La ‘salida’ a la crisis asiática

Mientras los economistas y políticos discuten, sin éxito, cuál es la ‘salida’ a la crisis asiática, los grandes capitalistas norteamericanos, alemanes, británicos y japoneses la están llevando adelante sin vacilaciones apoderándose a precios irrisorios de sus competidores. Existe una verdadera ‘fiebre’ de compra de empresas asiáticas."Maniobrando agresivamente", las compañías occidentales –pero también los grandes pulpos japoneses y de otros países del Asia– se están apoderando de los activos de sus rivales a una "tasa récord" y a precios de regalo como consecuencia de la recesión, de las devaluaciones y del ahogo financiero de esas empresas (International Herald Tribune, 20/6).


Confiscación


En los cuatro primeros meses de este año, se registraron 479 adquisiciones de empresas en el este de Asia, de porte grande o mediano por valor de 35.000 millones de dólares, una cifra que más que duplica la registrada el año anterior, que también fue récord. Los norteamericanos marchan a la cabeza de las compras, con el 59%; le siguen los británicos con el 11% y los alemanes con el 9%. Pero al parecer, los primeros que ‘aprovecharon’ la situación fueron los propios capitalistas japoneses y de otros países asiáticos: las ventas ‘intra-asiáticas’ registraron un incremento del 50% en los primeros meses del año pasado, y sólo han retrocedido en los últimos meses ante la avalancha de capitales occidentales.


La mayor parte de las compras apunta al sector financiero japonés. La financiera de la General Electric se apoderó de la quinta entidad japonesa de financiación del consumo, "una de las pocas áreas que ha crecido sostenidamente en los años que siguieron al colapso de la economía japonesa a fines de los 80" (Financial Times, 25/7). El grupo Travelers, que viene de asociarse con el Citicorp, compró la tercera casa de operaciones bursátiles japonesa; Merryll Lynch se hizo cargo de los activos de la quebrada Yamaichi y Prudential se apoderó de los fondos de pensión administrados por el banco Mitsui. En la mayoría de los casos, los vendedores se asociaron en minoría con sus compradores.


Fueron los alemanes, sin embargo, los que lograron "una de las inversiones más significativas en un sector estratégico japonés" (Financial Times, 15/6): la compra, por parte de la Daimler-Benz, de la división de camiones de la Nissan, el cuarto fabricante japonés. Nissan, para ‘atraer’ a los alemanes, se vio obligada a reducir el precio de venta de esa división a cero o a hacerse cargo de la mitad de sus deudas (The Economist, 16/5). El Deutsche Bank, por su parte, está negociando su asociación con dos grandes financieras japonesas y la Basf se apoderó de la división química de uno de los grandes pulpos coreanos.


No hay sector económico ni país donde este proceso de centralización del capital, principalmente bajo control norteamericano, no avance a todo vapor. Los británicos se apoderaron de la compañía de telecomunicaciones malaya; el Commerzbank compró una participación sustancial en uno de los grandes bancos coreanos; los norteamericanos se quedaron con la proveedora de electricidad tailandesa; cadenas de supermercados norteamericanas e inglesas obtuvieron redes comerciales en distintos países asiáticos; la GM compró una fábrica de autopartes en Corea y la Intel realizó una oferta por uno de los tres principales productores de microchips coreanos. La velocidad del proceso es impresionante: se estima que en apenas seis meses, más de la mitad de la banca tailandesa pasará a manos extranjeras.


También los japoneses tienen pretensiones. Toyota, su mayor automotriz, por ejemplo, se ha apoderado de dos fábricas menores –la Daihatsu y la Hino– y planea extenderse a Europa Oriental, Rusia y China hasta desplazar a Ford del segundo puesto como productor mundial.


La carrera por apoderarse del Asia es parte de una lucha más general por el mercado mundial. Si los norteamericanos logran vencer, no sólo "Japón corre el riesgo de perder su anterior dominación comercial en Asia"(International Herald Tribune, 20/6); también Europa sentirá el golpe. Los norteamericanos utilizarán sus nuevas posiciones en Asia para modificar, a su favor, sus relaciones con la Unión Europea.


Una ‘salida’ también para el capital asiático


En Manila, la canciller norteamericana advirtió que "los inversores externos deben ser tratados de la misma manera que los nacionales … Estados Unidos insistirá ante el FMI para que ésa sea una condición para el otorgamiento de préstamos de emergencia a las naciones asiáticas" (International Herald Tribune, 30/7). Esta declaración delata la enorme pugna que se ha desatado entre los capitalistas norteamericanos y asiáticos.


