice sistemáticamente piquetes... obreros será. Dice Altamira: “Sorprende, en cierto modo, la hostilidad al movimiento piquetero por parte de una izquierda que dice inspirarse en el marxismo, cuando se tiene en cuenta que, desde la Circular de la Liga Comunista de Alemania, de 1850, el movimiento obrero y el socialismo internacionales han inscripto al piquete en sus programas, al que han caracterizado como el embrión de la milicia obrera.
Pensar que el uso sistemático del piquete conlleva necesariamente el programa de la clase obrera -y lo que es más improbable, que sea expresión del grueso de la clase obrera organizada- es definir a la clase principalmente por un método de lucha y no por relaciones sociales antagónicas. Continúa Altamira:
El recurso circunstancial no es, sin embargo, una línea estratégica, y esto está confirmado por la hostilidad de los democratizantes hacia el movimiento que organiza piquetes en forma sistemática, o sea, el movimiento piquetero.
Aquí Altamira no sólo equipara el método con la clase sino, lo que es más grave aún, equipara a una fracción en lucha especifica de una clase (los desocupados), con el grueso de la dase. Por más que el movimiento piquetero se presente como el auténtico representante de la clase obrera, el resto de la clase es probable que no conforme el movimiento, que no comparta su programa y quizá que rechace plenamente su existencia. Altamira parece no concordar con estas palabras:
Se ha dicho que los desocupados organizan piquetes sobre las rutas porque no pueden apelar al recurso propio de los obreros, que sería la huelga. Esta monumental falsedad apunta a describir a los desocupados y a los piqueteros como una especie de género especial, o sea como un desvío de la lucha ’correcta' de clases o como algo ajeno a la clase obrera 'real'. Cualquiera sabe, sin embargo, que una huelga consecuente lleva al piquete y a la ocupación de las empresas.
Un método que responda a la tradición de lucha de una clase no es equivalente a que su utilización, en un determinado momento histórico, automáticamente dé cuenta de esa clase. Los piqueteros actuales (principalmente desocupados) podrán constantemente cortar las rutas (como lo podrían hacer homosexuales, ecologistas y demás) y eso no garantiza que nos hallemos ante la clase obrera en lucha. No es éste el razonamiento de Altamira, quien arremete contra la izquierda por no ver en el piquete a los obreros:
En definitiva, todo el macaneo izquierdista acerca de ‘cómo terminar con los piqueteros', simplemente pone al desnudo una superlativa ignorancia de los programas y de la historia obreras y de la lucha de clases, pero por sobre todo una hostilidad, tanto más profunda cuanto que es instintiva, hacia la expresión real que asume la tendencia revolucionaria en el seno de los más explotados y de los más humillados.
El grueso de la clase obrera ocupada actualmente, quizá realice esporádicamente piquetes, pero eso no la vincula con el movimiento cuya objetividad responde principalmente a los desocupados y cuya subjetividad de identidad, responde al uso sistemático del piquete. La utilización recurrente del piquete termina conformando objetivamente a los desocupados en el movimiento piquetero, y es esa la percepción actual que hoy tiene el grueso de la sociedad.
¿Desarrollo del piquete o desarrollo del consenso?
Los argumentos de Altamira no disimulan la necesidad de una mayor actividad piquetera y advierten, como ya hemos dicho, lo catastrófico que sería para la gran masa de oprimidos y explotados, la desaparición del movimiento piquetero. Aduce Altamira:
Es obvio que una derrota piquetera como consecuencia de una combinación de esta metodología política no pondrá fin a la desocupación (constantemente mentada por los ilusos democratizantes) sino que agravará la miseria.
Es claro que una liquidación del movimiento piquetero, en los términos que plantea Altamira, supondrá un agravamiento de la miseria. Pero si la única solución a la desocupación pasa por el triunfo del movimiento piquetero, ya que 1« burguesía no quiere y no puede solucionar la cuestión, caemos en la cuenta que Altamira no plantea que los desocupados se desarrollen como movimiento, sino que el grueso de la clase obrera y parte de la clase media, tomen el poder revolucionariamente y decreten abolidas las relaciones sociales capitalistas. Con |a utilización de piquetes, claro.
De esta manera, el planteo sería que el sector actualmente en lucha desarrolle una hegemonía política sobre el resto de la sociedad. Tenemos nuevamente el problema del consenso, nuevamente la cuestión que la subjetividad de quienes hoy no integran el movimiento piquetero valore positivamente al fenómeno piquetero.
Quizás, entonces, la posición de Altamira de más y más piquetes no se corresponda exactamente con el desarrollo de este movimiento piquetero en los términos actuales. Para un triunfo de éste es imprescindible y necesario que otros sectores (objetivamente hablando) se sumen a la lucha. Por eso no creo pecar de insistente al repetir que, el desarrollo de consenso, es una de las tareas urgentes para el movimiento piquetero.
1- Para la escritura del artículo me basé en la versión de Internet de Prensa Obrera N° 858
2- Se refiere al accionar del Estado en pos de destruir al movimiento piquetero.