La privatización del Banco Nación
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Según buena parte de la prensa, la finalidad del anuncio oficial de la privatización del Banco Nación sería, apenas, ‘darle aire’ al gobierno. Demostrar que no lo afectó el derrumbe electoral del 26 de octubre y que ‘se mantiene firme’ en su propósito de continuar el ‘rumbo económico’. Por eso ha corrido abundantemente la versión de que se trataría sólo de una ‘cortina de humo’, es decir, de una operación puramente ‘mediática’ y ‘publicitaria’.
¿Es verdaderamente así?
La crisis financiera internacional y la privatización del Nación
Puntualmente, desde hace por lo menos 6 años, cada uno de los representantes de la banca internacional que llegó a la Argentina abogó por la privatización del Banco Nación. El tema fue motivo de un sonado choque entre los representantes de la banca privada extranjera, por un lado, y los del Nación y el Provincia, por el otro, en el encuentro de ejecutivos de finanzas realizado en Bariloche hace dos años. Ahora, los representantes y comisionistas de la banca extranjera, como Alemann y Alsogaray, y hasta el ‘opositor’ Cavallo, salieron a respaldar abiertamente la ‘iniciativa’ oficial. El FMI, por supuesto, recibió el anuncio con alborozo, y decidió incorporarlo en la ‘carta de intención’ que va a firmar el gobierno menemista.
La actual crisis financiera internacional le brinda al imperialismo norteamericano la oportunidad para golpear a las burguesías rivales y a las más débiles, exigiéndoles la ‘apertura’ de sus mercados. Con una deuda pública de 100.000 millones, con el peso atado al dólar, con déficit comercial en aumento, fuga de divisas y derrumbe de las cotizaciones bursátiles, los ‘argumentos’ de los norteamericanos pueden volverse ‘irresistibles’ para la burguesía argentina. En este sentido, la renovada presión por la privatización del Nación forma parte de una política más general del imperialismo, que tiene como principal blanco a las burguesías de Japón, del Sudeste asiático y del Brasil. Salta a la vista, entonces, que el anuncio de la privatización del Nación no es tan sólo ‘un globo’menemista, sino un asunto de la mayor importancia política.
Desfalco nacional
El gobierno ha pretendido mostrar la privatización del Nación como una ‘salida’ a la crisis financiera y bursátil. Los 4.000 millones que, según Roque Maccarone, presidente del banco, se podrían obtener de su venta, irían a formar parte del ‘fondo anticrisis’ que ha montado el gobierno para ‘ayudar’ a los bancos con ‘dificultades transitorias’. Hay que recordar que, en ocasión del ‘tequilazo’, el ‘fondo anticrisis’ se usó para favorecer la concentración de la banca y la ‘compra ordenada’ (y subvencionada) de los bancos chicos por los grandes.
La privatización del Nación sería entonces un operativo para rescatar a los bancos hundidos y en quiebra, y provocar una nueva concentración en beneficio de los grandes bancos, es decir, del capital financiero externo que ya monopoliza las mayores entidades argentinas. La envergadura de este desfalco revela el estado de quiebra potencial de todo el sistema financiero argentino, como resultado de las consecuencias que el propio gobierno espera de la crisis bursátil y financiera.
División de los explotadores
El anuncio de la privatización del Nación puso de relieve la división de los explotadores.
Con los diez mayores bancos privados en manos extranjeras, con la gran industria colonizada, con los servicios públicos y el comercio exterior en manos de los pulpos internacionales, y hasta con la propiedad agraria crecientemente en manos de inversores externos, la privatización del Nación es una nueva vuelta de tuerca en el proceso de extranjerización de la economía argentina, convertida en un mero ‘condominio’ del capital financiero internacional, y de retroceso histórico de la burguesía argentina.
Esto explica la violenta oposición al anuncio por parte de amplios sectores de los explotadores nacionales.
La Sociedad Rural, las centrales industriales y los pocos grupos financieros ‘nacionales’ que quedan en pie, pretenden continuar con un Banco Nación prebendario, que les otorgue préstamos a tasas y plazos preferenciales, que les brinde ‘generosas’ refinanciaciones, que ‘estimule’ a las ‘economías regionales’ (es decir, a las oligarquías provinciales) y que sea prestador de última instancia de los bancos fundidos.
