A Lisandro

En 1994, en medio de las luchas contra la Ley Federal de Educación, yo era una militante activa del Centro de Estudiantes del Colegio Tomás Guido (San Martín). Allí tome contacto con los compañeros del Partido Obrero. Después de varios debates, en 1995, el compañero Lisandro me propuso la incorporación. De allí en más, la lucha en el movimiento estudiantil primero y luego en los frentes barriales, las fui compartiendo junto a él. De él apren dí que la palabra “compañero” es la definición más exacta que nos corresponde.


Somos quienes nos acompañamos, apoyamos y ayudamos a enfrentar los vaivenes de la lucha revolucionaria. Lisandro ha sido mi amigo y mi maestro. Mi compañero en las dificultades políticas. Mi compañero en mis dificultades personales. Potenciando mis virtudes, empeñado en ayudarme a corregir mis dificultades. Fue su sencillez para encarar los problemas lo que más me ha enseñado. Tuve el honor de participar del Argentinazo que él luchó por construir. Tengo el honor de vivir esta maravillosa vida de dulce y violenta Revolución, gracias a su empeño por ganarme a ella. Me siento afortunada de ser “hija” suya, de haber tenido la posibilidad de ser su compañera y amiga.


Lisi: gracias por enseñarme en carne propia que el Revolucionario es el eslabón más alto de la cadena humana.


Hasta siempre.