Cuando el árbol nos tapa el bosque…

El problema de circunscribir el fenómeno “piquetero” al nombre que le dio origen – ya que si el “piquete” no existiera desde 1830, sin lugar a dudas hubiésemos adoptado otro nombre – nos plantea el riesgo de no ver que ni siquiera otro nombre modificaría la profundidad y la envergadura que el movimiento piquetero ha alcanzado.


El compañero Gustavo no suscribe al “vaticinio” de Luis (“nuestros hijos, nuestros nietos y bisnietos serán piqueteros”) porque sostiene que “el piquetero y su movimiento dejarán de existir por lo menos como lo conocemos hoy, ya que las condiciones objetivas y subjetivas habrán cambiado sensiblemente”. Se desprenden de esta frase, a mi parecer, dos cosas: Indudablemente hay apreciaciones diferentes sobre el fenómeno piquetero. Gustavo suscribe al relato de los niños afirmando que éstos dan en la tecla cuando dicen que los piqueteros son “hombres y mujeres que cortan rutas”, lo cual circunscribe al piquetero a esta acción concreta, perdiendo así el carácter de sujeto revolucionario al que ha sido llamado (y no nos deja ver que los piqueteros no son sólo aquéllos que tienen un método de lucha, sino que son quienes han adoptado un programa con objetivos muy claros a lo largo del camino que han recorrido).


Para Gustavo sólo son piqueteros aquéllos que cortan rutas y no quienes se “autoproclaman” piqueteros. Creo que ninguna de las dos afirmaciones es correcta. Cortar rutas o autoproclamarse piquetero no significa “ser” piquetero. Hay sobrados ejemplos de personajes que cortan rutas con la camiseta piquetera, para terminar concertando con el gobierno en pos de llevar agua para su molino, y quienes levantando la bandera piquetera se sientan a la mesa de sus verdugos para conseguir alguna tajada que los beneficie, sin prestar atención a cuál es la verdadera cuestión: la cuestión del poder.


Los piqueteros no han nacido para cortar rutas por 150 pesos miserables o por alimentos. Han nacido cortando rutas, sí, pero para organizarse. Y se han organizado para vencer al enemigo e implantar, sostener y expandir un nuevo régimen social: el de los trabajadores. “Las condiciones objetivas y subjetivas habrán cambiado”, dice Gustavo, pero acá y ahora las condiciones objetivas y subjetivas están cambiando minuto a minuto con el agravamiento inexorable de la crisis, y es en este sentido que está planteada la cuestión del poder.


Lo grandioso del método piquetero es que ha tenido la capacidad de rearmar a la clase obrera aún cuando el capitalismo la atomizó por completo. Es en este sentido que el Encuentro de Fábricas Ocupadas (impulsado por el Bloque Piquetero) ha tomado este método de lucha y lo lleva a la práctica ocupando las fábricas, poniéndolas a funcionar bajo control obrero y planteándose la cuestión de la expropiación. No son meras “coincidencias de lucha o programáticas” las que nos unen, sino que las unas devienen de las otras.


Los trabajadores fabriles que miraban en los desocupados su futuro, tomaron el método de lucha de éstos para plantarse frente a las suspensiones y los despidos masivos, imponer su propia salida y asegurarse sus puestos de trabajo cuando los explotadores abandonaban el barco. Los cortes de ruta que se suceden desde hace diez años no han sido en vano. Han sido ejemplo, han mostrado el camino a seguir, han puesto de relieve, una vez más, la tenacidad con la que los trabajadores (aún desocupados y atomizados) le hacen frente a las crisis capitalistas.


Este proceso revolucionario nos va planteando nuevas tareas a cada paso. La toma del poder por los trabajadores, que no puede plantearse como el destino final al cual pretendemos arribar con nuestra lucha, será el primero de muchos pasos que deberemos dar hacia el socialismo mundial. Por eso la “victoria” tampoco puede ser “el derrocamiento del régimen burgués en la Argentina” (ni siquiera llevado al terreno práctico del acá y el ahora).


Por último, ¿qué es el movimiento piquetero sino la clase obrera rearmada y en lucha?