Correo de lectores
23/9/2004|869
El insulto a Trotsky
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Algo de polvareda ha levantado el homenaje a Raúl González Tuñón. Esto ya marca la necesidad de realizárselo. Sirve para avanzar en la discusión -comenzada hace tiempo- sobre la relación entre “arte” y “revolución”; y para alertamos sobre el error de no haber publicado también, en el aniversario de su muerte, la trayectoria de Trotsky (que incluye un famoso manifiesto con Bretón) como parte de este debate.
El insulto
Trotsky "no es insultado" si reivindicamos algo de Tuñón como poeta. Su obra es un paso adelante en la medida en que no entendió su creación como producto de su “espíritu sensible” sino que en ella intentó reflejar la realidad cotidiana. Sin embargo León nos daría de puntapiés si reivindicáramos su actividad militante seguidista del stalinismo. Les recomiendo deleitarse con la majestuosa obra del contrarrevolucionario y frustrado asesino de L.T., Siqueiros.
El mexicano aportó a la revolución de su propia disciplina; en cambio, ignoro si se podría decir lo mismo de Tuñón. Pero aún así, que el argentino haya desarrollado su actividad artística en sintonía con su actividad política revolucionaria consciente, es una característica reivindicable, independientemente de sus errores de contenido; pues en mayor o menor medida le dio un impulso a nuestra causa y la causa de la liberación del arte. Porque uno reivindica el aporte concreto en un momento concreto. No en vano los bolcheviques reivindicaban al malvado Plejanov.
“Muerte de un traidor”
El problema de ‘Muerte de un traidor' no reside, para quien le interese ocuparse, en que su contenido afecta los oídos de algunos sino en cuanto lo hace su forma. Y ello es tarea para un crítico literario (lector o no de prensa obrera) en tanto no sea una traba concreta, actual, para el desarrollo de nuestra política revolucionaria. Creo que no lo es actualmente.
El problema entonces, debemos enfocarlo en la organización de los artistas como tal. Analizar no sólo en que medida la organización que estamos dando en tomo a ejes gremiales esta permitiendo desarrollar un criterio estético revolucionario, sino cuánto este es la expresión de la evolución de la conciencia política de las masas y de la crisis del régimen. Esto hace que cumbia villera me guste un poquito más.
Los muertos
Los muertos no tienen memoria, sólo vivos podemos extasiarnos con las producciones humanas, entre ellas las artisticas. Y a éstas las mayorias las evaluamos a partir de cuánto conmueven nuestra conciencia de la realidad palpable. Otros, pocos, también a partir de cuánto se encuadran en determinado paradigma técnico-conceptual. Por ello, sí los muertos se sintieran insulta dos, alertarían a mi espíritu sensible, obligándome a escribir.