También los grandes grupos capitalistas asiáticos se están apropiando de los activos de sus rivales más débiles, en sus propios países y en los vecinos. Según Le Courier de la Corée (4/7), de los 30 grandes conglomerados que dominaban la vida económica antes del estallido de la crisis, "sólo cinco grandes deberán sobrevivir": una parte de los activos de los que desaparezcan irán a manos extranjeras, pero una parte sustancial quedará en poder de los‘cinco grandes conglomerados’ coreanos, que saldrán de la crisis con una dimensión mayor de la que entraron.


"Las fusiones son la estrategia preferida del gobierno coreano" (El Cronista, 3/8). Efectivamente, el gobierno centroizquierdista está financiando la fusión de los dos mayores bancos coreanos –el CBK y el Hanil. El nuevo banco unificado tendrá dimensiones verdaderamente mundiales y estará en condiciones de competir con los grandes bancos internacionales. Para ‘ayudar’ a la fusión, el gobierno se haría cargo de créditos incobrables por un valor de 6.500 millones de dólares. El gobierno coreano también ha ofrecido financiar el traspaso de las operaciones informáticas de la Hyundai a la Samsung a cambio del traspaso de las operaciones automotrices de la segunda a la primera: mediante este ‘enroque’, los pulpos coreanos se fortalecerían frente a sus competidores en estos dos mercados fundamentales.


Los pulpos asiáticos han ‘avanzado’ incluso sobre algunas posiciones del capital europeo en Asia: el Financial Times(3/2) informa que "las compañías de Hong Kong y China fueron las más activas como lo manifiesta la reciente decisión del Bank of East Asia e ICBC de China de comprar la división bursátil regional del NatWest de Gran Bretaña".


Otra ‘movida’ de envergadura es la que están protagonizando Nippon Steel de Japón y Pohang Iron de Corea, los dos mayores productores asiáticos de acero, que están discutiendo una fusión, que ha sido calificada como "un acuerdo mutuamente protectivo" (Financial Times, 20/5). La fusión no sólo les permitiría "evitar una excesiva competencia en Asia" sino que, además, daría lugar al nacimiento del segundo productor mundial de acero. La fusión se realizaría mediante el intercambio de acciones, lo que significa que no puede financiarse en el mercado de capitales como consecuencia del derrumbe de las Bolsas. La época de la ‘plata dulce’ se va terminando.


En otras palabras, los capitalistas asiáticos pretenden llevar adelante un proceso de centralización del capital en términos similares al que promueven los norteamericanos, pero bajo su propio control. Si lo logran no sólo estarán en mejores condiciones de defenderse de los ataques de sus competidores sino que, también, podrán devolverles los golpes en la arena del mercado mundial.


Racionalización


La subasta del grupo Kia, el tercer fabricante coreano de automóviles, es ilustrativa del proceso en curso.


Dos empresas norteamericanas (Ford y GM) y tres coreanas (Hyundai, Daewoo y Samsung) pretenden apropiarse de sus activos y mercados. Para los coreanos, impedir el acceso de los norteamericanos a su mercado es "una cuestión de supervivencia" (Financial Times, 29/7). Por el contrario, la conquista de Kia por Ford o GM les daría acceso al quinto mercado automotriz del mundo y les abriría una ‘puerta’ hacia Japón y China.


Los pulpos coreanos, sin embargo, no pueden pretender, como Toyota, enfrentar a los norteamericanos. Se encuentran financieramente exhaustos –las deudas de Daewoo equivalen a 21 veces su capital; las de Hyundai ‘sólo’lo quintuplican. Mientras pugnan por comprar Kia, una y otra se encuentran empeñadas en despedir al 20% del personal de sus propias plantas. En este cuadro, se especula que "para asegurar su éxito, Ford y GM pueden formar consorcios con las fábricas coreanas" (ídem).


Ninguna adquisición, sin embargo, resuelve el problema de la sobreproducción. En Corea, por ejemplo, Kia tiene por sí misma una capacidad de producción de un millón de automóviles al año … cuando la demanda cayó a 350.000 vehículos anuales como consecuencia de la recesión. Esto hace pronosticar que sólo quedarán en pie dos de las cuatro terminales actuales. Lo mismo sucede con las restantes ramas de la producción. En la de microchips, por ejemplo, la sobreoferta ha llevado los precios por debajo de los costos de producción; en consecuencia, sólo en Corea deberán cerrarse dos de sus tres grandes productoras.


Las adquisiciones, en consecuencia, son apenas el primer paso de una violenta racionalización, o sea del cierre de plantas y de una aguda competencia capitalista. La ‘salida’ capitalista a la crisis deberá pasar, por lo tanto, por un prolongado período de cataclismos económicos, de convulsiones sociales, de crisis políticas y de grandes luchas de masas.