“Con los métodos de un torturador clase B”

Durante mi forzada “estadía” en el centro clandestino de detención llamado “Club Atlético”, en julio de 1977, pude apreciar en vivo y en directo el salvajismo de los que allí se dedicaron con cuidado profesionalismo a matar, secuestrar y quebrar a militantes populares de diversas agrupaciones que se oponían al gobierno de la dictadura militar.


De mis observaciones pude distinguir dos tipos de torturadores: los de tipo “A” y los de tipo “B”.


Los del tipo “A” te hacían doler mucho: te golpeaban, te picaneaban, te insultaban (era lo de menos) y hasta amenazaban con el dolor ajeno de amigos y familiares para que les dijeras lo que querían saber: datos para tener más víctimas.


En cambio, los del tipo “B” eran mucho más amables: se condolían contigo, te llevaban a hacer tus necesidades, incluso te ayudaban, y hasta oficiaban de psicólogos aconsejándote cambios de conducta que aliviarían tu dolor.


Te decían: -¿Por qué no cantaste?, estos tipos (por los torturadores de tipo ‘A’) te van a deshacer, no tienen alma. Dale… cantá, no seas boludo”-.


Indudablemente, sabían trabajar en equipo, y lo que es peor, obtenían resultados: cuando me interrogaron pude escuchar además de la máquina de escribir (que sonaba igualita a las de las comisarías) las conversaciones de varios presentes con mi interrogador. En ellas se referían a cómo habían sido apresados, y comentarios sobre varios compañeros de ellos de hacía no mucho tiempo atrás: eran los quebrados.


Recordé esos hechos porque este 24 de marzo vamos a presenciar todos cómo un ex activista de los ‘70 en ejercicio de la presidencia, con los métodos de un torturador de clase “B”, logrará quebrar a varios militantes de organizaciones de derechos humanos: los convertirá en oficialistas e intentará hacer de este 24 el último 24 de marzo opositor a gobiernos capitalistas. Por supuesto que se llevará el mérito, pero no debemos dejar de apreciar que es el resultado de un trabajo de equipo del cual formaron parte no sólo los ex-integrantes de las juntas militares, sino además el Dr. Alfonsín, el Dr. Menem, el Dr. De la Rúa, el Dr. Duhalde, todos sus colaboradores y todos los partidos que hicieron campaña electoral por ellos, y todos los medios de la “gran prensa” escrita, radial y televisiva. Trabajando en equipo llegaron a quebrar y desmoralizar a militantes populares que harán de cortejo a la inauguración del museo de la “memoria” (que a diferencia de los verdaderos museos no dispone de los archivos que ilustren a los visitantes sobre el pasado del lugar).


Por supuesto que así como fracasaron los militares (todos recordamos cuán apresuradamente se fueron), también estos torturadores de clase “B” fracasarán.


Este 24 no será el último 24 de marzo opositor a los gobiernos capitalistas.


Debemos demostrar que este país es más fértil para producir militantes populares (piqueteros, activistas sindicales y estudiantiles, militantes barriales o políticos, etc.) que lo que fue (y posiblemente pueda llegar a ser) la Escuela de Mecánica de la Armada como productora de quebrados. Es también una forma de tenderles la mano a estos nuevos quebrados: la única posibilidad de renacer como personas sólo se la puede dar un gobierno obrero en la Argentina. Luchemos por él