Carta abierta a la militancia del Partido Comunista

Introducción


La disolución del Partido Comunista es la consecuencia lógica, inevitable y única de la política que ha venido siguiendo este partido en los últimos tiempos.


La sangre y el sacrificio desplegado por miles de militantes a lo largo de casi ochenta años de historia, serán despilfarrados por una camarilla burocrática traidora, en una actitud que, a quienes rompimos con ese aparato hace un tiempo, no nos toma por sorpresa. Nada podía esperarse de quienes llegaban a acuerdos políticos con la burocracia sindical —llámese Mary Sánchez, Víctor De Gennaro u otros—, fueron cómplices de la intervención menemista-cavalliana en Santiago del Estero o participan de la estafa de la “jubilación privada” a través de “Previsol”, la AFJP del “Credicoop”, es decir, del Partido Comunista.


Sabemos que muchos confiados o incautos militantes comunistas, que habían dado un paso al costado en los últimos tiempos, esperaban el surgimiento de una corriente opositora dentro del PC. Algunos de ellos militaron la propuesta de “La Corriente”, a través de la difusión de los folletos de sus varios centros de estudio. Hoy, con la definitiva extinción del aparato de Echegaray y compañía, queda claro para quien quiera ver la realidad sin prejuicios que, para estos compañeros —y muchos de los que se encuentran dentro del PC—, ha llegado el momento de delimitar con exactitud de qué lado de la trinchera se encuentra cada uno. Y actuar en consecuencia.


La situación política actual


Es evidente que se ha operado un giro en la situación de las masas a partir del “santiagueñazo” y de las grandes movilizaciones en el interior del país —Jujuy, La Rioja— como consecuencia de la enorme crisis que enfrentan el régimen menemista y el “plan” Cavallo. Es una importante expresión de esta crisis y de este  giro político el rotundo fracaso de la jubilación privada. Las luchas de los metalúrgicos, fundamentalmente en Tierra del Fuego —con una metodología que incluyó la huelga, el piquete y la toma de fábricas— marcan claramente la tendencia general de desarrollo de esta situación.


Como sucede siempre que se agudiza la lucha de clases, las fuerzas en combate se reacomodan. El Frente Grande aparece como uno de los ejes de este reacomodamiento, en su carácter de dique de contención de la tendencia de las masas.


En este cuadro, se hace más necesaria que nunca la consolidación y el fortalecimiento de una organización independiente de los trabajadores y el pueblo, que agrupe en su seno a lo más combativo, a la vanguardia. Una organización con un programa capaz de orientar a las masas y llevarlas a la victoria. Esa organiación existe; es el Partido Obrero.


Mi incorporación al Partido Obrero


Llegué al Partido Obrero luego de un tiempo de profunda reflexión.


Habiendo roto con el Partido Comunista por diferencias programáticas claras, basadas en conceptos doctrinarios específicos —cuestiones cardinales del marxismo, como la del Estado, la independencia de clase, la necesidad de poner en pie un partido revolucionario de la clase obrera, entre otras— llegué a la conclusión que la única actitud política e intelectualmente honesta, era sumarme al único Partido que lucha abiertamente por un programa marxista revolucionario. El Partido Obrero es el legítimo heredero de las mejores tradiciones políticas e ideológicas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky y por ser el único partido que lleva en su programa aquellos conceptos antes mencionados —y su expresión máxima: la dictadura del proletariado— es al mismo tiempo, el único partido con derecho a llamarse COMUNISTA.


La actual política contrarrevolucionaria del PC dejará, entre sus militantes, un tendal de “quebrados”, que se transformarán, como siempre sucede en estos casos, en un pesado lastre desmoralizante en el movimiento político y social de las masas. Es imperioso encontrar para estos compañeros una perspectiva de lucha revolucionaria, que los saque de la confusión política en que los  ha sumido el centrismo liquidador.


Porque en política todo lo que no avanza retrocede y porque la lucha de clases no espera, llamo a mis ex compañeros del PC, en especial a su militancia juvenil, a sumarse al Partido Obrero y a su juventud, la Unión de Juventudes por el Socialismo.