¿Quién se opone a la ‘privatización’ de Yaciretá?
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El negociado que se ha montado en torno a la privatización de Yacyretá supera a todos los conocidos, inclusive al de IBM con el Banco Nación y la DGI. Menem es el responsable directo de todo lo ocurrido con Yaciretá desde 1989, pues colocó al frente de la represa a sus hombres de ‘confianza’. Para ‘operar’ la ‘privatización’ ya votada por el Senado dejó a Carlos Bastos al frente de la Secretaría de Energía, sin importarle que hubiera pertenecido al grupo de Cavallo y que tiene a familiares super interesados en la ‘privatización’. Menem pretende convertir ahora un ‘monumento al negociado’, lo que calificó en su momento como ‘monumento a la corrupción’; porque programada en menos de 2.000 millones terminó costando más de millones.
El negociado es simple: Menem y Bastos pretenden "obtener por esa privatización entre 1.500 y 1.800 millones de dólares en tanto el futuro concesionario recaduaría no menos de 18.000 millones durante los 30 años de la duración de su contrato” (La Nación, 11/9). Otra perla es “eximir del pago de impuestos al grupo privado que comercialice la electricidad” (Clarín, 26/8). “Además, al Estado argentino le quedaría como contrapartida un enorme pasivo conformado por los 2.100 millones de dólares adeudados al BID, al Eximbank y a otras entidades de crédito europeas y del Japón. A esa cifra deberían todavía añadirse otros 5.550 millones de dólares aportados por el Tesoro Nacional como contrapartida de los desembolsos de los organismos internacionales” (La Nación, ídem).
Como se ve, el ‘monumento a la corrupción’ tiene los nombres y apellidos, de que los ‘organismos internacionales’ que financiaron la obra, fijaron las condiciones de compra y de precios de los monopolios internacionales, y se embolsaron un enorme bocado con los intereses.
El negociado suscitó la oposición de un sector muy variado de diputados que va desde el PJ, la UCR, los liberales de Romero Feris, Solanas y el Frepaso. Incluso La Prensa, de la menemista Amalita Fortabat, lo calificó de “mal negocio”.
La razón de esta oposición es que la privatización impediría bajar el precio de la tarifa eléctrica, que sería provocada por el incremento de la oferta, debido a que se autorizaría la exportación de energía a Brasil. “Una vez terminada, Yacyretá -que es hidroeléctrica- podrá aportar el equivalente al 40% de toda la energía disponible ahora. Pero si su producción se exporta, la Argentina perderá la chance de abaratar la tarifa en no menos del 15%” (Clarín, 26/8).
Por eso, el diario Clarín del 7 de agosto le dio a Pino Solanas toda una página para que se explayara contra la ‘privatización’. “¿Cómo harán para bajar el costo argentino y ser más competitivos si la tarifa quedará en manos de los monopolios extranjeros?”, y si “el objetivo es venderle al Brasil, que en el mercado regional es quien más paga”. Idéntico punto de vista desarrolla Amalita Fortabat en un editorial en La Prensa (30/8), dónde cuestiona las “cláusulas de problemático valor para la Argentina en cuanto a las tarifas futuras de la energía producida”.
Este arco opositor no se opone a la privatización sino al establecimiento de un precio alto a la energía que perjudicaría a la industria usuaria del servicio. La suspensión de la ‘privatización’ por parte de Menem, apunta precisamente a negociar el aumento de la tarifa. La Auditoria General de la Nación, que está en manos del radical Enrique Paixao, “recomienda concesionar el gerencia- miento pero que no se venda por anticipado la energía que produce Yacyretá” (Ambito, 10/9). El senador radical Mario Losada, dejó abiertas más puertas todavía: “intentemos alternativas más útiles para nuestros intereses”, escribió en Clarín (24/7), sin oponerse explícitamente a la venta de la futura producción de Yaciretá.