Crisis política
La división entre los explotadores repercutió violentamente en el seno de los dos grandes partidos patronales.
Duhalde anunció su oposición a la privatización. Notablemente, encolumnó detrás de sí a un sector importante del propio menemismo: Jorge Yoma, uno de los ‘hombres de fierro’ del menemismo en el Senado, acaba de declarar que "el proyecto no pasará" (La Prensa, 10/11).
La fractura del PJ explica, que para una parte del gobierno, la ‘llave’ de la ‘iniciativa’ pase por la Alianza, o al menos por una parte de ella. El propio Maccarone acaba de reconocer que, a diferencia de 1995, cuando el propio Menem desestimó la privatización del Nación, "ahora el Ministerio de Economía piensa que puede haber un diálogo con la oposición que permita llevar adelante la privatización" (Clarín, 9/11). En la misma línea, aunque Machinea niegue la versión, la prensa insiste en la existencia de una reunión entre Fernández y el ‘referente económico de la Alianza’, en la cual este último "no se opuso tajantemente" a la iniciativa oficial, a la que calificó como "un tema para discutir". La información señala que Menem esperó la respuesta de Machinea antes de hacer los anuncios.
Pero la Alianza también está dividida sobre este punto. Según La Nación (8/11), uno de los objetivos de Menem, al anunciar la privatización del Nación, era precisamente dividir a la Alianza ... pasando por alto que, para ello, debió dejar expuesta, como nunca, la fractura de su propio partido.
Según Ambito Financiero (10/11), para un sector de la Alianza, el anuncio del gobierno sería "una oportunidad para avanzar en un tema que siempre estuvo en sus mentes (la apertura del capital) y que, según los tiempos estratégicos, favorecería imágenes (...) Concretamente, Fernando de la Rúa y Graciela Fernández Meijide no querrían que ‘Menem se lleve la foto’ del mérito de privatizar el Nación".
De la Rúa, incluso, declaró que "el procedimiento adecuado para el Nación es el que nosotros queremos aplicar en el Banco Ciudad, incorporando socios privados pero reteniendo el control de la entidad" (Clarín, 8/11). En la misma línea, Rodolfo Terragno y ‘Chacho’ Alvarez"ratificaron el criterio expuesto en el documento ‘El Compromiso de la Alianza’: mantener el Nación pero cotizando en Bolsa hasta el 49% de sus acciones" (ídem).
Con el 49% de las acciones en manos privadas, que una parte de los ‘aliancistas’ propone para el Nación y el Ciudad, serán los inversores externos, a través de la manipulación de las cotizaciones, los que determinen, en última instancia, la política de los bancos. En realidad, ni siquiera hace falta la manipulación de las acciones: como explica Ambito Financiero (10/11), "la realidad indica que cuando se redactan los estatutos en las empresas estatales, a la minoría se le da poder de veto y otras facultades que la hacen aparecer con privilegios similares a los de la mayoría accionaria". Por si hicieran falta más explicaciones, recuerda que "cuando Rodolfo Terragno quiso privatizar Aerolíneas Argentinas y Entel, proponía vender la minoría, pero los estatutos que había redactado daban derechos a los compradores como si fueran la auténtica mayoría" (ídem).
En la otra ‘vereda’, Alfonsín y la UCR bonaerense —bajo la presión del ‘campo’, es decir, de la Sociedad Rural y los grandes propietarios— se pronunciaron contra la privatización. En esta posición, Alfonsín podría arrastrar a sectores enteros del propio Frepaso. ¿El PSD, o al menos sus bases, van a dar el sí a la venta del Nación?
A 24 horas de las elecciones, el PO planteaba que "No hay que descartar una alianza del duhaldismo y la Alianza en la próxima legislatura, e incluso una división simultánea en el PJ y la Alianza en función de una perspectiva seudo-nacionalista" (Jorge Altamira, "El balance de las elecciones en la Argentina", en En Defensa del Marxismo, nº 18, octubre de 1997). La privatización del Nación plantea no sólo la perspectiva de la fractura del PJ y de la Alianza, sino también la de la UCR y el Frepaso.