Políticas

24/7/2004|861

Miento para la corona

Verbitsky tuvo su pequeño “incendio del reichstag"

En un artículo publicado en Pági­na! 12 (17/7), el periodista Horacio Verbitsky analizó los hechos ocurri­dos el día anterior en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, en momentos en que debía votarse la reforma al llamado “Código de Convivencia”.


En su texto, responsabilizó de esos he­chos a la izquierda, caracterizándola de “microfracciones paleolíticas”, así como fun­cional a la “previsible provocación trotskysta*.


Achacó lo ocurrido a la incapacidad del funcionario Norberto Quantin y su equipo para manejar la situación. Ponderó, en con­traposición, la eficaz labor desplegada en el pasado por el secretario de Seguridad del gobierno de Duhalde, Juan José Álvarez.


Verbitsky caracteriza lo ocurrido en la Legislatura como un “límite”, llamando a la “contención no violenta” de futuros episo­dios similares, como forma de respaldar al gobierno de Kirchner, lo que expresa en su artículo sin ninguna vacilación.


El artículo pone efectivamente un lími­te, por su gravedad, a la trayectoria de quien lo escribe. Tanto el diario Clarín, co­mo La Nación y Página/12 (es decir, el ar­co más amplio del establishment local) han coincidido en que no ha sido la izquierda la responsable de los hechos. Todos estos me­dios calificaron coincidentemente lo ocurri­do, como una verdadera provocación. Clarín (que apoya a Kirchner) atribuyó su origen al gobierno.


Las imágenes de video demuestran que los causantes del ataque a la Legislatura no superaban las diez personas. En el momen­to más álgido, los atacantes eran exacta­mente ocho. Durante tres horas la Policía Federal no hizo nada por contenerlos, lo que bien podría haber hecho sin necesidad de violencia, como sugiere Verbitsky en su ar­tículo, por la mera presencia de un número mayor de efectivos en el lugar. ¿Por qué no estaban? La Policía Federal responde a ór­denes directas del Poder Ejecutivo.


Las fuerzas mayoritarias (Macri e Ibarra) ya habían acordado el texto que debía tratarse ese día en la Legislatura. Los ma­nifestantes de las fuerzas políticas oposito­ras, presentes en la manifestación, como puede verse en videos y fotos, en momento alguno intervinieron en el ataque, y expre­saron su discrepancia política con el proyec­to, por escrito, abriendo un debate público, lo que es ajeno a los métodos de la provoca­ción.


Entonces, ¿a quién beneficia lo ocurrido en la Legislatura?


La provocación de este “incendio del Reichstag” en miniatura, fue dejada pasar por el gobierno del “tolerante” Kirchner, a cuyo cargo está la Policía Federal, prepa­rando el terreno -guardando las debidas es- calas- para “la hora de hacer tronar el es­carmiento”. Este es el “límite” al que se re­fiere Verbitsky. Sus afirmaciones son graves porque se colocan en la misma línea de la provocación, señalando con el dedo a quie­nes habrá que “contener”, faltando sólo agregar, con voz digna del señor Blumberg: “¿Me entiende?”


Al ensalzar al aparato de seguridad de Duhalde, Verbitsky parece “olvidar” que ese aparato es el responsable de los asesinatos del Puente Pueyrredón y de los innumera­bles casos de “gatillo fácil” que han sido de­nunciados unánimemente por todos los or­ganismos de derechos humanos durante es­tos años, inclusive el Cels, del que Verbitsky es presidente.


El Cels es un organismo fundado por un grupo de valientes abogados, hoy fallecidos, que luchó durante la dictadura fundamen­talmente contra la “teoría de los dos demo­nios”, esgrimida contra los familiares de los desaparecidos. Doblemente grave entonces la actitud de Verbitsky, porque azuza al aparato represivo contra la izquierda oposi­tora, en nombre de la defensa del Estado, sobre la base del esquema de que éste esta­ría siendo atacado, en forma confluyente, por la derecha y la izquierda. Esto coloca al Cels, en caso de no deslindarse de estas de­claraciones, fuera del terreno de la defensa de los derechos humanos y de las libertades democráticas.


El límite esgrimido por el articulista, ha dejado caer el velo de la historia. Así como en el pasado otros robaron, hoy Verbitsky miente para la corona.