24M: ¿qué pensaría mi tío?

Reflexiones sobre el 24 de marzo.

Es la primera vez desde hace 37 años, donde cada 24 de marzo fue una acción de lucha por el ayer y por el hoy, que aparece la idea de varios sectores políticos que consideraron reemplazar la histórica movilización a todas las plazas del país, por otras acciones que, a primera vista, parecen “simbólicas”, como plantar un árbol, pero que en realidad son más peligrosas de lo que aparentan.

La lucha contra la dictadura militar fue una resistencia política, de militancia clandestina, para seguir construyendo una alternativa para la clase obrera. No fue una lucha simbólica.

Las madres de Plaza de Mayo pusieron el cuerpo. Se plantaron ellas porque estaban matando a sus hijos, perdiendo nietos. Dieron pelea y floreció una de las luchas más emblemáticas de la historia: la marcha de la resistencia.

Mi abuela, una de ellas, transformando su tristeza en poemas como plegaria para el regreso de su hijo. Murió sin saber que lo encontraríamos en el predio del ejército, el ex centro de detención clandestina La Perla. Con más detalles, partes de su cuerpo dentro de un horno.

Mi tío, Alfredo Felipe Sinópoli, desapareció frente al monumento el Dante, en momentos donde caminaban hacia la ciudad universitaria -donde cursaba la carrera de medicina- reducido e introducido en distintos vehículos para conducirlo y alojarlo en alguna dependencia perteneciente al Ejército Argentino, sin dar aviso a sus familiares ni anoticiar a autoridad judicial alguna, lugar en el que el personal de inteligencia los interrogó en relación a su actividad política, valiéndose de prácticas tormentosas, hasta la muerte, ocultando sus restos con el propósito de no encontrarlos nunca.

¿Qué pensaría en este momento él?, militante de la JUP, cuando las organizaciones ligadas al gobierno han decidido que este 24 no se movilizan cuando las razones sobran para hacerlo.

Hoy, plantar memoria tampoco debe ser un hecho simbólico, porque siguen desapareciendo a nuestros hijes y le niegan una vida digna. Esa pelea también es política. La batalla contra las burocracias sindicales en cada lugar de trabajo, la separación de la Iglesia del Estado, la violencia, los femicidios, un sistema de salud centralizado y educación laica y científica, un gatillo fácil que se sigue llevando a los pibes, se prenden fuego los bosques y se criminaliza la protesta.

Hay que seguir luchando, no alcanza con una plantita, se empieza por la Plaza, allí es donde cada año tenemos que homenajear a todos lxs desaparecidxs.

Aunque pudiéramos plantar 30 mil árboles para no perder la memoria, el problema radica en no comprender que quienes tenemos que plantarnos como se plantaron nuestrxs abuelxs somos nosotrxs, en la Plaza, en las universidades, barrios y escuelas, con la misma convicción que hace 45 años, para que esa fuerza vuelva a florecer.

Por los 30.000 detenidos desaparecidxs presentes. Por los muertos, desaparecixs y encarcelados en democracia. Contra la represión que se ensaña en las luchas populares. Contra la miseria, la precarización laboral y la violencia hacia la mujer que siguen creciendo. No al pago de la deuda. Por estas y 30 mil razones más todos los 24 a las calles. Nunca Más.