El día después en la sede de Suteba Berazategui

Cuando el azul y el blanco pierden coherencia y consistencia, se transforman en un triste y deslucido celeste.


El miércoles 26 de junio a las 21 horas, tomo contacto con la familia de un piquetero conocido y querido. Acompaño a su esposa al hospital y verificamos que él está bien, la bala (de plomo) había atravesado su mejilla sin provocar demasiados daños. Se quedaría toda la noche en observación.


Ya en mi casa veo algunas de las imágenes emitidas por la televisión. Mirando a toda esa gente expuesta a tamaña “cacería”, sentí mucha más indignación e impotencia.


Acuerdo con algunas compañeras encontrarnos en la escuela, a la mañana siguiente, para irnos al local de nuestro sindicato, donde estaba prevista una reunión de delegados, que trataría la continuidad de las medidas de lucha sectoriales. El paro convocado por la CTA no incluía la aceptación de la convocatoria a la marcha a la Plaza de Mayo, y sí medidas distritales.


En el curso de la reunión – que contaba, como muchas otras veces, con la presencia de afiliados, no afiliados, delegados y no delegados – ; algunas compañeras plantearon la necesidad de nuestra concurrencia (como sindicato) a la marcha. Dirigía la reunión el secretario general del distrito, que varias veces pidió dejar de lado las internas, por respeto a la memoria de los dos muertos del día anterior. Además, llamó a ser solidarios y a unificar las luchas.


Me atreví a pedir la palabra, sin ser delegada y sin tener todavía la confirmación de haber sido afiliada. Aclaré que mi postura estaba teñida de emociones, más que otras veces, por conocer personalmente a uno de los heridos. Argumenté que me parecía una contradicción convocar a la unidad solidaria frente al hecho ocurrido, y plantear que no se podía responder a una “convocatoria sectorial”.


Así las cosas, el que coordinaba la reunión anunció que “este cuerpo de delegados avala a los compañeros que quieran ir a la marcha” (?), sin permitir que la bandera del sindicato fuera llevada por los compañeros “avalados”. No consideró que fuese necesario que esa propuesta se sometiera a votación. Afirmó que si a último momento la CTA llamaba a la marcha, “por supuesto que vamos a ir”. La insistencia de muchos logró que fuera aceptada como moción y se la votara. A diferencia de otras ocasiones, en que la reunión es ampliada y votamos todos, esta vez no se permitió el voto a los que no fueran delegados. Resultado: 21 votos en contra de asistir a la marcha y 14 a favor. No sé con certeza cuál hubiera sido el resultado si hubiéramos podido votar todos los presentes (no más de 60 docentes).


Conclusión: un puñado de docentes de Berazategui, con mucha convicción y más miedo, nos fuimos a la Plaza, sin la bandera del sindicato, convencidos de que tenemos que estar cuando nos convoca el sentido común de muchos y a pesar de la dudosa capacidad de la dirigencia “que supimos conseguir”.