Acierto sobre el sionismo


El último editorial de Prensa Obrera es un acierto. Cualquiera que lea los diarios verá que las principales crisis políticas en diferentes países tienen que ver con Medio Oriente, Irak y el sionismo —no con temas internos. Abundan las informaciones sobre el ‘lobby’ sionista en Estados Unidos. Obama y Hilary Clinton tuvieron que prestar juramento al sionismo antes de iniciar su precampaña electoral. En Italia es todo el eje de la crisis política; la quema de una bandera de Israel, cuando aún gobernaba Berlusconi, dio lugar a una brutal campaña macartista. El asunto no es la comunidad judía, que en Italia no llega a 35.000 personas, es el sionismo. Lo ocurrido con un amigo de ustedes, Marco Ferrando, es ejemplar; lo echaron como candidato del partido de Bertinotti porque dijo que Israel era históricamente artificial. El desmesurado rol que ha pasado a jugar el sionismo en el plano internacional tiene su lógica, pues es el pivote del imperialismo en un marco social y regional explosivo — el mundo árabe. Todo el mundo exige a Hamas que reconozca a Israel; nadie le exige a Israel que desmantele su colonización en Cisjordania ni sus masacres cotidianas.


 


El acierto del editorial consiste en mostrar el hábil operativo del imperialismo, que consigue imponer la dominación de los candidatos pro-sionistas en la Capital, en circunstancias en que Kirchner se proclama aliado de Chávez, quien fue el único que denunció la masacre sionista contra el Líbano. Telerman adelantó las elecciones y se fue a Israel sin esperar el impacto de su anuncio. El ‘lobby’ sionista logró en Argentina cambiar el ángulo de la investigación del ataque a la Amia, para sumar a la política de Bush en Irak e Irán. No lo había logrado con Menem, que mandó barcos al Golfo Pérsico y fue declarado aliado de la Otan. Filmus, apenas nombrado, hizo su gira a la Daia. Carrió es una furiosa enemiga de Chávez y de lo que llama el fundamentalismo islámico, pero no tiene una palabra de apoyo a la resistencia en Irak, ni ataca al fundamentalismo sionista ni a un Estado en constante expansionismo colonial. No es casual que se refuerce el tema de la ‘infiltración’ islámica en la ‘triple frontera’. La crisis política argentina es, en su mayor parte, de alcance internacional. Todos están con el dólar alto (menos López Murphy), pero están divididos con relación a las relaciones con Venezuela, Bolivia y Ecuador. ¡Incluso los kirchneristas, al punto que Kirchner echó al embajador venezolano amigo de D’Elia! Es una divisoria política concreta. En la Capital esta divisoria se zanjará con la victoria de un candidato pro-sionista; será un golpe de retaguardia contra lo que el imperialismo percibe como una resistencia a su política, la revolución bolivariana. Como dice Altamira, con el apoyo de Barrios de Pie. A su debido tiempo, todo esto repercutirá en la política exterior de Argentina; Cristina ya se apuntó a tener su pequeño estadio pro-imperialista de Ferro en Caracas para hablarle a la organización sionista de Venezuela, que ataca a Chávez. Tengo la impresión de que el acertado enfoque del editorial obedece a la atención que este periódico otorga a los problemas internacionales.