Carta a la CTA ¿De qué están hechos?

El 19 y 20 de diciembre del 2001 esperamos inútilmente que salieran, mientras nos llegaban noticias sobre sus sesudas deliberaciones, las cuales los retenían en lugares siempre distintos de Buenos Aires. Aguardamos entre corridas y gases sus resoluciones. Nunca llegaron a la calle ni los unos, ni las otras.


Antes habían armado maratónicas marchas con niños o sin ellos, Frentes Contra la Pobreza, y otros entretenimientos públicos varios. Lamentablemente llegamos al día de hoy, el tiempo político para actuar oportunamente se incinerará en las urnas el 27 de abril. 


En estado cataléptico, el único sector que, aunque heterogéneo, podría haber trabajado para aunar voluntades, se refugia, para no hacer ni mostrarse cuando más se lo espera, en el recurrido argumento de los 20 años que le costó al PT llegar al poder.


¿Son herederos de la cómplice pasividad de los Gordos?


Todo esto me lo preguntaba en el bar de Alberti y Belgrano la tarde del 21 de abril, cuando recalé oportunamente allí ante la represión en Brukman.


No cualquier bar para mí, porque allí conocí a Germán Abdala. ¿El también se refugiaría hoy, me decía, en los floridos titubeos hamletianos, o pondría el cuerpo, la solidaridad, la decisión, sin mezquinos cálculos politiqueros cuando se trata de la lucha valiente de obreras defendiendo su lugar de trabajo?


Estos últimos días cantábamos: “En donde está, que no se ve, esa asquerosa CGT” … Ustedes, muchachos, ¿dónde están?, ¿contando los porotos del mafioso truco político argentino, mientras las obreras de Brukman, “políticamente incorrectas”, acampan solitas frente al vallado de la hitleriana Federal de Giacomino y su socio Ruckauf?


Mis condolencias.