Aniversarios

20/5/1994|419

El partido comunista, Ghioldi, y la falsificación histórica

En un reciente artículo de Propuesta (1). Julo Laborde se lanza a la defensa del levantamiento de 1935 en Brasil, protagonizado por la ANL (Alianza Nacional Libertadora) impulsada por el Partido Comu­nista Brasileño (PCB), y del papel que en el mismo cupiera a Rodolfo Ghioldi, dirigente histórico del PC argentino, ambos cuestionados por un artículo publica­do en Clarín por Rogelio García Lupo, inspirado, a su vez, por un libro de reciente publicación en el Brasil (2). Según Laborde, el artículo de García Lupo estaría al servicio de una campaña contra la izquierda latinoame­ricana, cuando se avecinan importantes elecciones en Brasil y Argentina. En la opinión de Laborde, atacando la llamada “Intentona Comunista" de 1935, se esta­ría atacando por elevación a sus herederos actuales, el Frente Grande en Argentina y el PT brasileño. Los objetivos de Clarín, en ese caso, no serían ninguna novedad, y tampoco es el caso de discutir aquí las cualidades y defectos del libro brasileño en el que se basó el peronista García Lupo (escrito por el periodista William Waack, cuya metodología superficial y anti­marxista ya fuera criticada por nuestra fallecida compañera Inés Díaz, hace una década, en la revista Interna­cionalismo, en ocasión de un libro sobre Polonia). La defensa de Laborde, entre tanto, es ilustrativa de los objetivos actuales de su corriente política.


Es un misterio del cual Laborde no nos revela el secreto, la forma en que la “Insurrección comunista" de 1935 se vincula con la política y práctica actuales del Frente Grande. En cuanto el PT, baste decir que se trata de un partido que construyó su fisonomía política en ruptura con la “tradición golpista” de la izquierda brasileña (contra la cual defiende el “valor universal de la democracia”, esto es, el carácter imperecedero de las instituciones burguesas) tomando como máximo ejemplo de dicha tradición, justamente, el “levante” de 1935. Al respecto del mismo, ya fueron producidas, además de la de Waack, dos importantes investigaciones históricas en el Brasil (3), realizadas por dos I universitarios nada hostiles al PCB (una ex-militante y un “compañero de ruta” de ese partido). El libro de Waack tiene la importancia de basarse en archivos existentes en la ex-URSS, hasta hace poco cerrados para el público.


Las tres investigaciones coinciden (y, sabemos ahora, a través de los nuevos archivos, que ésa fue también la opinión de los dirigentes del PCB en la época) en que el “levante" carecía de cualquier base J de masas y que quedó confinado a sólo tres guarniciones militares (de Natal, en Río Grande del Norte, de Recife y de Río de Janeiro), o sea, que fue una acción “putchista” (o "golpista”) de base principalmente militar. Las cifras atadas por Laborde como base del ANL (17 estados, 300 ciudades, un millón y medio de adherentes) eran pura propaganda, lo que ya era más que sabido y, sabemos ahora a través de la investigación de Waack, que de esto eran perfectamente conscientes los dirigentes de la Internacional Comunista stalinizada y tos propios dirigentes del PCB.


Si, aun así, los dirigentes del PCB lanzaron esa; acción objetivamente suicida (para sus participantes), esto se debió a la intervención de cuadros despacha­dos por la IC, directamente vinculados a la policía política del Kremlin, de los cuales el más obsecuente, y Waack lo prueba de manera contundente, era justa­mente Rodolfo Ghioldi. Laborde afirma que Ghioldi se habría enfrentado con el “militarismo" del secretario general del PCB, “Miranda" (Antonio Bonfim). Pero Laborde ni siquiera menciona que “Miranda" fue pos­teriormente detenido y que pasó varios años aislado en la cárcel, aislado inclusive por el propio PCB, que no respondió a las cartas en que pedía informaciones sobre la situación de su mujer, “Elza", la cual había sido asesinada por el propio PCB, en un hecho oscuro y, hoy, ampliamente confirmado.


