Auschwitz


En Prensa Obrera N° 886 del 10/2, Savas-Matsas escribe sobre “Auschwitz – La herida abierta de la historia”.


 


Yo sigo con interés todo lo que leo de Savas-Matsas, y en este caso coincido con la hipocresía del “show” montado por el mundo capitalista para “celebrar” (yo diría recordar) los 60 años de la liberación de Auschwitz.


 


En lo que no coincido con Savas-Matsas es cuando escribe que “el antisemitismo es un fenómeno ‘laico’ y moderno, no una continuación lineal de la vieja judeofobia de la Edad Media”.


 


Si entiende la persecución y exterminio de los judíos del nazismo como un proceso ‘laico’, sin apoyo o complicidad de la Iglesia, yo creo que está equivocado.


 


El odio al judío por el solo hecho de serlo, no existió hasta que Constantino convirtió el Imperio Romano al cristianismo, en el siglo IV, para detener la decadencia del Imperio. Recién entonces comenzó la persecución de los judíos.


 


La prédica milenaria del “antijudaísmo” tuvo el apoyo y la complicidad de la Iglesia, cuyas consecuencias fueron una estela de perseguidos y muertos durante siglos y siglos.


 


El “antisemitismo” como continuador del “antijudaísmo” llevó a Hitler a aplicar la “solución final”, que significaba el exterminio de todos los judíos en Europa, lo cual no hubiera sido posible sin la complicidad de la Iglesia.


 


Tampoco hubiera sido posible el capitalismo salvaje sin la existencia de la Iglesia, que siempre acompañó a la espada y al dinero. De lo cual la Argentina tiene bastante experiencia.


 


Algunos ejemplos: el Concordato que el Vaticano firmó con Hitler; Hitler jamás abolió la educación religiosa en las escuelas; los clérigos debían alabar a Hitler y al nazismo desde el púlpito (por supuesto, los que se opusieron fueron presos); etc., etc.


 


En medio del auge hitlerista y estalinista se fundó la Cuarta Internacional, y tal vez su Refundación podrá evitar que sigan semejantes barbaries humanas.