Correo de lectores: ladran Sancho


En la mesa de Montes de Oca y Suárez, sábado a las 12:30 del mediodía, con cuatro partidos más con sus sombrillas y un enjambre de gente circulando en sentidos contrarios, un señor mayor nos cruza y nos grita de costado sin detenerse: “Ustedes son antisemitas”. La respuesta a gritos fue: “¡Antisemitas no, antisionistas! Estamos en contra de los capitalistas judíos y a favor de los trabajadores judíos”. Una señora que escuchó, al lado nuestro, caminando, nos dice: “Ay, no, como les va a gritar eso a ustedes, ustedes no son eso, el señor se equivoca…” y siguió su camino.


 


Estamos subiendo en las encuestas, seguro: cuando dicen que los marxistas somos antisemitas, hay río revuelto a nuestro favor, como al gran Karl Marx, nos acusan dos siglos después… Pero, caramba, tan sencillo como en la Argentina, estamos en contra de los patrones que viven de nuestro trabajo y de los patrones que nos gobiernan haciéndonos pagar la crisis de ellos, por la imposición o por la fuerza, en la Argentina, en Israel y en todo el mundo. Aquí, los nacionalistas se llaman entre ellos, unos populares y democráticos, otros republicanos y conservadores, como en todo el mundo. Y en Israel se llaman sionistas de izquierda o sionistas de derecha. Y gobiernan con el imperialismo.


 


Nosotros queremos que en la Argentina, en Israel y en todos los países del mundo gobierne la clase obrera. La clase obrera y socialista, contra todos los prejuicios sociales, económicos y políticos; étnicos, sexuales, raciales, ecológicos, religiosos y cuanto prejuicio que sirva para dividirnos e individualizarnos. La humanidad toda puede convivir sin prejuicios porque podemos dominar las fuerzas de la naturaleza, sin destruirla, sin destruir a nuestra propia especie humana y convivir con el reino animal, vegetal y mineral. Organizados en función del bien común y el debate colectivizado como el trabajo. La clase obrera está llamada a reconstruir a la humanidad sobre nuevas bases económicas, políticas y sociales, en cada país y en todo el mundo, cuando hundamos al imperio burgués y la tierra sea el paraíso de la humanidad. Es decir, cuando las clases sociales no exploten más a las mayorías trabajadoras.