Carta abierta al presidente Néstor Kirchner

Acabo de enterarme de que usted ha felicitado fervorosamente al genocida George W. Bush “en nombre de todos los argentinos".


Soy argentina y no quiero estar in­cluida en ese saludo. Su condición de Presidente tal vez lo obligue a hacer­lo por cuestiones de protocolo. Pero ni por el protocolo acepto que me involu­cre en semejante “celebración”. Geor­ge W. Bush lleva ya cuatro años de po­líticas guerreras que se traducen en torturas y masacres. {Si lo sabrán los pueblos de Afganistán e Irak! Y el pue­blo cubano, y la hermana Venezuela. La lista es interminable.


Asimismo, considero que sólo un corporativismo mezquino puede expli­car los dichos del ministro del Interior que celebra esta reelección porque “con Bush no nos fue mal". A los pue­blos del mundo les fue mal con Bush. También al pueblo argentino. Y eso es lo que importa.


Seguramente a los pueblos nos iría mal también con Kerry, como nos fue con Clinton. Como sucede desde hace muchas décadas. A los que "les va bien” seguramente es a quienes hacen negocios con la venta de armas, con la apropiación de los recursos naturales del Tercer Mundo, a quienes especulan con el petróleo, a los que ven extender­se el horizonte del enriquecimiento de pocos sobre la miseria de muchos.


Para los pueblos no se trata de "hal­cones" o “palomas”, de "demócratas" o "republicanos”. Se trata de la con­cepción política imperialista, cada vez más brutal, cada vez más imperial, que es la política de Estados Unidos.


Hoy, más aun que 30 años atrás, im­perialismo es sinónimo de Estados Unidos y de George W. Bush.


Y yo tanto y más antiimperialista que cuando empecé a militar en la Ju­ventud Peronista en los años ’60 no quiero ser incluida en la celebración de lo nefasto para los pueblos. No en mi nombre.