El enfrentamiento entre los agentes de la IC y la antigua dirección del PCB tuvo otro aspecto: la dirección del PCB todavía estaba en la línea del “tercer período", y llamaba, en su prensa, poco antes de 1935, a la “revolución socialista", a la constitución de soviets, y a la “República Soviética del Brasil", y no es cuestión de discutir aquí el carácter descolgado de estos planteos, que ya habían costado al PCB un espectacular retroceso organizativo a partir de la “Re-votación de 1930", movimiento nacionalista burgués encabezado por Getulio Vargas, como lo admitió el ex- dirigente del PCB Leoncio Basbaum (4). Bajo amena­zas, la dirección de la IC y sus agentes impusieron al PCB (inclusive a su representante en la IC, Otávio Brandáo) la nueva línea de los "Frentes Populares", con un programa “agrario y antiimperialista", en alianza con la “burguesía progresista"(que además de ser teóricamente mayoritaria, debía ocupar su lugar en la ANL), además de imponerles “por arriba" un nuevo dirigente máximo en la figura del ex- "Tenente" Luis Carlos Prestes, de gran prestigio en el Brasil: el último dirigente “histórico" del PCB antes de su disolución, Giocondo Dias, que en 1935 fuera el sar­gento que comandó el “levante” de la guarnición de Natal, admitió públicamente en 1982 el carácter buro­crático de la imposición de Prestes (en entrevistas televisivas y mesas redondas universitarias).


Otra falsificación histórica de Laborde consiste en colocar el “levante" de 1935 en una secuencia histó­rica directa con el “levante tenentista” de 1922 y la famosa “Coluna Prestes" de 1924. Sin hablar de que los episodios de 1922 y 1924fueron mucho más serios (los gobiernos oligárquicos no lograron derrotarlos sino después de largos meses de combate y represión), sus principales protagonistas, los “tenentes” (con la casi exclusiva excepción de Prestes y algunos pocos), fueron cooptados por el gobierno burgués nacionalista de Getulio Vargas, desempeñando cargos de primer plano (Siqueira Campos) y encontrándose, en 1935, exactamente del otro lado de la barricada, inclusive como responsables directos del ataque a las guarnicio­nes levantadas. Prestes, justamente, había roto con tos “tenentes" en 1930, pero este paso progresivo fue abortado por su incorporación al stalinismo y la partici­pación en sus aventuras políticas.


Laborde afirma que la “insurrección de la ANL” fue un levantamiento popular contra el gobierno de Getulio Vargas y su derechización (que lo llevaría a simpatizar con el fascismo). En esa caracterización hay más mentiras que palabras. Ocurre que, además de carecer de una verdadera base popular, el “levante" de 1935 fue golpista en un doble sentido, esto es, no sólo el que le atribuyen tos historiadores (“putchista"), sino en el sentido literal del término, o sea, dirigido a promover un golpe militar, y no precisamente contra Getulio Vargas (lo que, además, confiere una cierta lógica a una acción hasta hoy considerada vulgarmen­te como absurda y suicida). Sabemos ahora que “Mos­cú recomendaba a la ANL que, como un todo, dirigiese su lucha contra ´la cabeza de los reaccio­narios, el general Góis Monteiro´, no mencionando directamente a Getulio. Los hombres del EKKI (Comité Ejecutivo de la IC) gustaron tanto de esa resolución que le enviaron a los otros países de América Central y del Caribe” (5). La línea de tos “frentes democráticos" debutó como lo que sería siempre, una línea golpista, con su eje en la búsqueda del “militar progresista", llámese este Prats, Lanusse o... Videla (llamar a esto “democrático" es una bro­ma).


Lo peor viene cuando Laborde se mete a explicar las causas de la derrota del “levante", una de ellas sería la represión gubernamental-militar (“Pero al final las fuerzas militares logran aplastar este heroico movimiento revolucionario por la libertad y la jus­ticia del pueblo brasileño'"). ¿Si ésa fue la naturaleza del movimiento, esperaba Laborde por ventura que el gobierno y el Ejército la recibiese con «ores? Peor, si es posible todavía; Laborde habla de las “enseñanzas” dejadas por el "levante" y las compara con las de la Comuna de Paris, la Revolución de 1905 y el asalto al cuartel de Moneada. Pero si Marx, Lenin, Trotsky y hasta Fidel Castro escribieron largamente y llevaron a la práctica esas enseñanzas, Laborde ni siquiera consigue mencionar una, con k> que la comparación se transforma en caricatura.


