Balances y algo más

En estos días, los grandes medios “se hicieron eco” de una suerte de balance del 2002, que en boca de “políticos” y otros personeros, más o menos sostenía: el año se inició con una perspectiva arrasadora (Argentinazo) pero terminó casi dentro de la normalidad, con el pueblo más apaciguado y con la inmensa mayoría de ellos (los políticos) todavía en sus cargos. Terminaban 2002 hasta con un “veranito” económico que abrigaba esperanzas de un veranito político.


 


Hora cero


Ambito Financiero, siempre el más osado, largó el suyo muy temprano (pre 19/20 de diciembre). En un suplemento especial con las perspectivas para el 2003, toda la gran burguesía, toda, expresaba sus buenas intenciones. Resumía el diario: el 2002 fue el peor año de la historia reciente argentina, y el 2003 aparece a la vista, aún plagado de incertidumbre. Pese a eso, los empresarios queremos hacer negocios y esperamos que el año que viene sea propicio.


“No tenemos la culpa”, “volver a crecer”, “se supera con trabajo”, “hay que recomponer las instituciones, el Estado, abrir negocios, ser prudentes”. Todos sus balances eran una confesión de que los otrora “capitanes de la industria” han sido rebajados a meros lugartenientes, pero lugartenientes con avidez de guita. Pero lo que más sorprendía de esos balances era que ninguno se animaba a profundizar en política: salvo Cema, que le puso la chapa a la propaganda menemista que hace Ambito, los grandes capitostes de la burguesía argentina preferían no abundar en política. Efectivamente, a esta altura del partido, siguen completamente desorientados.


 


La plaza del Argentinazo


Lo que importaba de tanto balance, no era el simple cambio de año, que mueve a reflexiones naturalmente; ni siquiera que el año haya sido vivido como el peor por una gran parte de la población. Importaba que había sido el primer año del Argentinazo y por todos los medios había que borrar esa asociación.


La plaza de los 100.000 les quebró la campaña. Durante la gran batalla que precedió a la plaza del 20, se quebraron también uno a uno todos los intentos de la centroizquierda para tergiversar el significado de la jornada y de la rebelión argentina. Dos en uno.


Estaba en curso una operación política a gran escala con decenas de libros, revistas, horas y hojas volcados a esta tarea. Fracasó en la calle. Fracasó en la plaza. Tiene razón Prensa Obrera: cada uno tiene la plaza que se merece, y este pueblo, además, se merecía tener esa plaza y esa convocatoria.


Perdida la batalla para la burguesía, y habiéndonos tenido que reconocer en todos lados, los medios inmediatamente amagaron una campaña contra el PO (Córdoba, fedayines, incidentes), que no se animó ni a salir del horno. Tres en uno.


Pero a la mañana siguiente, madrugó el unísono “2002 fue el peor, el peor”.


 


El peor de todos


¿Quién podría negarlo? Fue el peor año, insistimos en la idea sólo para que se tenga una idea de la envergadura de la campaña: en los informativos, en los programas de chimentos, en los programas políticos, deportivos, en los programas de humor, en los spots, en las tapas, en los editoriales, en todo. Una sola voz: fue el peor año, “y basta con eso, mejor no ahondar en ciertas cosas”. La burguesía no es muy adepta a los balances, por lo menos a los públicos, así se hace más fácil ocultar las cosas. Lo mismo puede decirse de la historia (que ya ni existe). Su balance pretendía ocultar que fue el año de las luchas obreras más importantes, el año en que creció la organización, el número y la conciencia de los trabajadores argentinos, el año en que un pueblo entero demostró de qué se trata lo del Argentinazo. Eso sí se reflejó en los balances de las asambleas, en los brindis de los comedores piqueteros, en las reuniones y en los escritos de año de los protagonistas de esta rebelión.


 


Cuando peor…


Pero cuando la gran presión mediática hacía parecer que ese balance superficial ya pasaba para el gran público, se les viene a morir el loro. Lorenzo Miguel. La historia resucita, cargada de balances.


La muerte de Miguel y el balance del Argentinazo van, desde ahora, ligadas de la mano. La casual desata lo necesario.


Los idiotas útiles de la burguesía dirán: ahí están los zurdos, para ellos cuanto peor mejor. Ni la muerte los detiene. No señores. Este año fue el mejor año para el pueblo: no sólo por sus gestas. Moríamos de hambre (aunque sin la tele), desde hace años, sin un peso; hace años, pero desde este año, muchos hasta volvieron a comer (los comedores, merenderos, los subsidios conquistados) de la mano de la lucha popular. Abrimos fábricas, impedimos que cierren, impedimos despidos. Este año fue gigante.


Este es el balance del año, y no que en deportes dimos un salto o que las divas no estuvieron en la tele. El balance del año 2002 se ha convertido en el terreno de una ofensiva ideológica en regla por parte de la burguesía. Era imposible esperar menos: durante este 2002, que empezó tempranamente el 19 y 20 de diciembre de 2001, la burguesía argentina se vio a sí misma, en su tamaño real: una enana, dividida, impotente para imponerle al pueblo la más mínima capitulación. Esa ofensiva mediática, también está siendo derrotada.


En cada fábrica y barriada, en cada lugar de trabajo o pueblo, donde se escuche un balance: este año fue el mejor. No nos dejamos engañar en el 2002, y el 2002 fue nuestro; que su balance también lo sea.


¡Bienvenido 2003! ¡Viva la revolución obrera! ¡Viva el Partido Obrero!