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22/8/2006|507

Contribución al debate sobre el Encuentro de Mujeres

Hace cinco años que milito en el PO y participé en el 3er Encuentro de Mujeres del Oeste Bonaerense (Castelar, 1993); del IXº Encuentro Nacional (Corrientes, 1994); fui integrante de la mesa organizadora de la zona Oeste del IVº Encuentro de Mujeres del Oeste Bonaerense (Marcos Paz, 1994).



La compañera Genoveva dice que el PO no ha hecho una investigación sobre los Encuentros que se vienen realizando desde hace once años. Espero que este ‘currículum’ sirva para demostrarle que no sólo investigamos, sino que además fuimos parte de su organización.



Ella cree que nuestra crítica va dirigida a la dureza con que las mujeres desde hace seis o siete años vienen denunciando la problemática de nuestro género.



Creo que interpreta en forma equivocada nuestra crítica, porque lo que nosotros reivindicamos de los Encuentros es las ganas de luchar y el esfuerzo que realizan las compañeras para organizarse y movilizarse.



Nuestra crítica reside, entonces, en que no basta con profundizar, reflexionar, debatir, denunciar nuestra problemática o reivindicaciones, sino que además es necesario elaborar una política independiente que nos permita imponer nuestros derechos y reivindicaciones.



La compañera dice que se trata de dejar de lado las cuestiones de poder de los distintos grupos. Tratar no significa lograr. Mi experiencia en el IIIº Encuentro del Oeste Bonaerense me demostró, y confirmó, que no sólo participan mujeres ‘independientes’ , sino también mujeres organizadas en distintos partidos políticos y sindicatos. Con negarlo no enfrentamos la realidad.



Esos grupos, en aquella oportunidad, coparon el taller comunicación (en el cual yo participé). Después de haber escuchado hipocresías sobre ‘horizontalidad’, ‘pluralismo’ y ‘democracia’, cuando me tocaba hablar a mí, la coordinadora me pasaba de largo. Entonces, el ‘pluralismo’ sí, pero cuando ellas, las ‘democráticas’, tienen la manija, democracia ‘los ovarios’.



Si la compañera quiere priorizar nuestros intereses de género y defenderlos en concreto, tenemos que abocarnos a la tarea de elaborar un programa de reivindicaciones y llevarlo adelante. Pasar de la denuncia a la acción directa. Como intentamos hacer (y en parte logramos) un grupo de mujeres que nos reuníamos en Marcos Paz, y que producto de una lucha organizada, comenzamos a exigirle al hospital municipal la atención gratuita (arancelizada) a todos los usuarios y, en especial, a las mujeres. Esta lucha fue acompañada por una movilización frente al hospital municipal (integrada por el cincuenta por ciento de las mujeres que participaron en el IVº Encuentro del Oeste Bonaerense en Marcos Paz).



Lamentablemente, el grupo se disolvió cuando una de sus militantes planteó que existían dos posiciones: una, la de la reflexión, y la otra, la de la acción. Mi planteo fue que esas dos posiciones no eran incompatibles: de qué nos sirve la reflexión si no es para actuar.



Esta experiencia me sirvió para confirmar que, tras la posición “horizontal” e “independiente” de algunas compañeras, se esconden posiciones políticas que tienen ‘claro’ sus intereses de clase.



Cuando la compañera dice que se prioriza nuestros intereses de género, porque consideramos que la opresión de género es el sustento de esta sociedad de clases, que va más allá del problema Menem-Cavallo. Creo que la compañera se equivoca en hacer eje en los intereses de género, ya que no es cierto que la opresión género, solamente, sea el sustento de esta sociedad de clases; y que tampoco el problema Menem-Cavallo va más allá.



Esta sociedad de clases (la clase capitalista), se basa en la opresión a la clase trabajadora en su conjunto, que está integrada por mujeres, hombres y niños, y en la que la mujer es doblemente oprimida, porque bajo la concepción capitalista se considera inferior su capacidad creadora y, por lo tanto, sus remuneraciones y derechos son inferiores a los de los hombres.



Muchas feministas confunden derechos con privilegios, lo que las lleva a creer que los hombres tienen privilegios. En realidad, la que goza de ellos es la clase dominante. No sólo está planteado igualar nuestros derechos con los derechos de los hombres, sino también superarlos, porque son insuficientes, y lo que es peor, a medida que se profundiza la crisis capitalista, estos derechos (conquistas sociales) son arrancados por el Estado.



¿Quién representa los intereses del Estado y ejecuta su política?



En la actualidad, el gobierno de Menem-Cavallo. Entonces, no es como dice Genoveva, que va más allá, porque es precisamente esta política la que ataca las condiciones de vida de las mujeres y de las masas en general.



La compañera dice que nuestro partido aconseja a las mujeres desde un escalafón más alto qué debemos hacer las mujeres.



No es nuestra política aconsejar a nadie, sino plantear nuestras ideas y posiciones políticas para ayudar al debate y a la organización de las mujeres. Creemos que esta ayuda es mutua y necesaria para el desarrollo de la lucha por una sociedad más justa.



También plantea que somos militantes revolucionarios, con conciencia de clase pero opresores de género.



Las compañeras y compañeros del Partido Obrero compartimos codo a codo y en igualdad de condiciones las tareas revolucionarias que llevamos adelante.



Por último, mi conclusión es que tenemos que ligar la lucha reivindicativa de las mujeres a la lucha por la construcción de un partido político que represente los intereses de la clase explotada en su conjunto.



Saludos fraternales.