Claro que 1935 dejó “enseñanzas" para el pueblo y la clase obrera del Brasil, y ellas fueron sacadas por (os trotskistas brasileños de la década del 30, sesenta años antes que Laborde se pusiera a falsificar la historia. Los trotskistas tuvieron participación dirigente en el movimiento antifascista de 1934 en San Pablo que denotó a la Acción Integralista impidiéndole que se dotara de una base de masas, y su análisis y posiciones sobre el "putch" dé noviembre de 1935 fueron recons­tituidas por primera vez medio siglo después por actuales trotskistas brasileños (6), en base a documentación hasta entonces inédita Sus conclusiones debe­rían ser leídas por los Laborde de hoy, que cuentan un cuento de hadas para engañar a las nuevas generacio­nes:


“¿Cuáles son las causas de la derrota de No­viembre? Por un lado, la Impotencia para movilizar a los trabajadores exclusivamente con consignas democráticas vulgares. Por el otro, la hostilidad no sólo de la gran burguesía sino asimismo de la mayor parte de la pequeña burguesía hacia el ANL y su golpe... En Recite, algunos sectores de las masas llegaron a participar del levantamiento, aceptando las armas que les eran ofrecidas; con todo, no se mostraron dispuestos a una lucha a fondo... En Natal, ciudad típicamente pequeño bur­guesa, a pesar de que los boletines del Comité Revolucionario pretendieran que las fuerzas revo­lucionarias se mantendrían en la mayor fidelidad y respeto a la propiedad y al hogar... los señorea comerciantes' no quisieron saber nada, y conservaron sus puertas cerradas... Con el apoyo de soldados y trabajadores en armas, el esquema aliancista-prestista (revolución popular nacional) no consiguió ahogar tas contradicciones de clase y no sirvió para abrirles las puertas de la burgue­sía'' (7).


No por casualidad, el papel da Ghioldi en el Brasil fue levar a la práctica la tarea que el responsable por América Latina en la IC (Van Miri) había definido como prioritaria para el Brasil (y para América Launa toda): la "lucha contra el trotskismo”, lo que implicaba la lucha no sólo contra los trotskistas de carne y huego, sino contra todos aquéllos que, en el interior del PCB y del propio movimiento obrero, desafiasen la línea pro-burguesa y burocrática del stalinismo.


Claro que semejante tarea no exigía ningún heroís­mo, sino una cervical de goma para seguir las órdenes de los señores del Kremlin. Donde sí hacía latía heroís­mo (trente a la represión policial gubernamental) Ghioldi no exhibió ninguno, lo que es la contrapartida lógica de la servicialidad burocrática, tal como lo denunció Femando Moráis en su best-seller Oiga, que no ha sido desmentido en Brasil, ni en Argentina, ni en ningún lado


“Incluso sin haber traicionado al Partido y sin que la policía lo hubiese tratado con la misma brutalidad aplicada a Bontim, el argentino Rodotto Ghtoidl también fue generoso en sus declaracio­nes. Artos después, Ghtoidl diría que la violencia utilizada por la policía contra el se limitó a amena­zas y algunos golpes. Incluso así identificó como perteneciente a León Julies Valiée la loto que la ere exhibida, Incluso sin saber si él había o no sido apresado! rajo acotación un nombre desconocido para los policías, el del americano Víctor Barcón; reconoció como pertenecientes a Arthur Ewert varios manuscritos agarrados por la policía; revelo la relación existente entre el intendente del Distrito Federal, Pedro Ernesto y Luis Carlos Prestes; dio el domicilio del ultimo ´aparato´ de Prestes, en la calle Nossa Senhora de Copacabana, y dijo que Prestes salió de ella el 19 de enero; conto que el dueño de los ´aparatos´ de las calles Sá Ferreira o José Higyno era Benjamin Schneider. Y ofreció de regalo a los policías una información absolutamente nueva: Prestes estaba casado con una mujer clara, probablemente extranjera – pues siempre se comunicaba con él en francés— y que estaba permanentemente a su lado. Ghioldi ignoraba el apellido de la mujer, pero tenía absoluta certeza de su nombre: Olga” (8)


