Internacionales
23/10/2003|822
Las jubilaciones en Chile son una miseria
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Donde más claro está el fracaso de la jubilación privada es en Chile. Como el sistema tiene 23 años de vigencia, acumula rendimientos positivos y sobrevivió a diferentes crisis, es posible trazar un balance previsional puro. Lo que emerge es que la mayoría de los chilenos no puede ni podrá jubilarse, y que quienes lo consiguen obtienen jubilaciones de miseria.
Sobre casi 7 millones de afiliados, aporta regularmente la mitad. El resto son desocupados, trabajadores en negro o en evasión por morosidad de las empresas. Si se incluye a un pequeño sector que todavía está afiliado al sistema estatal, "la cobertura previsional de los trabajadores en actividad en Chile alcanza actualmente al 60% de la fuerza de trabajo, aproximadamente. Esto es significativamente inferior a los niveles de principios de los ‘70, cuando la cobertura alcanzó al 78% de la fuerza de trabajo" (Manuel Jesús Hidalgo, profesor de la Universidad de Chile, en revista Adusp, Sao Paulo).
Si la mitad está fuera del sistema, los que están dentro reciben jubilaciones o pensiones de miseria. Según datos oficiales, sobre 420.000 jubilados hay 270.000 jubilaciones que, en promedio, reciben 136.000 pesos chilenos, cuando el sueldo promedio es de 315.000, lo que da una relación del 43%. Las pensiones por invalidez son un poco más altas - 170.000 pesos - y las de viudez mucho más bajas, - 100.000 pesos, apenas el 30% del sueldo medio.
Esto significa que el "exitoso sistema chileno" permite jubilarse o pensionarse con el 30 ó 40% del sueldo, muy lejos del 80% que constituye una reivindicación central de la clase obrera chilena.
Más grave en el caso chileno es que el Estado otorga un subsidio complementario al trabajador que tiene más de 20 años de aportes, el cual recibe de la AFP una jubilación inferior a los 100 dólares (unos 70.000 pesos). "Cerca de la mitad de los que aportan más o menos regularmente nunca recibirán más que ese haber garantizado por el Estado", esto porque tienen bajos sueldos o pocos años de aportes (ídem, Manuel Jesús Hidalgo). Otro estudio señala que "de acuerdo a las más recientes proyecciones realizadas, entre un 40 y 50% de los afiliados al sistema de AFP podrían terminar cubiertos por el Estado a través del programa de pensiones mínimas" ("Cobertura Previsional", OIT). En Chile, la pensión mínima de 100 dólares es "insuficiente para cubrir las necesidades básicas" (Carmelo Mesa-Lago, "Pensiones en América Latina", OIT).
"La reducción de la cobertura implicó aumento de los gastos en beneficios asistenciales y en subsidios para los beneficios mínimos. Este pasivo social recayó sobre las cuentas públicas. En el año 2000, la suma del déficit operativo del sistema antiguo más los gastos asistenciales y subsidios a las pensiones mínimas fue el equivalente al 5,7% del PBI, nivel equivalente a las necesidades de financiación de la seguridad social del régimen general y de los funcionarios públicos en el Brasil. En el caso de que no haya aumento de la cobertura, la tendencia sigue siendo de aumento de los gastos asistenciales" (Vinicius Carvalho Pinheiro, ex secretario de Previdencia Social de Brasil).
En cambio, como empresas capitalistas, las AFP siguen llevándose ganancias extraordinarias a costa de los aportes y las jubilaciones de los trabajadores. Las comisiones son el 23% de los aportes. Sobre 1.500 millones de dólares de aportes de los trabajadores, éstas suman 330 millones, y las utilidades declaradas, 150 millones de dólares anuales. Esta cifra es casi el 50% de las comisiones y el 25% del patrimonio neto. Además, las jubilaciones y pensiones son pagadas por medio de compañías de seguros que descuentan un 20% en comisiones. Este es el verdadero "milagro" chileno.