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7/11/2007|779

Se acelera la crisis política

La convención del Partido Blanco ratificó la resolución de abandonar la coalición con el Partido Colorado. La votación a favor de la ruptura de la coalición fue de 291 a 112, un margen sensiblemente mayor al registrado en el directorio (9 a 6).


La resolución del directorio blanco sostiene además la necesidad de “encarar el problema de la deuda externa”. Más directamente, el presidente del directorio blanco, Luis Lacalle, planteó “formar una comisión negociadora de la deuda externa encabezada por Sanguinetti (Partido Colorado), Tabaré Vázquez (Frente Amplio), Luis Lacalle (blanco) y Rafael Michelini (Nuevo Espacio)” (La República, 29/10). Definió la renegociación de la deuda como “una causa nacional” cuyo objeto es “crear una zona intermedia entre pagar y no pagar (mediante) un acuerdo con los mercados y el FMI” (ídem). Jorge Larrañaga, senador blanco, fue directo al afirmar que “proponemos reprogramar los vencimientos de la deuda externa porque el país no va a poder cumplir con ellos” (El Observador, 28/10). La quiebra del gabinete blanco-colorado es la manifestación de la quiebra de la burguesía uruguaya y de la formación de un frente burgués partidario de “patear” para adelante los vencimientos de la deuda.


La quiebra de la coalición pone en evidencia el agotamiento de la política de “ajustamos y pagamos” del gobierno de Batlle. Los blancos apoyaron los 16 impuestazos del gobierno, la devaluación de la moneda, el uso de fondos públicos (por un monto aún desconocido pero superior a los 1.000 millones de dólares) para salvar a la banca privada durante la corrida y la ley financiera promovida por el FMI que impuso el congelamiento de los depósitos de la banca estatal y los bancos intervenidos.


Un legislador blanco fue claro al señalar que “no podemos dejar banderas históricas nuestras en manos del Frente Amplio, como la defensa de la producción en un país paralizado con nuestra población endeudada casi por completo” (La República, 31/10).


La división entre los partidarios de “reprogramar” la deuda externa y los de continuar la política de “ajuste” divide también al Frente Amplio-Encuentro Progresista. El ala derecha del Fa (Asamblea Uruguay y Vertiente Artiguista) ha venido promoviendo el apoyo a las medidas privatistas promovidas por el gobierno (descentralización de Ancap; entrega de las rutas a los “barones del peaje”) y en los últimos días fue partidaria de aceptar la propuesta gubernamental de formar una “comisión de estudio de la reforma impositiva”, anticipatoria de nuevos tarifazos e impuestazos. Temerosos, según sus propias palabras, de “quedar pegados en la crónica de una muerte anunciada”, los dirigentes del Frente Amplio evalúan el momento para abandonar la “comisión de reforma financiera”.


“El cálculo político (de los blancos) de formalizar el divorcio para desmarcarse a tiempo de una gestión que naufraga, es una explicación acertada pero insuficiente: lo que aún no se ha admitido es que la bomba de tiempo activada por el ex ministro Bensión con el expreso consentimiento del presidente Jorge Batlle, está a punto de estallar” (Brecha, 1/11). La quiebra de la coalición podría ser la excusa que necesita el actual ministro de Economía, Alejandro Altchugarry, para anticiparse al “estallido” y presentar su renuncia, “un trascendido que cobró fuerza en la última semana” (ídem). En agosto, Altchugarry aceptó el ministerio bajo la condición de contar con el apoyo expreso de los dos partidos de la coalición.


La cuenta regresiva para Batlle está en marcha. Los tiempos de la crisis uruguaya se aceleran.