Los "relevos" en la policía
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Los "aires de cambio" en la Policía fueron menos evidentes aún que en las Fuerzas Armadas. El gobierno K. acabó confirmando al comisario Roberto Giacomino, un "duro" con "aceptación en la tropa" que podrá actuar "como garante de la calma interna en la fuerza, mientras los cambios se van produciendo en forma gradual" (Clarín, 4/6).
Giacomino, un hombre de Ruckauf, fue especialmente defendido por Ibarra. Según Clarín, Ibarra no quiere repetir una crisis como la provocada cuando el nombramiento del ex jefe, Santos, "víctima de una feroz interna atribuida al sector ‘duro’ que había quedado desplazado por su llegada", a la cual se atribuye "la violenta represión frente al Congreso - en abril de 2002 - ; un sangriento golpe comando en la planta de Aguas Argentinas de Palermo; o la sospechosa fuga de tres delincuentes ‘pesados’ del Departamento Central de Policía" (ídem).
Ibarra y Kirchner se inclinaron por Giacomino por su "capacidad para mantener la cohesión interna" y porque "manejó con bastante prudencia la protesta social" (ídem).
Giacomino es el que jerarquizó a los grupos antidisturbios, el responsable de la represión en Brukman, del desalojo brutal del Padelai, y el jefe de la banda de policías que asesinó a un chico obligándolo a tirarse al Riachuelo. Los "nuevos aires" kirchnerianos en la "Federal" incluyen el ascenso a la condición de subjefe del comisario Prados (hombre de Beliz), un campeón "por la vuelta de los famosos edictos policiales" (ídem).
Rehenes de las mafias
La permanencia del actual jefe de la Federal se debió a que "la Policía no es como el Ejército: te pueden armar problemas y hay que tener en cuenta que Giacomino maneja la calle" (Página/12, 3/6). La "calle" de la Federal, como la "calle" de la Bonaerense, son "una inmensa cantidad de negocios" (ídem).
Pero la incompatibilidad entre la "Bonaerense" y la "Federal" complica al nuevo "Estado Mayor Conjunto del Area Metropolitana", creado por Kirchner, Beliz, Solá e Ibarra. El antecedente más cercano, el "Comité de Crisis" de Duhalde, ya había fracasado también "especialmente por el enfrentamiento histórico entre las dos policías" (ídem).
La "pica" entre los "uniformados" obedece al control de los negocios mafiosos en la Capital y la provincia de Buenos Aires. "Los hombres de la Federal y de la Bonaerense tienen una cantidad inmensa de negocios y ninguna va a querer que la otra se meta en su terreno" (ídem).
El "River-Boca" de la cana consiste en que si la Bonaerense "tiene arreglos con los desarmaderos de autos robados, no van a querer que la Federal ponga un pie allí, y la Federal se va a negar a que la Bonaerense se meta, por ejemplo, en el lugar donde se comercializa una proporción de los repuestos robados, la calle Warnes" (ídem). "Las dos policías llevan años acusándose", desde la responsabilidad en secuestros extorsivos, como en el caso de Macri, hasta enfrentamientos sangrientos, "relacionados con que unos protegían y otros querían detener" (ídem) a una banda que actuaba bajo su protección.
De las denuncias periodísticas sale en limpio que la Federal domina "todos los negocios relacionados con la seguridad bancaria, las cuevas de cambistas, mesas de dinero, prestamistas, los movimientos de droga de envergadura, cobija la mayor parte de la prostitución (eso sí, «en peleas con agentes de la Side» ¡!) y ampara la venta de repuestos de autos robados" (ídem); en tanto que la Bonaerense tiene "los kioscos de venta de drogas al público, la mayor parte del robo de autos y los desarmaderos, los piratas del asfalto y la comercialización de lo que llevan los camiones, la fundición de los objetos de metal robados (¡!) y (la) participación en las bandas de secuestradores" (ídem).
Esta realidad de "la calle" ha llevado a Ibarra a meterse en el bolsillo el reclamo de que la Federal pase a su jurisdicción; sus aspiraciones, dice Ambito (4/6), "parecieron congelarse" cuando el impoluto Beliz le "anticipó fricciones por esto" en la Federal.
La ley anti-secuestros, la reforma del Código Penal, la reforma del Código Procesal, van contra los perejiles, que "compiten" con las grandes bandas armadas por las fuerzas armadas y de seguridad.
La tolerancia cero de "mister K" va contra los trabajadores y la población y refuerza la impunidad de los "garantes" del delito.