¡Defendamos al pingüino!

Esa es la consigna de Alfonsín, la centroizquierda y el paquete de in­telectuales cooptados por el gobier­no para darle forma a un régimen que cada vez se pudre más. Ahora son el miedo al golpe, no hacerle el juego a la derecha, etc., los argu­mentos de los que esconden la pro­funda crisis de poder abierta en la Argentina luego del Argentinazo, con el régimen más podrido que nunca, y que hace aguas en cada movilización por seguridad, con ca­da corte de rutas, o hasta con su me­diática contraofensiva antipiquetera del encarcelamiento de Castells, o la represión de la última movilización en Plaza de Mayo.


Es que en realidad le tienen mie­do al "golpe piquetero", o mejor di­cho, a la organización política defi­nitiva del movimiento piquetero. Se acercan las elecciones, y el vacío de poder que dejan la crisis y la interna del PJ preanuncia un “octubre 2001”, que dejaría totalmente en la comisa a un gobierno al que sostie­nen la prensa y los nacional-popu­listas intelectuales setentistas. Es que el Alfonso no le tiene miedo a los milicos, de última él la pasó bien durante la última dictadura; le tiene más miedo a la organización popu­lar de los de abajo, que cuestionarí­an todo el poder burgués, de dere­cha o “izquierda", en la Argentina.


Creo necesario profundizar este debate y el de la preparación políti­ca para este próximo período que empieza ya, donde la posibilidad de un FUR (Frente Único Revoluciona­rio) como alternativa en la calle po­dría dejar a todas las fuerzas en con­diciones de discutir un frente obrero de unidad revolucionaria para enca­rar no sólo el proceso electoral: la catapulta que éste podría implicar en el escenario abierto -es decir, como en Tucumán-, asamblea, congreso, corte; son parte de una sola realidad que inmediatamente impone la pe­lea política por el poder de los tra­bajadores.