Correo de lectores
18/9/1997|557
“El ache”
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El sábado 23, casi 200 personas nos encontramos en la casa del ‘ache’ en Los Polvorines, para marchar siguiendo el recorrido que lo llevó a ser otra víctima de ‘gatillo fácil’.
Primero paramos en la esquina, a casi 5 cuadras de su casa, donde, según la versión ‘oficial’ un policía en actividad observó que dos chicos intentaban robarse un juguete de su auto. El astuto policía dio una gran vuelta para sorprender a los delincuentes, y como aviso disparó su arma con tan mala suerte que esta rebotó en el piso y le fue al pobre pibe en su nalga.
Guillermo Gianini o “El ache”, como lo conocen en el barrio, de 16 años, se tenía que presentar el día lunes 11 a su nuevo trabajo en un carrito de la costanera. Ese mismo día fue asesinado por un policía.
El único testigo del hecho es un amigo suyo, con el que había salido el domingo a la noche, que habló una sola vez, y permanece (¿presionado?) en su casa sin salir ni hablar con nadie, salvo una vez con la madre de Guillermo.
Noemí (madre del “ache”) nos cuenta que a su hijo lo asesinaron, que la bala no rebotó, en primer lugar, porque la calle era de tierra y, en segundo lugar, porque un disparo para asustar, es generalmente al aire, no al suelo. Dice que a su hijo lo dejaron tirado más de media hora con la mitad del cuerpo en una zanja y que los mismos vecinos le pegaron en ese lugar hasta que se lo llevaron … a la comisaría, donde lo encerraron en el calabozo, no sin antes recibir una golpiza: hasta que por fin fue llevado al hospital, todavía vivo. Lo que aun no puede precisarce es la hora en que el chico ingresó, porque los médicos niegan esa información a sus padres, además, hay grandes sospechas que al cuerpo del chico le falta un pedazo de carne donde se encuentra la herida, parte necesaria para corroborar la dirección de la bala, o sea si el tiro rebotó o fue directamente a la nalga de Guillermo.
El disparo fue a las 23 horas del 10 de agosto, día del niño, y el llamado a la madre anunciando “tenemos un NN que puede ser su hijo” fue a las 4 horas del 11 de agosto. Con lo que Noemí concluye que de ser atendido a tiempo su hijo estaría con nosotros.
Nuestra última parada fue en la comisaría de Los Polvorines, donde por supuesto nos esperaban policías y comisarios nuevos (los de siempre fueron trasladados justo el día después del asesinato) que pidieron hablar con los familiares, para informarles que de esta manera a su hijo no lo iban a revivir y que, como eran nuevos, no había derecho alguno para traerles toda esa gente. Los canas estaban muy nerviosos, se ve que la movilización fue un golpe para la policía, porque demostró que el barrio se organiza contra el encubrimiento y no permitirá que este crimen quede impune.
Este es el camino que hay que seguir, el camino de Los Polvorines, el camino de la autoorganización de los jóvenes y la movilización.