Carta pública de una ex kirchnerista

Verónica Elena Jara, militante del Partido Obrero, en el Frente de Izquierda y de los Trabajadores y por la refundación de la Cuarta Internacional y la unión de todos los trabajadores

Sra. Presidenta:

Tal vez usted no me recuerde, la señora Alicia Kirchner con seguridad lo hará. Tengo 47 años, resido en Río Gallegos desde el año 1978, y en la provincia de Santa Cruz desde el año 1971. Quiero esta tierra patagónica y la volvería a elegir para vivir. Aquí está mi historia personal y colectiva.

Si bien, señora Presidenta, me afilié al Partido Justicialista en el año 1983, sinceramente no entendía absolutamente nada de política: mis padres eran peronistas y creía que yo también debía serlo. La realidad me demostraba diariamente que el mundo estaba mal, muy mal; pero me sentía impotente, entendía claramente que sola no podía cambiar nada. Mi posición fue, hasta el año 1987, la resignación. Pero con un detalle: acepté no poder cambiar el mundo, pero asumí el compromiso de que el mundo no iba a cambiar un ápice de mis principios de joven rebelde.

Cuando asumió su esposo como intendente de la ciudad de Río Gallegos, me gustó su discurso progresista y decidí militar activamente en los inicios del kirchnerismo. Participé activamente de la interna presidencial Cafiero-Menem. Usted recordará, Sra. Presidenta, que apoyamos a Cafiero.

Luego vinieron las internas provinciales. Su esposo, previamente, había denostado al señor Arturo Puricelli, porque, según se decía, era el responsable, durante su gestión como gobernador, de la desaparición de 1 (un) millón de dólares del Banco de la Provincia de Santa Cruz. Sin embargo, recordará, Sra. Presidenta, que se conformó la Lista Verde Unidad, con los siguientes referentes políticos: su esposo, el señor Rafael Flores y el señor Arturo Puricelli! Allí, terminó mi militancia activa.

En el año 1993, conozco a un compañero de trabajo, militante del Partido Obrero. Tuvimos discusiones políticas durante casi 15 años. Me negaba a creer que la política de su esposo había sido la de reprimir a compañeros trabajadores del Corralón, en el año 1989. También me negué a creer la golpiza recibida por los trabajadores que participaban del cacerolazo en el año 2002, por parte de una patota oficialista. Pero, finalmente, la venda comenzó a caer durante la gran lucha que dio la clase trabajadora en el año 2007. A partir de la represión a docentes por parte de la Gendarmería Nacional, tomé la decisión de renunciar al cargo político que ocupaba hasta ese momento. Continuar como funcionaria, era avalar a un gobierno represor.

La caída total de la venda, Sra. Presidenta, se produjo el 17 de agosto de 2007; cuando el asesino al volante, Daniel Varizat, no tuvo reparos en atropellar a varios trabajadores que participaban de una marcha pacífica. Mientras, usted participaba de un acto de campaña, en el Boxing Club. Nadie me contó, yo estuve allí; y son imágenes que jamás olvidaré. Puedo relatarle cada detalle de ese día, pero no quiero extenderme más; sólo quiero decirle que los trabajadores no somos asesinos. Por esa razón, varios trabajadores comenzaron a organizarse, intentando formar un cordón humano, para que Varizat pudiese retirarse del lugar. Pero ese asesino al volante arremetió sin compasión, sobre hombres, mujeres y niños. Y camina hoy, impunemente, por las calles de la Ciudad de Buenos Aires.

Por esa experiencia, Sra. Presidenta, y el despertar de mi conciencia de clase (a fuerza de extensas lecturas y discusiones políticas), hoy milito en el Partido Obrero, integrante del Frente de Izquierda y de los Trabajadores. No soy un invento oportunista, sino una trabajadora de carne y hueso.

Sra. Presidenta, he escuchado su discurso en la apertura de sesiones del Congreso Nacional, con suma atención. Usted habló del pago de la deuda externa. Pago que se realizó con ajustes sobre la clase obrera, que no fuimos quienes la generamos; pero, evidentemente, las pérdidas se socializan. ¿Y las ganancias? Se las reparten entre el capital (nacional y extranjero) y los “redomados apologistas de las tropelías del capitalismo” (altos funcionarios del Estado y la burocracia sindical).

También anunció el pago de la deuda interna, los famosos Boden 2012. Producto del corralito de Cavallo. Pero se olvidó de mencionar la deuda que mantiene el Estado con los ex agentes de YPF y con todos los jubilados. Mi padre, jubilado de YPF, se murió en 2008 y no cobró la totalidad de la deuda. Por eso, Sra. Presidenta, continuaré luchando, junto con mis compañeros de clase, por el 82% móvil para todos los jubilados y el pago de las deudas que el Estado mantiene con ellos. Es una injusticia social lo que hoy padecen.

Sra. Presidenta, la “ley antiterrorista” es, lisa y llanamente, la criminalización de la protesta social. Como ya tuvimos pruebas sin ir más lejos, con la brutal represión del 29 de diciembre a los trabajadores que nos oponemos, al tratamiento y aprobación de una ley de emergencia en la provincia de Santa Cruz. Una ley de emergencia que pretende quitarnos más derechos adquiridos; como lo hicieron en la reforma previsional anterior. Es inaudito que tengamos 5.000 compañeros trabajadores procesados y varios presos, como el compañero Oñate, por defender nuestros derechos. Ni hablar, Sra. Presidenta, del Proyecto X. Eso es el ángel rubio infiltrado en Madres de Plaza de Mayo.

No puedo dejar de referirme, en esta carta, a la tercerización del trabajo. El más claro ejemplo de la explotación del hombre por el hombre. Ni al asesinato de mi compañero de militancia Mariano Ferreyra, por parte de la patota sindical. Si bien el asesino Pedraza continúa en prisión como corresponde, hay otros responsables políticos impunes y, además, la patota sindical sigue actuando. Claro ejemplo, Sra. Presidenta, son los usurpadores de la Uocra en Santa Cruz ¡Es escandaloso!

Sra. Presidenta, para ir terminando esta extensa carta pública, debo decirle que el Poder Ejecutivo es directo responsable del crimen social que costó 51 (cincuenta y un) vidas en Once y debe hacerse cargo. El Poder Ejecutivo no puede desconocer el estado del transporte público. Y de hecho no lo desconoce, porque usted misma dijo que Macri se creía el alcalde de Nueva York, si pensaba que el estado actual de los subtes era óptimo. Entonces, Sra. Presidenta, ¿Era una tragedia evitable? Sí era una tragedia evitable, ¿No es un crimen contra la clase obrera?

Me despido de usted, con el respeto que me merece.