DEBATES: los OGM y el capitalismo en el agro


La nota de opinión que recientemente salió en Prensa Obrera abrió el debate sobre los Organismos Genéticamente Modificados (OGM), puntualmente sobre los vegetales.


 


El contexto en que son aplicados estos organismos es fundamental para el análisis, sino se vuelve una abstracción sobre si la ciencia y los nuevos desarrollos o descubrimientos son “buenos o malos”.  La ciencia aplicada en este volumen de negocios solo busca el beneficio capitalista. El desarrollo de los transgénicos está dirigido por los monopolios del agronegocio, como la decodificación del código genético y la biología molecular están bajo control de las corporaciones farmacéuticas y químicas que concentran el mercado. La injerencia de estos pulpos sobre las universidades y sociedades científicas es devastadora. En el caso puntual de los transgénicos, en Argentina, hay una larga historia de penetración en los cultivos y la academia. Lino “Monsanto” Barañao es un lobbysta de los pulpos del agronegocio. Concretamente, el Estado, a través de la CONABIA (Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria), aprueba los eventos transgénicos. Bajo el kirchnerismo, se aprobaron 35 de estos eventos, de los cuales la mayoría está presente en los cultivos (soja RR, maíz Bt y algodón RR).


 


Hoy en día, los Organismos Vegetales Genéticamente Modificados son inseparables del contexto productivo en el agro, cuyo desarrollo está dejando consecuencias en la salud de las poblaciones, provocando el desplazamiento de las poblaciones originarias y campesinas como así también  la disminución sistemática de la fertilidad de los suelos cuya remediación es otro gran negocio para otro grupo concentrado de empresas. Finalmente, el campo es una subsidiaria de la industria química y de semillas.


 


Las semillas colocan al productor ante una gran dependencia del capital financiero y aun mucho más cuando se quiere aplicar la ley de semillas por la que el productor se vería imposibilitado de  sembrar las semillas producidas originalmente de una variedad que fue comprada. Esto se traduce en una mayor apropiación de la renta agraria por parte del capital financiero e industrial.


 


El PO sostiene la necesidad de un plan de industrialización y de desarrollo nacional basado en las necesidades de los trabajadores, ese es el pilar para un verdadero avance de la ciencia. Esto supone un centro de investigación y producción de semillas en manos del Estado y bajo control de trabajadores y técnicos, la nacionalización de los latifundios y el arrendamiento en favor de cooperativas, campesinos y trabajadores sin tierra que defiendan un interés colectivo del cuidado del ambiente y de la salud de la población porque el problema no es la semilla sino el régimen social.