Correo de lectores
1/2/1994|411
Mujer y lucha de clases
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El debate desarrollado sobre “la situación de la mujer” desde que el partido publicó la primera carta enviada por Lucía F. sobre el Encuentro de mujeres, trascendió este tema hacia otros más generales, hecho que permitió enriquecer y profundizar las discusiones, demostrando el acierto político del partido al volcar este tema a la discusión colectiva.
Considero que además de continuar el debate es útil ir fijando posiciones y sacar conclusiones, lo que nos permitirá dotarnos de una más precisa caracterización política sobre los Encuentros u otros movimientos mayoritariamente con participación femenina, evaluar la importancia o no de intervenir en ellos y establecer un programa, consignas y resoluciones para dicha intervención.
Cuando se habla de “La liberación de la mujer”, éste es un objetivo que debe enmarcarse dentro de la lucha de clases de los explotados contra los explotadores. Esto lo digo en el sentido de que como mujeres explotadas compartimos o deberíamos compartir en un terreno de igualdad con el hombre la lucha por destruir este Estado burgués. Siendo éste el objetivo estratégico, todos los reclamos y reivindicaciones específicas deben ser orientados para que la mujer trabajadora comprenda la importancia de liberarse del yugo capitalista y no de los hombres. Concepción ésta que suele llevarnos a estériles enfrentamientos con quienes deberían ser nuestros compañeros de lucha. Creo por lo tanto, que el eje cardinal de discusión es “El rol de la mujer en la lucha de clases”, y que debemos tratar de orientar las discusiones en ese sentido político y evitar concepciones pequeñoburguesas, subjetivas o burdamente feministas.
Históricamente hablando, primero existe una opresión (innegable) mucho mayor de la mujer que del hombre en esta sociedad, justamente consecuencia de la instauración del capitalismo: la propiedad privada y la regimentación económica y social de la vida diaria. Situación exacerbada en la etapa actual de crisis estructural del régimen. No podemos entonces, sectarizar el problema de la mujer a una lucha entre los sexos. Ni tomar a la mujer como “clase oprimida” (ver artículo Ana M. de Córdoba, PO 410, 2da. columna) lo cual sería una desviación conceptual de lo que para nosotros como marxistas significa el concepto de clase: “según el lugar que ocupa el sujeto en el ciclo de producción”. Por lo tanto, hombre y mujer trabajadores pertenecen a la misma clase oprimida.
Segundo: Todos los elementos que ha desenvuelto el capitalismo en su etapa de desarrollo contribuyeron a profundizar esta división de hombres versus mujeres: economía, educación, prejuicios, tabúes, etc. División que en cuanto a nuestro objetivo de liberarnos del capitalismo es nefasta y artificialmente concebida para dividir a los trabajadores.
Me parece fundamental ver esta trampa y tener presente lo que aparece en el artículo “La III Internacional...”, PO 409, sobre las condiciones primarias necesarias para que las mujeres alcancen una completa igualdad; dice : “... 1) erradicación de la propiedad privada (o sea economía planificada y propiedad socializada); 2) integración de la actividad de la mujer en un nuevo orden, libre de explotación y opresión... mientras no logremos este objetivo, podremos obtener victorias ‘relativas’ (tanto hombres como mujeres) pero que estarán enmarcadas por las limitaciones del Estado burgués”. Batallas parciales, que a mi entender no deben servir para construir el fetiche de la emancipación femenina, sino para que la mujer tome cada vez más conciencia de:
* la importancia de independizarse políticamente de la burguesía, sus partidos y organizaciones que sirven a sus intereses.
* su rol activo y necesario como constructora del Partido Revolucionario.
* su participación cotidiana y permanente en las “estructuras del poder” (de las que habla Ana María en el mismo artículo) políticas y sindicales. Lo cual no me parece “el problema más latente” por analizar hoy en el partido. Aunque sí quiero aclarar que me parece debemos ser cuidadosos con la utilización de esta idea.
Leyendo el artículo “Comentarios sobre el VIº Encuentro” (PO 410), se menciona que: “... la corriente aparentemente mayoritaria en el Comité Organizador se denomina ‘Feminismo de lo posible’ y propone ganar espacios de poder”. Los planteos e intervención de esta corriente “democrática y multiclasista” no tienen absolutamente nada que ver con lo que es y debe ser nuestra intervención como mujeres revolucionarias en ámbitos de poder.
Mientras estas feministas intervienen adaptándose y sosteniendo (¡para mejorarlo, por supuesto!) el aparato del Estado, nosotros, militantes del PO, lo hacemos para desenmascarar la explotación, la pauperización creciente y la necesidad de destruir el Estado burgués.
Por lo tanto, en la medida que las mujeres tomamos mayor conciencia de nuestro rol en la lucha de clases, sabemos también que podemos y tenemos que acceder teórica y prácticamente a cualquier instancia de la vida partidaria por nuestra propia capacidad e iniciativa. Ya que la lucha por la revolución es y será llevada adelante tanto por hombres como por mujeres por igual.