Olga Benário sería presa y deportada a su país de origen, Alemania, muriendo en un campo de concen­tración nazi (Ravensbruk) durante la Segunda Guerra Mundial. Laborde pretende encubrir a Ghioidi citando el comportamiento heroico (real) de Prestes frente a sus captores .(lo que no absuelve a Prestes del abrazo que diera a Vargas, el deportador de su mujer a la Gestapo, una década después, en el estadio Pacaembú, cuando Vargas era el demócrata de tumo en el nuevo “frente democrático” inventado por el PCB). La considera­ción elogiosa de Ghioidi, en Memórias do Cárcere, del escritor Graciliano Ramos, poco vale frente a las evi­dencias, pues el autor de Vidas Secas no estaba reconstituyendo la historia, sino escribiendo una nove­la, además de no haber tenido un papel central en los acontecimientos. La invocación de Prestes, por el contrario, acaba enterrando a Laborde, pues Prestes, justamente, nunca perdonaría a Ghioidi, como lo de­muestran los archivos ahora abiertos, investigados por Waack:


“Rodolfo Ghioidi y su mujer Carmen estuvieron poco tiempo presos en Brasil, y todavía durante la guerra fueron deportados para la Argentina. Pres­tes jamás perdonó al argentino. En 1949, un joven militante brasileño, Joáo Amazonas (más tarde el jefe del PC de Brasil) llegó a Moscú con la informa­ción de que Prestes denunciaba a Ghiodi de haber­se convertido en un delator en el período en que fuera detenido por la policía brasileña. En 1950, un hombre de confianza de Prestes, Amida Cámara llevó hasta Moscú copias de la declaración de Ghioldi a la policía, con las cuales el PCB pretendía probar a los soviéticos que el dirigente del PC argentino no se había comportado como revolucio­nario en la prisión. En la misma época, Prestes mencionó sus sospechas de que Vallée (Stuchevski) era, en verdad, de nacionalidad rusa, y que hubiera tenido un “comportamiento oscuro”, asun­to del cual nunca más volvió a hablar. En 1952, a pedido de Prestes, los soviéticos iniciaron una investigación sobre Ghioldi con el objetivo de apar­tarlo de la dirección del partido argentino, pero concluyeron apenas que él sufría ‘influencia nega­tiva por parte de su mujer’. La denuncia de Prestes contra Ghioldi no resultó en nada. En 1971, el gobierno de la Unión Soviética concedió al argen­tino la Medalla Centenario de Lenin. Ghioldi murió en 1985, en Buenos Aires, muy viejo y respetado.


Los principales padrinos del Komintern de aquella época, en Moscú, eran todos especialistas en sobrevivencia, y murieron en la cama”. (9)


El “levante” de 1935 concluyó en una violenta represión, dirigida principalmente contra el movimiento obrero carioca y paulista. La verdad histórica es que fue una aventura pro-burguesa impulsada por la burocra­cia stalinista, que facilitó la derrota del movimiento obrero y popular. Ghioldi tuvo, frente a los militantes y frente a la policía, el comportamiento de un agente de la burocracia, burócrata él mismo. Laborde pretende encubrir el comportamiento cobarde de Ghioldi con el comportamiento heroico de Prestes, ignorando que los mismos burócratas que condecoraron a Ghioldi expul­saron al “Caballero de la Esperanza”, a inicios de la década de 1980. Laborde concluye su artículo afirman­do que “el rescate de la memoria es parte importan­te de la lucha revolucionaria”. Es una verdad parcial (o sea, en la pluma de Laborde, una mentira) a la que cabría agregar que la falsificación de la historia es parte decisiva del combate de la burocracia contra la revolu­ción, que ayer vistió ropajes militaristas-democratizan­tes, y hoy viste ropas democratizantes a secas, en los “frentes grandes” que el stalinismo reciclado propo­ne, en Brasil y en Argentina, para devolver estabilidad al Estado capitalista, mientras sus antiguos señores se encargan de restaurar el capitalismo en la ex-URSS. Pero, si los trotskistas de ayer quedaron limitados a una función principalmente crítica, los de hoy, a través de la crítica y del rescate de la verdadera historia, preparan también la superación revolucionaria.