Políticas

7/11/1995|472

El peor crimen del ‘ajuste’

Trece muertos, cerca de 400 heridos, 3.000 familias sin vivienda, 7.000 evacuados, tres barrios obreros totalmente destruidos, cinco escuelas inutilizadas, daños materiales multimillonarios y una población aterrorizada: la ‘catástrofe de Río Tercero’ se agrega a la ya larga lista de crímenes contra el pueblo que los trabajadores habrán de cobrar al régimen de Menem-Cavallo.


¿Accidente? ¿Error humano? La catástrofe es la directa consecuencia de la política oficial de ‘flexibilidad laboral’, de ‘reducción presupuestaria’ y de engorde de los beneficios de los capitalistas.


La fábrica era una bomba de tiempo. Las denuncias de los obreros y pobladores enfatizan el deterioro de las medidas de seguridad. Cuando se detectó el incendio, “como el coche bomba no funcionaba y estaba en reparaciones, (el personal de guardia) llamó a los bomberos” (Clarín, 4/11). “Las mangueras hidrantes del polvorín estaban todas podridas” (Página 12, 5/11).


Los trabajadores venían denunciando fallas en la seguridad y la ausencia de elementos mínimos de protección (como barbijos). Operarios de la fábrica aseguraron que la falta de mantenimiento era absoluta: escapes en las mangueras de gas (con hornos que funcionaban a 1000º C), acumulación exagerada de explosivos vencidos, etc. “Las empresas contratistas que debían entrar a trabajar, como constructoras o de montaje, no lograban asegurar a sus trabajadores porque las compañías aseguradoras se negaban con el argumento de que no había condiciones de seguridad” (ídem).


“La reducción presupuestaria condujo a una flexibilización de las condiciones de seguridad” (denuncia de Ate, Clarín, 5/11), a los despidos –“en 1989 trabajaban 1200 operarios; hoy el plantel es de 802” (Página 12, 4/11)–, a la ‘flexibilización” y a la “multifuncionalidad”. Por radio, un trabajador del sector donde se iniciaron las explosiones recientemente jubilado denunció el aumento de los ritmos de trabajo, que llevó a que los explosivos fueran acarreados haciendo ’pasamanos’ entre varios operarios, cuando antes cada bomba era trasladada por un operario ‘como si fuera un bebé’.


¿Sabotaje? La hipótesis fue rápidamente descartada por el gobierno; sin embargo, no es descabellada si se considera que hay una larga disputa entre las autoridades militares y Cavallo por el control y posterior privatización de la fábrica. Para el periodista Sergio Suppo, de La Voz del Interior (5/11) “Para un gobierno como el de Carlos Menem, que se ha regodeado con la venta de cuanta empresa pública encontró, la eliminación de una de ellas es como la desaparición de un problema antes que la generación de una desgracia social como lo que avizoran los ríotercerenses”. Lo cierto es que la reconstrucción de la fábrica de explosivos estará subordinada a los intereses militares y comerciales del imperialismo.


Río Tercero, una ciudad ‘bomba de tiempo’


Río Tercero era, desde hace rato, una ciudad en peligro. A escasos 1.000 metros de los polvorines están instaladas la fábrica Atanor (productos químicos) y la Petroquímica Río Tercero; a 35 Km se encuentra la usina nuclear de Embalse. Si el siniestro hubiera alcanzado a las fábricas vecinas provocando escapes de gases venenosos y asfixiantes, los muertos y heridos se habrían contado por miles. Ni hablar si la onda expansiva hubiera dañado la usina nuclear ...


El desarrollo urbano alrededor de esta verdadera ‘bomba de tiempo’ fue impulsado a todo vapor para venderle tierras de escaso valor a trabajadores que necesitaban estar cerca de su empleo. “... el dinamismo casi salvaje de la especulación inmobiliaria ... ha incrustado en el corazón de la ciudad no solamente focos de irradiación de contaminación ambiental, sino, lo que es ciertamente mucho peor, potenciales desencadenantes de tragedia, como la que se ha vivido” (La Nación, 5/11).


En Atanor se fabrica “el 24D, cuya producción total se exporta a Estados Unidos, país en el que se permite su utilización pero no su fabricación, porque afecta a las células nerviosas de los trabajadores” (La Voz del Interior, 5/11). Se realizaron varias denuncias sobre el entierro de residuos de amianto en el subsuelo de la empresa Petroquímica y la aparición de fenoles en el agua corriente, que la municipalidad desoyó.


La tasa de mortalidad infantil en Río Tercero es una de las más altas de Córdoba, un 46% superior a la media del Departamento Tercero Arriba ... “es imposible no vincularlo de alguna forma al polo industrial de la ciudad”  (La Voz del Interior, 5/11).


Como si lo que tenían los ríotercerenses fuera poco, la empresa Atanor fue autorizada a construir un horno que “será el establecimiento más riesgoso de Río Tercero. Esto se debería a que los residuos que maneja Atanor son productos órganohalogenados, sumamente peligrosos en el proceso de manipulación y desecho” (La Voz del Interior, 4/11). El gobierno, además, proyectaba utilizar la zona para enterrar desechos de la usina nuclear.


La segunda barbarie capitalista: la ‘ayuda’ a los damnificados


Cuando se produjo la explosión, los pobladores de Río Tercero fueron abandonados a ‘la buena de Dios’. Debieron autoconvocarse, huyendo de sus casas, dejando sus pocos bienes, siguiendo simplemente su propio instinto, que a más de uno le jugó una mala pasada. A pesar de las características explosivas de la ciudad, sus pobladores jamás recibieron instrucciones de cómo actuar ante una catástrofe como la que se produjo. La prensa da cuenta de que los evacuados y los que aún quedan en la ciudad, están padeciendo innumerables carencias ante la pasividad oficial.


Los ríotercerenses no han pasado aún lo peor: asegurarse el futuro. El gobierno nacional dijo que ‘ayudaría’ a la reconstrucción de la ciudad ... mediante créditos ‘blandos’del Banco Hipotecario. ¡Quieren hacer un negocio de la tragedia!


Río Tercero fue bombardeada por la superexplotación y la rapiña capitalistas. Pues, entonces, que ellos paguen.


La bronca generalizada de la población debe servir para organizar —mediante una Asamblea Popular— la lucha por un programa de reivindicaciones obreras y populares:


• Reconstrucción de la ciudad a exclusivo cargo del Estado y mediante un impuesto a los capitalistas, y bajo control de los trabajadores.


• Pago íntegro de los salarios de todos los trabajadores de la Fábrica Militar.


• Subsidios a las víctimas de la explosión y compensación por las pérdidas materiales. Subsidio a los desocupados.


• Aumento presupuestario para los hospitales, para hacer frente a las secuelas psíquicas y físicas de la catástrofe.


• Comisión obrera y popular para investigar, juzgar y castigar a los responsables.