Internacionales
23/6/1993|394
"Felipillo", peor que nunca
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La victoria electoral de Felipe González sorprendió a muchos que pronosticaban el "derrumbe del socialismo” y la "avalancha de la derecha. Pero a fuerza de pronósticos para el '93, pasaron por alto que ese derrumbe se había producido ya... en 1989. En esas elecciones, el PSOE cayó del 45% al 39%; la "fuga” de votos socialistas fue a parar enteramente a la Izquierda Unida (IU), la coalición encabezada por el stalinismo, que duplicó sus votos. Simultáneamente, la central sindical socialista, la UGT, rompía con el gobierno y comenzaba un período de huelgas y manifestaciones obreras contra la política “thatcheriana" del "socialismo” Todo el “éxito” de Felipe González en las recientes elecciones fue evitar caer aún más abajo, para lo que apeló a los votos de la izquierda con el espantajo del "crecimiento de la derecha”, es decir del franquismo "reciclado”. Pero la victoria con "votos prestados” no le ha dado a los socialistas ninguna herramienta para superar la crisis mortal de un partido arrasado por los escándalos de corrupción y la crisis económica.
El “cuco” de la derecha fue un auténtico bluff: los partidos de la derecha sacaron el 45% de los votos en el '86, el 44% en el ‘89 y el 45% en el ‘93, es decir que la derecha está completamente estancada.
El famoso “crecimiento del Partido Popular" es el resultado, apenas, de una transferencia de votos dentro de los partidos derechistas: el Centro Democrático Social (CDS) cayó del 8% (en el '89) a menos del 2% este año... exactamente lo mismo que creció el Partido Popular.
Las elecciones españolas no han mostrado ningún desplazamiento del electorado y, en consecuencia, no han servido para fortalecer al régimen político frente a la crisis, frente a la recesión, frente a las tasas récord de desempleo o frente a la cuadruplicación de la deuda pública. Al contrario, lo ha debilitado al dejar al PSOE sin mayoría parlamentaria.
Los resultados electorales obligarán al PSOE a gobernar en minoría o a buscar una coalición, ya sea con la Izquierda Unida, ya sea con el partido de las burguesías catalana y vasca (el CiU y el PNV). Si Felipe González gobierna en minoría la crisis política será permanente, con la amenaza de un voto de censura y de la caída del gobierno a la vuelta de cada esquina. Pero una alianza con las burguesías catalana y vasca llevaría a una a devaluación de la peseta y a otras formas de subsidio del capital industrial y a los bancos, lanzando a España por la hiperinflación.